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¿Se puede crear una startup con pocos recursos y tener éxito?

Son pequeñas empresas asociadas a la innovación que surgen de una idea simple pero útil. Algunas se convierten en un boom, como Twitter, y otras no llegan a nacer. ¿Cómo funcionan estas microempresas?

En época de crisis toca reinventarse y asumir nuevas estructuras, también en el terreno empresarial. Es el caso de las llamadas startup, pequeñas empresas de reciente creación, generalmente asociadas a la innovación, pero con un gran potencial de crecimiento. Pero, ¿cómo nace una startup?

Lo primero, tener una idea. Una idea innovadora, por supuesto. Internet, la extensión del uso de los dispositivos móviles (teléfonos y tablets) y el mercado de aplicaciones para estos dispositivos han contribuido notablemente a la proliferación de las empresas de tipo start-up. ¿Y después? ¿Cómo se convierte una idea en negocio?

"Montar una startup es muy difícil”, comenta Nacho Cobos, uno de los muchos emprendedores que se lanzó a crear una empresa de este tipo. “Lo más difícil es tener la idea pero también hacen falta un montón de cosas”. Una de ellas, saber adaptarse al mercado, que continuamente está cambiando.

Pueden surgir grandes ideas fijándose en cómo las nuevas tecnologías han cambiado nuestras costumbres. Es el caso de Aitor Grandes, que creó 24symbols junto con otros tres socios a partir de los cambios que se han producido durante los últimos años en nuestra forma de consumir ocio. En este caso, volcado en el terreno de la literatura. El concepto es sencillo: “es el Spotify de los libros”, explica. Al igual que la famosa aplicación permite al usuario acceder a un catálogo música mediante una suscripción (gratuita o de pago, cada una con sus propias características), 24symbols permite al usuario acceder a un catálogo de libros on-line desde un dispositivo móvil (también con diferencias entre las cuentas gratuitas y las cuentas de pago).

Una ocupación a tiempo completo

Una vez tenemos la idea, la dedicación es fundamental para sacar adelante un proyecto de este tipo. Como bien señala Nacho “no te lo puedes tomar como un hobby al que dedicarle los ratos libres”. Muchos de los emprendedores que deciden comenzar una startup dejan trabajos estables para dar forma a su proyecto.

Es el caso de Xavi Beumala, creador de Marfeel, que lleva algo más de un año dedicado exclusivamente a su idea, una aplicación que permite adaptar todo tipo de contenidos a los tablet. Dejó un buen puesto en una gran compañía tecnológica internacional para sacar adelante su producto, en el que cree firmemente. “Si no te lo crees tú, no te va a creer nadie”, asegura. Al principio sólo eran dos, él y otro socio. Ahora cuenta con un equipo de cinco personas, que ha visto como su trabajo empieza a dar sus frutos: hace un mes emitieron la primera factura. “Ganar el primer euro es un momentazo”, comenta, y asegura que esa primera factura está enmarcada en la oficina.

Aitor y sus socios también dejaron sus trabajos como ingenieros para dar vida a 24symbols. Los cuatro trabajaban en la misma compañía, que fueron abandonando escalonadamente hace dos años para dedicarse plenamente a su startup. Es difícil, porque para estas pequeñas empresas es muy difícil conseguir ingresos a corto plazo y los primeros meses de trabajo (casi podríamos decir que el primer año si nos fijamos en experiencias como Marfeel) no dan ningún beneficio económico.

Financiación y equipo, los pilares básicos

No todas las startup llegan a despegar, como ocurrió con la idea de Nacho, Menú para hoy. Desde 2006, ha intentado sacar adelante este proyecto, que nació como aplicación web y más tarde, siguiendo la evolución de la tecnología, se convirtió en aplicación para smartphone. Ha habido dos intentos y las dos veces fracasó, precisamente por fallos en los dos pilares básicos de la startup: la financiación y el equipo.

En la primera ocasión, el problema fue el equipo de trabajo. El desarrollo de un proyecto así necesita de un equipo de varias personas. “Algo es grande cuando no lo puede hacer una sola persona”, comenta Xavi, que añade que es una manera de medir la magnitud de tu proyecto. Hay que implicar a la gente, o “enamorar al equipo”, como él dice, y para ello existen distintas fórmulas.

