Dicen la leyenda que cuando María Antonieta fue capturada en la Revolución Francesa para ser conducida a la guillotina su pelo se encaneció de repente. Más recientemente, el político estadounidense John McCain contaba cómo su pelo se había vuelto blanco tras caer prisionero en la guerra de Vietnam. Aunque este tipo de cambios es especialmente visible en personas con mucha responsabilidad como los políticos, durante mucho tiempo, la relación del estrés con la aparición súbita de canas se ha considerado algo anecdótico y sin mucha solidez científica. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard no solo han descubierto la base real del fenómeno, sino que han desentrañado los mecanismos por los que funciona.
En un trabajo publicado este miércoles en la revista Nature, el equipo de Ya-Chieh Hsu detalla una serie de experimentos con ratones que les han permitido descubrir que el estrés activa el sistema nervioso central y dispara la respuesta de lucha o huida, lo que causa un agotamiento en las células madre que participan en la regeneración de los pigmentos en los folículos pilosos. “Todo el mundo tiene alguna anécdota sobre cómo el estrés afecta a su cuerpo, particularmente a su piel y a su pelo, los únicos tejidos que vemos desde fuera”, asegura Hsu. “Queríamos entender si esta conexión es cierta y, si era así, cómo el estrés produce cambios en los diversos tejidos. La pigmentación del pelo un sistema accesible y tratable para empezar, y además teníamos curiosidad sincera por ver si el estrés lleva de verdad al encanecimiento del pelo”.
Para encontrar la respuesta los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos muy interesantes en ratones de laboratorio de la cepa C57, con una coloración oscura, a los que indujeron dolor químicamente, sin producir ningún daño físico. “En este modelo”, explica Thiago Mattar Cunha, coautor del estudio, “administramos una sustancia llamada resiniferatoxina (RTX) para activar un receptor expresado en las fibras nerviosas del dolor y producir un dolor intenso. Después de cuatro semanas de inyecciones sistemáticas de la toxina, un estudiante de doctorado observó que su piel se había vuelto completamente blanca”. Una vez conocida que el estrés era el causante, y tras descartar otros factores, había que buscar el mecanismo que estaba actuando.
La primera hipótesis de los investigadores era que el estrés estaba provocando un ataque del sistema inmune a las células responsables de la pigmentación. Sin embargo, cuando lo probaron con ratones sin células de defensa, el pelo se seguía poniendo blanco. A continuación, probaron a ver si el cortisol, producido por la glándula suprarrenal, estaba implicado en la respuesta. Pero el resultado también fue negativo. “El estrés siempre aumenta los niveles de la hormona cortisol en el cuerpo, así que pensamos que estaría participando”, explica Hsu. “Pero sorprendentemente, cuando quitamos la glándula suprarrenal de los ratones para que no produjeran estas hormonas, su pelo seguía volviéndose gris en condiciones de estrés”.
“El impacto negativo del estrés que hemos descubierto va mucho más allá de lo que imaginaba”
Después de descartar todas estas posibilidades, los autores del estudio se centraron el sistema nervioso simpático, que es el responsable de activar las respuesta de lucha o huida cuando detectamos una amenaza. Los nervios del sistema simpático llegan a cada uno de los folículos pilosos de la piel y cuando se produce un estímulo estresante secretan norepinefrina, que es absorbida por las células madre que se transforman en células pigmentarlas y aportan el color del pelo mediante los melanocitos. Acababan de encontrar el culpable, puesto que esta sustancia hacía que las células madre se activaran en exceso y agotaran la capacidad del bulbo capilar de producir pigmento. “Cuando empezamos a estudiar esto, yo esperaba que el estrés fuera malo para el cuerpo, pero el impacto negativo del estrés que hemos descubierto va mucho más allá de lo que imaginaba”, asegura Hsu. “Después de solo unos cuantos días, todas las células troncales regeneradoras de pigmento se habían perdido. Una vez que se van, ya no puedes regenerar pigmento nunca más, el daño es permanente”.
Para Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) que investiga procesos genéticos de pigmentación, se trata de un trabajo “fascinante”. “Este grupo constata ahora científicamente cómo el estrés, que induce la secreción de noradrenalina por parte de los nervios simpáticos, conduce a la rápida aparición de canas por desaparición de las células madre pigmentarias de su nicho en el bulbo capilar”, explica a Vozpópuli. “Estas células madre desaparecen al proliferar y transformarse en células pigmentarias, que tras ser usadas en un ciclo del pelo, para el siguiente ya no quedan, por eso el siguiente pelo que sale ya es blanco”. En otras palabras, es como si después de una experiencia altamente estresante, a los bulbos capilares se les acabara súbitamente el ‘toner’ y no pudieran seguir “imprimiendo” pelo oscuro.
El mito de María Antonieta
Un matiz interesante es que el sistema ha sido probado solo en ratones, apunta Montoliu, y aunque los autores han comprobado que algunos de estos procesos se producen en melanocitos humanos en cultivo, el mecanismo de pigmentación del pelo es diferente en los ratones y en las personas: ellos cambian cada pelo y nosotros los repigmentamos. Este hecho hace que la posibilidad de a una persona se le ponga el pelo blanco en el transcurso de unas horas, sencillamente no exista, por la propia naturaleza del pelo. “Un pelo negro no se va a convertir súbitamente en blanco, es una estructura inerte ya pigmentado", indica Montoliu. "Se convertirá en blanco cuando se complete el proceso de renovación, y eso no sucede en unas horas”. Este mecanismo sí podría explicar, en cambio, el deterioro físico que se produce en algunas personas sometidas a un gran estrés, como los presidentes de gobierno que en pocos años mudan el pelo negro por una cabellera canosa. En su caso, no solo afecta el paso de los años, sino que la presión de sus responsabilidad podría estar influyendo de forma notable.
El objetivo es conocer ahora si el estrés puede actuar de forma similar sobre otros órganos y tejidos
El resultado es particularmente interesante porque permite conocer cómo las neuronas periféricas pueden afectar a las células madre de algunos tejidos del cuerpo y a su expresión genética. El objetivo es conocer ahora si el estrés puede actuar de forma similar sobre otros órganos y tejidos, lo que podría conducir a nuevos estudios para evitar sus consecuencias. “Entendiendo con precisión cómo afecta el estrés a las células madres que regeneran el pigmento”, concluye Hsu, “hemos sembrado el terreno para entender cómo afecta el estrés a otros tejidos y órganos del cuerpo”. Y esto puede ser determinante para crear nuevos tratamientos para uno de los procesos que más problemas de salud crea hoy en día en las personas.
Referencia: Hyperactivation of Sympathetic Nerves Drives Melanocyte Stem Cell Depletion (Nature) DOI: 10.1038/s41586-020-1935-3 c