La Franja de Gaza tiene siete pasos fronterizos a lo largo de su superficie. Seis colindan con territorio israelí, uno de ellos, el de Kissufim al sureste fue cerrado definitivamente en 2005 y otro, el paso de Rafá, en la frontera con Egipto y reconocido oficialmente en el Tratado de Paz egipcio-israelí de 1979, es el único que no está controlado por Israel, y es clave para aliviar el bloqueo y dar entrada a la ayuda humanitaria en Gaza.
En los últimos días, gracias a las negociaciones y la intervención de Occidente, el Gobierno israelí accedió a permitir la entrada de dicha ayuda. La ONU y las ONG han acumulado en la zona norte de Egipto unas 3.000 toneladas de suministros que están ya a la espera de la apertura de este paso de Rafá.
Estos accesos comenzaron a construirse tras los Acuerdos de Oslo de 1993 y se completaron en 1996, pero el gobierno israelí los cerró de forma intermitente a partir de 2000 cuando estalló la Segunda Intifada.
Desde 2007, cuando Hamás tomó por la fuerza el control de Gaza, han sido más las veces que los puestos han estado cerrados debido al aumento de la violencia.
En los últimos años solo se han mantenido activos aunque con fuertes restricciones el paso de Rafá, para personas y mercancías; el de Erez, situado en el norte de Gaza y destinado al tránsito de personas, y el de Kerem Shalom, reservado al transporte de mercancías; todos ellos de vital importancia para la subsistencia de los más de 2,1 millones de habitantes de la Franja.
El 18 de enero de 2008, las autoridades israelíes clausuraron todos los pasos en represalia por el lanzamiento de cohetes Kasam por parte de los palestinos, que dejó a la población de la Franja sin alimentos, ni combustible y al borde de una catástrofe humanitaria. Desde entonces, ha sido solo el paso fronterizo de Rafá el que se ha mantenido activo, pero con cuentagotas.