Una de ellas es el reparto de la participación de la compañía. “El reparto de la sociedad no tiene que ser equitativo, tiene que ser justo”, afirma Nacho. Se puede hacer atendiendo al trabajo, a la responsabilidad o a la aportación económica que haya hecho cada socio, por ejemplo. Así, las personas implicadas son partícipes del éxito de la compañía. “Si la idea pega el pelotazo, te llevas el 2% del pelotazo”, resume.

"Somos cinco pero rendimos como dos equipos de fútbol”, bromea Xavi, que tiene muy claro que la motivación es muy importante para mover a la gente y sacar el trabajo adelante. Los tres emprendedores entrevistados coinciden en la importancia de contar con un buen equipo de trabajo, responsable y autónomo para poder sacar adelante una startup.

La otra 'pata' que sostiene las startup es la financiación. Para estas empresas tan pequeñas es básico el contacto con los inversores. Ahí es donde se demuestra la solidez de la idea en el punto de inicio de este camino. “La primera inversión la tienes que hacer tú”, explica Xavi. Después hay que mantener un contacto continuo con los inversores, que son quienes someterán a juicio el potencial de la idea a la hora de valorar si les va a dar rentabilidad en el futuro.

Para Xavi es básico diferenciar desde el principio si quieres refugiarte en el emprendimiento como manera de conseguir un empleo o lo que realmente quieres es conseguir un negocio. Según explica el fundador de Marfeel, esta cuestión genera en muchas ocasiones choques con los inversores, que buscan precisamente lo segundo, un negocio rentable, a la hora de apoyar o rechazar un proyecto. También señala que “el emprendimiento es el camino no el objetivo” y recuerda la importancia de avanzar cada día.

Ayuda a las startup

Las llamadas incubadoras son un importante punto de apoyo para las startup que se encuentran en su fase inicial. Una de ellas es el Parque Científico de Madrid, que cuenta con todo tipo de recursos para ayudar a estas empresas en su andadura, desde instalaciones como oficinas o laboratorios hasta asesoramiento de todo tipo, pasando por programas formativos en cuestiones más empresariales, ya que las personas que se embarcan en este tipo iniciativas suelen tener un perfil más técnico.

Ana Torrejón, de la Unidad de Transferencia Tecnológica del Parque Científico, explica que en muchas ocasiones no saben cómo convertirse en empresas a partir de la idea. “Están muy perdidos. La mayoría tienen muy buenas ideas pero no saben adónde acudir”, reconoce.

"Los proyectos tecnológicos adolecen de un plan de viabilidad y de un modelo de negocio”, señala. Ahí donde instalaciones como el Parque Tecnológico de Madrid entran en juego. Una de las iniciativas con que cuenta el Parque es el Laboratorio Emprendedor, orientado a proyectos de Tecnología de la Información y Comunicación (TIC) en fase inicial que quieran convertirse en empresa. En total, se seleccionan doce proyectos, a los que se prestará apoyo y formación durante seis meses.

Estas incubadoras se convierten en un microcosmos de pequeñas startup que comparten un mismo espacio y, en ocasiones, más de una alegría. Xavi las califica como “un espejismo en el que siempre pasan cosas buenas”. “Siempre hay algo que celebrar”, si no es de tu empresa, es de la de al lado. Así, explica, se crea una red de “apoyo entre todas las empresas que están ahí”.

La importancia de la internacionalización

Aunque pequeñas, las startup tienen un gran potencial de crecimiento, una de sus principales características. Tanto Ana como Xavi coinciden en la importancia de la internacionalización para la consolidación de estas empresas. El fundador de Marfeel recomienda “no pensar en local jamás”.

"La demanda interna es muy baja”, señala Ana. “Para las grandes empresas es un constipado pero para las pequeñas es una pulmonía”, por lo que muchas de ellas se ven obligadas a salir al exterior para garantizar su subsistencia. “Las empresas que mejor salen adelante son las que salen al exterior”.

Aún así, y a pesar de las dificultades que surgen a veces, para Ana “es un soplo de aire fresco que en estos momentos alguien se embarque en la aventura de emprender”.

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