Ciencia

Lo que Philae nos enseñó al rebotar sobre el cometa 67P

Los científicos ya tienen todos los datos sobre el descenso del módulo aterrizador sobre el cometa, incluidas las imágenes de aproximación. Con la información recuperada han realizado una meticulosa reconstrucción de su trayectoria y han obtenido valiosos detalles de cómo es su superficie.

  • Una imagen del cometa tomada por Philae durante el descenso

Eran las 15:34:03 del 12 de noviembre de 2014, cuando el pequeño módulo Philae tomó contacto con la superficie del cometa 67P/ Churyumov-Gerasimenko. A 400 millones de kilómetros, en la Tierra, los equipos de la ESA contenían el aliento ante una de las hazañas más increíbles realizada por la humanidad: alcanzar un cometa en movimiento y posarse sobre su superficie. Pero una décima de segundo después, algo había fallado. El sistema de retropropulsión por gas para amortiguar el contacto no entró en funcionamiento y los arpones para fijarse al terreno no se dispararon. Philae estaba de nuevo en el aire, en dirección incierta y con posibilidad de salir despedida para siempre del cometa.

Durante las siguientes horas se inició una carrera para averiguar lo que había pasado con Philae en la que los técnicos emplearon todo tipo de herramientas. Como en una pesquisa policial, se rastreó cada una de las imágenes tomadas por la cámara OSIRIS desde la sonda Rosetta, en órbita del cometa, y se encontraron huellas de las patas de Philae, nubes de polvo y fugaces apariciones de su sombra sobre las rocas grises y heladas. Con aquellos primeros datos, los científicos pudieron determinar que Philae había rebotado varias veces sobre el cometa y había terminado con sus huesos en un oscuro recoveco a la espera de recuperar su batería.

Ocho meses después, los científicos ya tienen todos los datos para reconstruir por completo lo que sucedió durante aquellos instantes y han realizado un minucioso informe sobre todo lo que la misión nos ha ayudado a aprender sobre la superficie del cometa y sus características. En primer lugar, los datos indican que el encuentro con el cometa fue todo un prodigio de precisión: las coordenadas indican que estaba a solo 112 metros del lugar de aterrizaje elegido y a 51 segundos respecto al tiempo estimado, un margen de error extraordinariamente pequeño teniendo en cuenta la velocidad y distancia. Según el trabajo publicado por el equipo de Jens Biele en la revista Science, junto a otros seis estudios detallados de la misión, el módulo Philae tomó contacto con el cometa a la velocidad esperada de 1m/s (muy despacito) en la zona bautizada como Agilkia y a continuación comenzó un viaje que, según la lectura de los instrumentos de a bordo, duró 1 hora y 57 minutos e incluyó dos rebotes y una colisión.

Biele y su equipo han utilizado los datos de los instrumentos y las imágenes tomadas por Rosetta y Philae para calcular las características del terreno sobre el que se posó Philae en primera instancia e incluso hacen una estimación del lugar en el que tocaron cada una de sus tres patas. Los científicos creen que la superficie era de textura granular en ese lugar y que tenía un espesor de unos 25 centímetros, con una capa más dura en la parte inferior. Esta capa, estiman, ofrecía una fuerza compresiva de alrededor de 1 kilopascal mientras que en la segunda zona de rebote esta fuerza era de más del doble. En cualquier caso, explican, la tensión del terreno era mayor de lo estimado inicialmente para el cometa, especialmente en los salientes.

En otro de los trabajos presentados en el especial de la revista Science de esta semana, el equipo de Wlodek Kofman informa de que la composición de la cabeza del cometa es bastante homogénea, según los datos obtenidos mediante el envío de señales electromagnéticas a través del objeto. En otro trabajo, Fred Goesmann y sus compañeros dan cuenta de los datos recogidos por el instrumento COSAC, que puede ayudar a comprender mejor el origen de la vida en la Tierra. Sus resultados indican la presencia de 16 compuestos orgánicos, cuatro de los cuales no se habían identificado anteriormente en cometas. Otros instrumentos en Philae indican también la presencia de componentes aromáticos como el benceno y que su geología puede haber sido moldeada en parte por la erosión.  La temperatura en la superficie oscila entre los -183 y los -143 grados Celsius y el suelo en la zona de impacto está hecho de polvo de hielo compacto con una porosidad de entre el 30 y el 65%.

Referencias: The landing(s) of Philae and inferences about comet surface mechanical properties (Science) | 67P/Churyumov-Gerasimenko surface properties as derived from CIVA panoramic images (Science) | Organic compounds on comet 67P/Churyumov-Gerasimenko revealed by COSAC mass spectrometry (Science)

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