Un sentimiento de sorpresa fluyó el pasado lunes por el Teatro Real de Madrid cuando, durante la Junta General de Accionistas del Grupo Prisa, el máximo responsable de la compañía, Juan Luis Cebrián, anunció su intención de presentar una candidatura al concurso de licencias para emitir en la TDT que recientemente ha convocado el Gobierno. Después de deshacerse de Cuatro por no saberlo rentabilizar, de vender Digital Plus para obtener liquidez y de perder cientos de millones de euros en operaciones como la OPA a Sogecable de 2007, la asamblea acogió con extrañeza la propuesta de Cebrián de volver a la televisión en abierto.
Esta mera declaración de intenciones ha sentado como un jarro de agua fría en la familia Polanco, cuya sociedad, Rucandio S.A., posee actualmente el 19,45 % de las acciones del grupo, según los últimos datos aportados a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Fuentes cercanas al vicepresidente de la compañía, Manuel Polanco, y a su exregente y presidente de honor, Ignacio Polanco, han afirmado que los hermanos son totalmente contrarios a concursar por un permiso de emisión en la TDT y, por supuesto, a explotar un canal con el que el grupo se arriesga a perder muchos millones de euros, tal y como ocurrió en experiencias precedentes.
Consideran un error la vuelta a este negocio, en un momento en el que Prisa ha anunciado que dejará de invertir en sus divisiones menos rentables para centrarse en actividades que puedan hacer remontar a la compañía. Por eso, no entienden la vuelta a un medio de difusión que, en el pasado, ha provocado más disgustos que alegrías en su cuenta de resultados.
La OPA de Prisa a Sogecable aumentó la deuda del grupo hasta niveles insostenibles
Una relación complicada
Este hecho supone sólo el último episodio de la larga lista de desencuentros entre los Polanco y Cebrián. La familia del fundador ha expresado en múltiples ocasiones en su entorno sus recelos sobre el poder omnímodo que ejerce el presidente ejecutivo de la compañía -consentido por ellos, en buena parte- y sobre su forma de gestionarla.
Su deuda bancaria neta es, en estos momentos, cercana a los 2.600 millones de euros y su peso específico en la sociedad española es mucho menor que en aquellas décadas de 1980 y 1990 en las que las portadas de El País era capaces de marcar la agenda política y social de la nación. Cuando, con Felipe González en la Presidencia, a este periódico se le conocía como “la prolongación del BOE”, recuerdan estas fuentes.
Una buena parte de la crisis financiera del grupo se explica en la mala gestión de sus negocios audiovisuales. Cuatro se lo “regaló” el Gobierno de Rodríguez Zapatero, pero “nunca fue bien administrado, ni alcanzó la cota de audiencia que pretendía el grupo”. Por su parte, la OPA que lanzó a Sogecable situó a la empresa al borde del abismo, pues se realizó en un momento en que la compañía alcanzaba su récord en la bolsa e incrementó en varios cientos de millones de euros la deuda del holding creado por Jesús de Polanco, detallan fuentes del grupo.
Un ascenso al poder consentido
No hay que olvidar que la ascensión de Cebrián al altar mayor de Prisa sólo puede explicarse por la falta de resistencia efectiva de los descendientes del fundador ante su sed de poder. El episodio más significativo, en este sentido, puede fecharse el 5 de diciembre de 2008, cuando el actual líder de la empresa tomó el mando de la Comisión Ejecutiva y asumió el control de las operaciones, en detrimento de los hijos de un Jesús de Polanco que había fallecido un año y medio antes.
En 2012, Cebrián aceptó la presidencia ejecutiva y desplazó a Ignacio Polanco a la presidencia de honor, lo que se interpretó como una suave retirada. Meses antes, el exdirector de El País había conseguido apartar de su cargo a Enrique Polanco, primo segundo de Ignacio a quien desahució de su puesto de director de Seguridad Corporativa. Y, antes de Enrique, fueron Jaime Polanco y Javier Díez Polanco los que abandonaron los puestos de decisión del grupo tras sus enfrentamientos con su ejecutivo más destacado, según los mismos informantes.
Desde la muerte de Jesús de Polanco en 2007, el poder de Juan Luis Cebrián se ha expandido a lo largo de todas las parcelas de la compañía
El único Polanco que hoy conserva galones en Prisa -al menos, sobre el papel- es Manuel, que ejerce de vicepresidente ejecutivo, aunque bajo la ineludible sombra de Cebrián, único foco de decisión y “respaldado por un núcleo duro que impone su criterio en el Consejo de Administración casi sin oposición”, afirman a Vozpópuli fuentes de la compañía, que recuerdan que, tras la reunión del pasado lunes, este órgano ha reforzado aún más su poder frente a la Junta General de Accionistas.
Críticas al “duopolio” televisivo
Lo que no ha sentado nada bien en las televisiones privadas es que Juan Luis Cebrián les acusara de conformar un “duopolio” durante su última intervención ante sus socios. Entre otras cosas, porque Prisa contribuyó al establecimiento de la estructura bicéfala actual de este sector, cuando, en 2010, acordó vender Cuatro a Mediaset (y el 22 % de Digital Plus) por casi 500 millones de euros.
Fuentes de la compañía tampoco entienden cómo la empresa estudia introducirse en este sector, después de haber declarado que su intención en este momento es "centrarse en el negocio de la educación y la información, con especial foco en el crecimiento en América Latina", tal y como expresó en un comunicado de prensa minutos después de que la CNMC aprobara la venta de Digital Plus a Telefónica.
"Todo esto da una sensación de falta clara de ideas que perjudica la imagen de Prisa en la sociedad. Y esa pérdida de imagen, esa mutación de la filosofía de la compañía, es algo de lo que los Polanco acusan directamente a Cebrián", concluyen fuentes cercanas al núcleo de decisión del grupo.