Malta se ha convertido en los últimos años en una especie de Hollywood mediterráneo, el lugar que vale para ambientar casi cualquier lugar al rodar una película. Tendrá que ver con este auge la política gubernamental para atraer a las producciones internacionales. O el buen tiempo, con bastantes horas de sol garantizadas. Y, una vez que se han puesto, con mano de obra local especializada. Pero, sobre todo, porque su paisaje es la esencia de todos los que rodean al Mare Nostrum, y lo mismo vale para representar Turquía, Egipto o Italia.
Ridley Scott no descubrió Malta para el cine pero sí inició esta edad de oro que de momento que va a durar. En Fort Ricasoli se revivió la Roma imperial para Gladiator, y parece que ha gustado porque ya han venido otros después con ideas semejantes. Pero Fort Ricasoli no es un estudio de cartón piedra sino, como su nombre indica, una auténtica fortaleza. Es la que guarda la entrada oriental del Grand Harbour, el increíble puerto de La Valeta, que por arte de magia cinematográfica se convirtió en el puerto de Alejandría en la Alejandro de Oliver Stone. Fort Ricasoli también fue uno de los escenarios de Troya y Ágora.
Caballeros de San Juan y arquitectura
El archipiélago vivió una de sus edades de oro con la presencia de los caballeros de San Juan en las islas. En esos siglos (XVI-XVIII) triunfó el barroco en Europa y por supuesto, también en Malta. Los caballeros atrajeron a los mejores arquitectos de su tiempo y sus obras siguen asombrando. No son sólo las iglesias y los palacios, hay barrios y ciudades enteras que parecen detenidos en el tiempo y son, por tanto, excelentes escenarios para la industria del cine. El Grand Harbour ha sido el puerto de Marsella en El conde de Montecristo de Kevin Reynolds. Mdina, en la misma película, fue Roma, y la torre de la pequeña islita de Comino fue el castillo de If, la prisión de la que escapa el protagonista.
También la BBC elige Malta como ambientación para sus series históricas.
La BBC suele venir a Malta para rodar series ambientadas en los siglos XVIII y XIX, ya estén ambientadas en Francia, Italia o Grecia. Estas series, como Daniel Deronda y Byron, no son muy conocidas en España pero tienen la calidad de las producciones históricas británicas.
Pero Malta no es un museo de arquitectura de hace siglos sino un país vivo y moderno. La arquitectura tradicional está muy bien adaptada al ambiente mediterráneo y por ello es muy similar a la de otros países ribereños, tanto del sur de Europa como del norte de África u Oriente Medio. Esto lo vio muy bien Steven Spielberg cuando en 2005 empezó a rodar una historia tan complicada como la de Munich. Complicada porque estaba ambientada en España, Italia, Grecia, Líbano, Chipre, Israel y los Territorios Palestinos. ¿Dónde iba a encontrar un lugar que, con pocos cambios, sirviera para identificar tantos lugares diferentes? En Malta, naturalmente.
Éxito no asegurado
No fue el primero en encontrar inspiración en estas islas. Mucho antes, en 1979, Alan Parker convirtió Malta en Turquía en la impactante Expreso de Medianoche. La prisión era, en realidad, Fort St Elmo, el extremo de La Valeta, el lugar que protege la entrada del puerto.
Sin embargo, rodar en Malta no es garantía de éxito en las pantallas. Sí, La isla de las cabezas cortadas, de Renny Harlin, la historia de piratas protagonizada por Geena Davis, ocupa un lugar muy alto en la lista de desastres económicos de la historia del cine. Parece que es más fácil asegurarse el buen tiempo al rodar en Malta que el triunfo en la taquilla.