Viajar a las intersecciones entre paralelos y meridianos. Puede parecer peculiar, insólito, chocante... Pero lo que nadie se atreve a negar es que este tipo de turismo no sea muy original. Se trata de visitar las intersecciones de esas líneas imaginarias que conocemos como paralelos y meridianos, y de paso documentarlo para que quede claro que hemos estado ahí.
¿Lo mejor? Que el campo es muy amplio, así que hay viajes para rato. Los turistas de esta especie suelen encontrarse en la web Degree Confluence Project, donde cada uno de los peculiares viajeros sube sus fotos -indispensables las coordenadas GPS que lo certifican- y cuentan su historia. Para que luego digan que la especie humana no es creativa...
Turismo atómico
La energía nuclear es una excusa como otra cualquiera para quienes se sienten atraídos por las experiencias literalmente atómicas, que consisten básicamente en descubrir y fascinarse con centrales nucleares, catástrofes como la de Fukushima y cualquier lugar que tenga alguna relación con la bomba atómica. ¿Lo más sorprendente? Que los seguidores de este tipo de turismo no son cuatro gatos.
Prueba de ello es que hace tres años China abrió al turismo el hogar de su primera bomba atómica y lo hizo tras el éxito que habían tenido bases militares antiguas que abrieron al público como atracciones turísticas. Entre ellas, la planta nuclear subterránea 816 del distrito Fuling de Chongqing, conocida como el refugio más grande del mundo hecho por el hombre. Otro caso similar es el Nevada Test Site, en EEUU, donde se realizaron explosiones controladas de la bomba atómica. Hoy pueden visitarse incluso los cráteres provocados por las mismas.
Turismo tolkiano
Los anglosajones han acuñado el término Tolkien Tourism para referirse al fenómeno turístico relacionado con todos esos lugares que aparecen en el universo de ficción de El Señor de los Anillos, a los que la trilogía de Peter Jackson situó en Nueva Zelanda. Allí puede visitarse incluso Hobbiton, que para muchos de los seguidores de la saga es un auténtico regalazo.
Desde el año 2000, este país ha multiplicado por 10 el número de turistas. Y aunque no todos están interesados en Tolkien, al parecer hay un porcentaje considerable que admite que viajó al país principalmente para conocer el universo del autor. Sólo una advertencia: si no eres muy amigo de las aglomeraciones, evita viajar allí el 25 de marzo, Día Tolkien. Dicen que en esa fecha no cabe ni un alfiler.
Turismo de desastres
El llamado Disaster Tourism consiste en viajar a una zona afectada por algún desastre natural, ya sea el huracán Katrina, el tsunami que arrasó el sureste asiático, la erupción del volcán Eyjafjallajökull o cualquier otro episodio que pueda calificarse como catástrofe natural. Las motivaciones de los seguidores de este tipo de turismo parecen tener que ver más con la curiosidad que con la solidaridad, pero en cualquier caso el turismo en esas zonas no decae después del desastre sino que se mantiene o aumenta.
Un ejemplo claro es Tailandia, donde se registran más de 20 millones de entradas, aproximadamente dos veces más de las contabilizadas antes del tsunami de diciembre de 2004 en el que murieron más de 5.000 personas. Ocurre lo mismo con el volcán islandés que cerró el tráfico aéreo en 2010: hoy es uno de los recorridos más populares de la isla.
Turismo espectral
El turismo a lo Cuarto Milenio tampoco es moco de pavo: lo paranormal, el esoterismo y todo lo que tenga que ver con fantasmas está causando auténtico furor entre un porcentaje de la población cada vez más amplio. Tanto que hasta se han puesto de moda los llamados ghosts tours, rutas turísticas que tienen como excusa conocer los fantasmas más populares de ciudades como Nueva Orleans, Salem, Edimburgo o históricas regiones como Transilvania.
En España también tenemos nuestros propios Ghost Tours: Toledo y Madrid son sólo dos ejemplos.
Turismo ufológico
Hay quien busca paisajes de escándalo, otros prefieren lugares donde relajarse, están los que demandan buena gastronomía o conocer la historia y la cultura de un lugar... Y también hay quien va en busca de ovnis. Estamos hablando del turismo ufológico, que aunque pueda sorprenderos también tiene una buena legión de adeptos que viaja a zonas donde los avistamientos de platillos volantes son más probables.
¿Y dónde se encuentran esos lugares? Pues en Wycliffe Well (Australia), en la ciudad de Stephenville (EEUU), en Bonnybridge (Escocia)... Pero si hubiera que escoger un país decididamente especial para los adeptos al turismo ufológico, ese sería seguramente Chile: entre el Valle del Elqui, una zona de cultivo de uva para la fabricación de pisco que, además, es famosa por ser centro de reunión de los aficionados al avistamiento de ovnis, y San Clemente, que cuenta incluso con La Ruta de los Ovnis, un sendero de unos 30 kilómetros en el que dicen que no es complicado ver platillos volantes, se llevan la palma.
Turismo estelar
Es otra de las opciones que está ganando aficionados a la velocidad del rayo, y lo cierto es que la cosa tiene su aquel: se trata de acudir a lugares con cielos perfectos para disfrutar de las estrellas. Todo un espectáculo. La Fundación Starlight ha creado incluso un sistema de certificación para distinguir aquellos lugares que poseen lo que definen como “una excelente calidad de cielo y que representan un ejemplo de protección y conservación”. Una opción diferente con muchas posibilidades.