Este 9 de noviembre se cumplirán 35 años de la caída del Muro de Berlín. Este aniversario marca el fin de la división de Europa, especialmente de Alemania, y la desaparición del lado occidental y oriental, de la República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA). Durante los 28 años que duró el muro (1961-1989), 140 personas murieron intentando cruzar de un lado a otro. El control de la frontera era férreo por parte de la RDA, aunque más de 4.000 personas consiguieron sortearla de forma exitosa.
La historia de Czeslaw Kukuczka es una de las que no salieron bien, pues fue asesinado el 19 de marzo de 1974 por Martin Naumann, un agente de la Stasi -el servicio de inteligencia de la RDA que estuvo operativo desde 1950 hasta 1990- mientras intentaba cruzar hacia el lado occidental de Alemania. Ahora, el tribunal de distrito de Berlín ha fallado en contra del exagente, que actualmente tiene 80 años, y le ha condenado a 10 años de cárcel por disparar a Kukuczka por la espalda.
Kukuczka, de entonces 38 años, fue asesinado, como otros tantos, en una operación de la Stasi en la zona de tránsito de la estación de tren Berlín-Friedrichstrasse. Esta operación es clave para entender la sentencia, pues el juez Bernd Miczajka alega que el asesinato de Kukuczka formaba parte de un acto "planeado y ejecutado sin piedad por la Stasi" en la que Naumann era la parte final de una "cadena de mando" a la que se le encomendó esta tarea y fue recompensado por cumplir el objetivo.
Amenazó con volar la embajada polaca
La historia comienza así: Kukuczka acudió a la embajada polaca en Berlín oriental para reclamar documentos que le permitieran viajar al oeste, bajo la amenaza falsa de que llevaba explosivos en su maletín. La Stasi, alertada por la embajada, decidió que lo mejor sería seguirle inicialmente el juego, por lo que recibió los documentos y fue escoltado después al famoso paso fronterizo de la estación de tren de Friedrichstrasse.
Allí, se le permitió atravesar todos los controles de salida pero, en el momento en el que el polaco recorría los últimos pasos antes de tomar un tren hacia el oeste, fue abatido con varios tiros por la espalda. Estos hechos fueron ratificados ante la Audiencia Territorial de Berlín por dos testigos, unas alumnas que entonces eran adolescentes en el Berlín occidental y que realizaban ese día una excursión escolar y abandonaban el oeste en el momento de los hechos.
Las dos recordaron cómo de repente un hombre de abrigo oscuro, y gafas tintadas apareció con una pistola en la mano en el momento bdisparó contra Kukuczka en el momento en el que este dejaba atrás el último control de seguridad. Los informes apuntan a que Kukuczka pretendía cruzar a Alemania Occidental para emigrar a Estados Unidos.
El silencio de Naumann en un caso histórico
Este caso ha estado 50 años sin resolverse, 'olvidado' en el cajón de la historia. Sin embargo, en 2016 se descubrió que la Stasi había otorgado una medalla de combate a Naumann por sus servicios prestados. "El camarada teniente N. resolvió la tarea con prudencia, valor y decisión y pudo neutralizar al terrorista a través del uso de su arma de fuego", indica el documento, citado por medios alemanes.
En un primer momento se consideró la muerte de Kukuczka como un homicidio, con lo que habría sido archivado, pero los investigadores polacos presionaron para que la Fiscalía alemana calificara el delito como "alevoso", pasando el caso a ser un posible asesinato, que en Alemania no prescribe.
El juicio se ha desarrollado con el silencio de Naumann durante el más de medio año que ha durado el procedimiento, que arrancó en marzo de este año, en el 50 aniversario del asesinato. Su abogada ha solicitado en todo momento su absolución alegando que no existen pruebas suficientes que evidencien que su cliente fue el autor de los disparos. La Fiscalía, por su parte, pedía inicialmente una pena de doce años de prisión, dos más de la finalmente impuesta.
El proceso judicial ha sido grabado por las autoridades alemanas debido a la relevancia e importancia histórica del caso, en el que han prestado testimonio un grupo de estudiantes de Alemania Occidental que presenciaron el tiroteo a su regreso de una visita a Berlín Oriental. Esta condena pone punto y final a un caso histórico que ha sido investigado durante décadas por las autoridades alemanas y polacas.