Si algo tiene claro el Gobierno en Cataluña es que no va a facilitar un solo paso a Artur Mas, que habla con Mariano Rajoy más de lo que podría imaginarse, para que transite con comodidad por su senda soberanista. En ello ya han trabajado durante meses los abogados del Estado, milimetrando la hoja independentista de CiU. ERC ha diseñado con Convergencia una secuencia que incluye la celebración de la consulta independentista el año que viene, pero el presidente de la Generalitat ha terminado por simplificar su agenda para disgusto de los republicanos. “Mi intención es poder hacer esta consulta en el 2014 y hacerla de acuerdo con el Estado español. Si no se acepta, llegaremos al escenario de que la consulta se hará, pero se hará en 2016, que es cuando toca convocar las elecciones”, ha advertido tras la entrevista que mantuvo con Rajoy a finales de agosto. Después del malestar provocado en ERC por esta sinceridad de Mas, el presidente de la Generalitat ha dejado la pelota en el aire ante el riesgo de dinamitar la estabilidad de su Gabinete, en el que ahora Oriol Junqueras se ofrece a entrar.
El anuncio de los comicios plebiscitarios en 2016 ha sido recibido con satisfacción en el Gobierno bajo la premisa de que el tiempo juega en contra de la pulsión soberanista
El anuncio de estos comicios plebiscitarios ha sido recibido con satisfacción en el núcleo duro del Gobierno, donde se opera con claves bastante sencillas. “A medida que el tiempo discurra y se agote la legislatura en Cataluña, comenzarán a percibirse los síntomas de la recuperación económica y la creación de empleo y muchos de los que después de la Diada del año pasado se sumaron al independentismo arrastrados por la crisis, reconsiderarán sus posiciones”, aseguran fuentes del Gobierno Rajoy.
En el Ejecutivo se recuerda que el primer Gabinete de Artur Mas tuvo una alta contestación ciudadana motivada por los fuertes recortes en sanidad y educación que el presidente de la Generalitat optó por resolver aferrándose a la bandera del independentismo y desviando el foco de las protestas hacia Madrid. “Esta estrategia ha tenido el recorrido que todos conocemos, pero cuando arranque de verdad la recuperación muchos catalanes se darán cuenta de que la mejora de la economía poco tiene que ver con el soberanismo”, enfatizan las mismas fuentes. El balance es bastante simple a ojos de un ministro: Mas deberá elegir entre recorrer el mismo camino que Juan José Ibarretxe en el País Vasco o hacer piña con Unió, su socio democristiano, y plantar cara a Oriol Junqueras. El exlendakari se quemó en el intento después de recurrir también a unas elecciones plebiscitarias cuyos efectos que terminaron por colocar a los socialistas en Ajuria Enea en 2010.
"Cuando arranque la recuperación muchos catalanes se darán cuenta de que la mejora de la economía poco tiene que ver con el soberanismo", se afirma en el Gobierno Rajoy
Según lo acordado en el último Consejo de Política Fiscal, Cataluña tiene todavía pendiente para este año un ajuste de 2.600 millones de euros que le debe permitir pasar de un déficit del 1,96% al 1,58% de su PIB. En 2014, tendrá que rebajarlo hasta el 1%, por lo que el tijeretazo no acabará hasta bien entrado 2015, año de elecciones locales en esta comunidad. Según la visión que se tiene en el equipo económico del Gobierno, el problema no le llegará tanto a Artur Mas de Madrid sino de las fuertes presiones que recibirá de los republicanos para que amortigüe estos recortes, teniendo en cuenta que ERC es la única fuerza política a la que le conviene en estos momentos ir a unas elecciones anticipadas en Cataluña. Recientes encuestas reflejan que se ha situado como primera fuerza política, por lo que CiU se haría el haraquiri si precipitara la convocatoria a las urnas.
Esta es una de las razones por las que, según el Gobierno, Mas ha mostrado su disposición a llevar la legislatura hasta 2016, tiempo suficiente para que la tormenta soberanista descargue y los votantes puedan decidir el futuro gobierno en un clima económico diferente al de ahora, en una comunidad que arrastra una deuda superior a los 50.000 millones de euros y una tasa de paro que roza el 25%.
La Generalitat tiene pendiente de afrontar este año un ajuste de 2.600 millones y no se librará de los recortes hasta bien entrado 2015
A Mariano Rajoy se le ha oído presumir en privado de la inteligente estrategia que el Gobierno ha seguido hasta ahora en Cataluña, sin pisar cáscaras de plátano ni entrar a las provocaciones que episódicamente se han hecho desde la Generalitat. En Unió Democrática, en contraste con lo que sucede en un sector de Convergencia, lo tienen claro: “Aquí reconocemos que Rajoy está acertando poniéndose de perfil”, asegura un veterano parlamentario nacionalista. De momento, el presidente ha dado cuerda a la cometa, consciente de que a Mas también le viene bien ganar tiempo.