El Premio Darwin 2023 ha salido madrugador. Unos millonarios decidieron pagar 250.000$ para sumergirse a 3.800 metros de profundidad en un submarino de fabricación casera, dirigido con un mando de la primera PlayStation y después de firmar un contrato de 500 páginas que eximía a la empresa de responsabilidad. Durante días hemos creído que los cinco tripulantes estaban viviendo la muerte más agónica posible, quedándose poco a poco sin oxígeno mientras todo el universo hacía memes sobre la tragedia, pero finalmente se ha informado que el submarino implosionó.
El seguimiento de la noticia en Twitter ha vuelto a rescatar el debate de dónde están los límites del humor, en este caso en 275 atmósferas de presión. Hemos visto a chavales en las redes alegrándose abiertamente de que unos ricos, por ser ricos, estuviesen sufriendo una muerte lenta y agónica. Parece que el daño neurológico que están provocando el reggaetón y TikTok es mayor de lo que parecía. Ha surgido también la figura del ‘enterado’ que preguntaba por qué los ricos no abrían la escotilla, subían a la superficie buceando y se agarraban a la aleta de algún tiburón para llegar a la costa.
Las televisiones también han hecho su clásicos especiales de las tragedias buscando expertos en agua como David Meca. En Estados Unidos han entrevistado a James Cameron que ha contado que se ha sumergido 33 veces para visitar el Titanic y que calcula que ha pasado más tiempo en él que el propio capitán del barco. Tiene pinta de que el director ya se olía algo de que esto podía pasar porque ha rodado cuatro secuelas de Avatar del tirón para tener este año libre para rodar Titanic 2.
La tragedia del Titán nos ha servido a muchos para descubrir que James Cameron es un apasionado de los océanos, que grabó Titanic como excusa para poder sumergirse y ver los restos del transatlántico y que es la primera persona en llegar al lecho marino más profundo, la fosa de las marianas. La Tuitopía de hoy es un especial sobre el Titán.
