Cuando el pasado junio los británicos votaron a favor de abandonar la Unión Europea, fueron muchas las voces que clamaron contra la irresponsabilidad de los tabloides, a los que culparon de alentar el brexit con un discurso que silenció las consecuencias económicas y políticas de conllevaría esa decisión. Pocos meses después, Donald Trump ha ganado las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y lo ha hecho pese a contar con la oposición de la inmensa mayoría de los medios de comunicación de este país, que se posicionaron del lado de Hillary Clinton y fallaron estrepitosamente en sus análisis sobre lo que ocurriría el 8 de noviembre. Una vez más, la prensa ha sido señalada por no estar a la altura en un gran acontecimiento.
Si la labor del cuarto poder es la de describir la realidad con la mayor exactitud posible, se puede decir que los grandes periódicos y medios de comunicación se han salido por la tangente al considerar que el magnate no tenía opciones de victoria. Quizá por su lejanía intelectual y material con respecto a la 'América profunda' o quizá por los intereses económicos que mueven a sus editores.
Lo cierto es que Donald Trump llegará el próximo enero la Casa Blanca sin aliados mediáticos de peso. Es decir, lo hará a pesar de la prensa de su país, que en su mayor parte le ha dado la espalda durante su carrera hacia la Presidencia y que pudo dar al traste con sus aspiraciones tras airear durante las semanas previas al 8N sus escándalos sexuales e incumplimientos fiscales del pasado. Ni siquiera Rupert Murdoch le otorgó su apoyo incondicional, tanto por la animadversión de algunos de los periodistas de referencia de Fox News hacia el republicano, como por la antipatía que le genera al propio dueño de News Corporation.
Sin aliados en los medios
De las aproximadamente 350 cabeceras que se editan a diario en Estados Unidos, un total de 243 han respaldado de forma expresa la candidatura de Hillary Clinton, entre las que se encuentran los grandes pesos pesados del sector, como The New York Times, The Washington Post, Wall Street Journal o el tan leído USA Today. Trump sólo ha gozado del apoyo explícito de 20 publicaciones, muchas de ellas de corto alcance y de dudosa reputación. Entre ellas, The Crusader, el periódico oficial del Ku Klux Klan.
Entre los pocos medios de comunicación que apoyaron a Trump se encuentra The Crusader, el periódico oficial del Ku Klux Klan.
Lejos de debilitarle, las críticas de la prensa parece que fortalecieron a Trump y reforzaron su conexión con las clases bajas estadounidenses, ésas a las que los analistas acusan de no leer nunca los periódicos y que, durante los mítines del magnate, gritaban “press-titutes, press-titutes”. Recibieron y creyeron el mensaje de que los periódicos estaban con Hillary Clinton porque representaba los intereses de Wall Street, donde mandan las grandes compañías contra las que ha arremetido el candidato republicano por activa y por pasiva, acusándolas de no defender los intereses de su país. Y, según se desprende de las proclamas que lanzaban, lo creyeron.
La consultora estadounidense mediaQuant calculó el pasado mayo que durante el proceso de primarias del Partido Republicano, Trump obtuvo un espacio mediático que hubiera tenido un coste de 2.400 millones de dólares si lo hubiera querido ocupar con mensajes publicitarios. No importa que la prensa hable mal de alguien. Lo importante que sus mensajes figuren en sus páginas. Los medios de comunicación denigraron el discurso populista de Trump e intentaron contrarrestarlo. A veces con argumentos racionales y a veces con una visceralidad que rara vez se había visto en cabeceras como The New York Times. Pero sus mensajes llegaron a los ciudadanos y casi 60 millones le apoyaron.
Vetos a los medios enemigos
Trump tampoco ha permanecido impasible ante los ataques de los medios de comunicación. Al revés, se ha mostrado irascible ante determinadas embestidas e incluso ha avisado de la necesidad de restringir la libertad de prensa de una forma u otra. El 45º presidente de los Estados Unidos ha vetado a medios como The Washington Post, Univisión, Huffington Post o BuzzFeed, y ha tenido airadas disputas con algunos periodistas.
Eso sí, tan sólo unas horas después de que se confirmara su victoria en los comicios, uno de los periódicos que le ha dedicado más críticas, The New York Times, publicaba un artículo en el que la emprendía con dureza contra la prensa, que ha dedicado varios meses a denigrar a los votantes de Trump por considerar que su pensamiento no se encuadra con la realidad del siglo XXI, cuando han sido precisamente los periódicos los que han demostrado una mayor desconexión con la sociedad y con las inquietudes que mueven a los ciudadanos.
Trump vetó durante la campaña a medios como 'The Washington Post' al considerar que eran perjudiciales para sus aspiraciones.
“Independientemente del resultado, ha quedado claro que las urnas y las proyecciones habían subestimado la fuerza del voto a Trump, y del movimiento que él construyó, que ha desafiado todos los pronósticos y expectativas desde que anunció su candidatura el año pasado”, detalla.
Y añade: “Por eso, el problema que ha surgido este martes es mucho más grande que el fallo de los sondeos. Está claro que algo ha fallado, fundamentalmente, en el periodismo, que ha sido incapaz de detectar y valorar en su justa medida el estado de ánimo de la población anti-sistema”.