En las campañas presidenciales francesas, hay siempre un favorito, un segundo y un competidor. Si François Hollande es el favorito, el segundo Nicolas Sarkozy tampoco se da por vencido, y ahora, el candidato socialista teme al competidor, Jean-Luc Mélenchon. El candidato del Frente de izquierda (ex PCF + izquierdistas) se convierte, en dos sondeos publicados esta semana, en el tercer hombre de la campaña presidencial, con 14% de intención de voto en la primera vuelta, adelantando así a Marine Le Pen (ultraderecha) y François Bayrou (centro). Gana en el mes de marzo 5 puntos mientras sus principales rivales bajan o se estancan.
El candidato de extrema izquierda y senador, que empezó con apenas un 5% en las encuestas, puede regocijarse: ha logrado convencer en todos los campos, a electores socialistas como ultraderechistas. Famoso por no tener pelos en la lengua, por sus cóleras mediáticas pero ante todo por su sinceridad, el animal político supo seducir a los franceses hasta el punto que los expertos políticos se preguntan si podrá reiterar la proeza de Georges Marchais, el antiguo líder del PCF que conquistó el 15,3% de los votos en 1981.
"Una forma de talento"
El mismo Nicolas Sarkozy tuvo que reconocerlo: "Creo que es un hombre que tiene temperamento y que tiene una forma de talento" lanzó el presidente-candidato, antes de anunciar una medida para gravar a los exiliados fiscales, como propuso Mélenchon antes. El hombre se convierte poco a poco en el líder de una izquierda sin concesiones en el panorama político galo, particularmente desde el pasado domingo, cuando reunió a más de 120.000 personas en su marcha simbólica hacia la Plaza de la Bastilla para exigir la creación de la Sexta República francesa.
Es un rival que preocupa bastante al equipo de François Hollande. Al candidato socialista le roban las propuestas más atrevidas de izquierda y tampoco logra seducir a los electores del centro o a los decepcionados de Nicolas Sarkozy. Su principal argumento, el del “voto útil” contra la derecha, está amenazado por la "insurrección cívica" que el Frente de izquierda promueve. "Hay un verdadero entusiasmo para Jean-Luc Mélenchon" observa Gaël Sliman, analista del instituto de opinión BVA, mientras que François Hollande "no decepciona pero tampoco crea entusiasmo." De hecho, BVA apunta que "nadie hace soñar en esta campaña, excepto Mélenchon."
Un programa radical
Por tanto, Mélenchon seduce más por sus discursos líricos y su carisma que por su programa. Éste contempla un salario mínimo de 1.700 euros y un sueldo máximo de 360.000 euros en las grandes empresas, así como la regularización general de los sin papeles y la naturalización de los extranjeros que quieran adquirir la nacionalidad. Además, quiere nacionalizar los grupos energéticos como EDF, Total o Areva y gravar los ingresos financieros de las empresas. Está a favor del matrimonio homosexual, del aborto libre y de la eutanasia. Unas ideas que pueden convencer a muchos franceses como asustar a muchos otros.
Eurodiputado, ex ministro de Educación en el Gobierno socialista de Lionel Jospin, este antiguo trotskista se convirtió al socialismo en la época de François Mitterrand. Del antiguo 'faraón' conserva buen recuerdo, "hacía la historia y aprendí muchísimo viéndole actuar." Pero con Jospin se revelan las primeras disensiones. Hace chifla a Tony Blair en 2000, hablando de "socialismo domesticado por el dinero" para describir al Nuevo laborismo inglés. En 2005, la ruptura se hace más obvia cuando Mélenchon defiende, a diferencia del PSF, el 'no' a la Constitución europea, que acabará por ganar en el referéndum francés. Aprovecha el evento para fundar un movimiento de izquierda antiliberal en el seno del Partido socialista, movimiento que rompe en 2008 para unirse al Partido comunista.
"El volcán francés"
Alborotador de la izquierda, contestatario eterno, Mélenchon atrae claramente a más electores por el sombrío contexto económico francés. Queda un mes para que las elecciones digan si el tercer hombre será comunista o no y si la izquierda francesa se verá obligada a unirse a sus antiguos aliados para ganar contra la derecha. Como lo dijo el propio Mélenchon, ahora, "toda Europa espera la erupción del volcán francés."