La destilería Gooderham & Worts, fundada en 1832 cuando la ciudad de Toronto se llamaba York, y ahora declarada patrimonio histórico por ser un notable ejemplo de arquitectura industrial Victoriana, ha sido restaurada y re-inventada como barrio de ocio que congrega a cientos de personas a diario en sus múltiples restaurantes, terrazas y tiendas de artesanía.
Todo comenzó cuando los inmigrantes ingleses James Worts su cuñado William Gooderham construyeron un molino en las afueras de la ciudad para moler grano para harina. 5 años después comenzaron a moler también grano para whisky. El molino estuvo en funcionamiento hasta los años 60 cuando fue derruido.
En 1861 se inauguró el nuevo molino de piedra, diseñado por David Roberts Senior, que supuso un significativo avance tecnológico y un enorme incremento en la capacidad de producción que paso de 80.000 galones anuales a algo más de dos millones de galones anuales (más de 7 millones y medio de litros) Se puede decir que desde entonces, la construcción de nuevos edificios del complejo Gooderham & Worts fue un no parar, ya que llegaron a completar más de 40, la gran mayoría diseñados por David Roberts Senior y su hijo David Roberts Junior.
El edificio más antiguo del barrio
El edificio más antiguo que se conserva, de 1859, es el de mayor tamaño del complejo y fue el primer edificio construido en la primera fase, sin contar el molino inicial. Se corresponde con el estilo tradicional británico de arquitectura industrial Victoriana. Gruesos muros de mampostería de piedra, de un metro de espesor, levantan las fachadas de cinco plantas de altura. La estructura interior, de madera, se quemó en un incendio en 1869. Aprovechando la situación, se restructuró su interior y se añadieron dos grandes lucernarios en la cubierta. Dado que la maquinaria y los muros exteriores sobrevivieron al incendio, en menos de un año el edificio estaba en funcionamiento de nuevo. En este edificio se llevaba a cabo la molienda, fermentación y destilado y alberga también una sala de máquinas y una sala de calderas.
Cuando en los años 60 se incrementó la producción de forma tan significativa, la disponibilidad de barricas de madera supuso un gran problema para la destilería, que optó por hacer de ésta otra de sus actividades. Así abrió en 1864 el conjunto de la “Tonelería”, su propia fábrica de barriles, que se construyó al noroeste del recinto. Compuesto por cuatro edificios, en realidad solo uno acabaría siendo en realidad para fabricar barriles. El segundo albergaba las oficinas principales y los otros dos, dispuestos en torno a una alta torre para el rectificado de alcohol que también debía de incrementar notablemente su capacidad para acomodarse a la nueva velocidad de producción de la destilería. La torre de rectificado esta coronada por una interesante linterna.
Estos cuatro edificios con base de piedra, diferentes volúmenes y una muy elaborada fachada porticada de ladrillo rojo cuentan incluso con multitud de detalles de diseño que armonizan el conjunto y le proporcionan una inusual riqueza visual.
A lo largo de su historia, los edificios de este conjunto han tenido multitud de funciones e incluso durante la primera guerra mundial fueron tomados para la producción de acetona, ingrediente activo necesario en la producción de pólvora piroxilada (sin humo)
El primer encargo que David Roberts Junior recibió sin la participación de su padre fue el complejo que albergaría la planta purificadora de alcohol. Consta de 7 edificios situados al este del recinto que siempre han estado relacionados física, funcional y arquitectónicamente. Se construyeron en 1873 principalmente para almacenaje y purificado de alcohol, y representan algunos de los mejores ejemplos de arquitectura refinada y coherente de la zona.
Grandes vidrieras
Debido al alto riesgo del proceso de purificación, las fachadas presentan enormes superficies de vidrio que, en caso de explosión, volaría hacia el exterior permitiendo a la onda expansiva salir del edificio sin dañar en exceso la estructura y que, de paso, le confieren un aspecto elegante y muy poco habitual en entornos industriales.
Multitud de cambios en la legislatura y en el gusto de los clientes fueron forzando que la actividad de la destilería se redefiniera continuamente, para adaptarse a paladares más exquisitos que requerían alcoholes envejecidos, o a periodos de ley seca en los que era necesario reorientar el negocio para mantenerlo a flote. Unido al paso de dos guerras mundiales, las historias en torno a la existencia de este distrito son demasiadas para contar.
En 2001, casi 170 años después y tras una década de abandono, el recinto volvió a la vida después de que Cityscape Holdings lo adquiriera y convirtiera en el barrio peatonal que es hoy, enfocado principalmente al arte, con sus múltiples galerías y atelieres, y a la gastronomía con sus restaurantes y tiendas gourmet. En definitiva, al disfrute de quien quiera visitarlo.