Tragedia sobre tragedia. El destino es en ocasiones especialmente cruel, como ha ocurrido con la ciudadana australiana Kaylen Mann, que perdió a su hermano y a su cuñada en el vuelo de Malaysia Airlines que desapareció en su trayecto entre Kuala Lumpur y Pekín. Ahora, varios meses después y sin haber superado todavía esa tragedia, otro vuelo de la compañía malaya, otro suceso extraño y otra tragedia: su hijastra Maree Rizk es una de las 297 personas asesinadas en evuelto NH17, que cubría el trayecto entre Amsterdam y la capital malaya.
Según informa Associated Press, Mann apenas ha acertado a decir que "esto nos ha vuelto a traer todo al presente. Nos ha vuelto a ocurrir lo mismo. Simplemente, nos ha arrancado las tripas de nuevo". La familia se está esforzando para entender cómo han podido ser golpeados por la suerte en dos ocasiones separadas y con la misma aerolínea de por medio.
Dos accidentes de gran magnitud, en dos vuelos que no guardan relación, han dejado a Mann sin su hermano, cuñada e hijastra
Rizk y su marido Albert, de Melbourne, volvían a casa después de unas vacaciones de cuatro semana en Europa, según Phil Lithgow, presidente del Sunbury Football Club, muy próximo a la familia. Albert, un agente inmobiliario, era miembro del comité del club, mientras Merr era voluntaria en su cantina y su hijo, James, jugaba en el equipo.
"Eran gente encantadora", ha asegurado Lithgow. "No serías capaz de escuchar una mala palabra sobre ellos. Siempre generosos con la comunidad, pensando en los demás, y gente muy divertida con los que pasar el rato". El equipo se plantea ahora llevar brazaletes negros y guardar un minuto de silencio en honor a los Rizks en su próximo partido, este sábado.
A pesar de las dos tragedias, la mujer afectada asegura no tener nada contra Malaysia Airlines: "Nadie podía predecir que fueran a ser disparados. Quedaba fuera de su control".