Análisis

Marca España: odiar a Lorenzo, ignorar a Pedrosa y justificar que Rossi patee a Márquez

  

  • Márquez, Pedrosa y Lorenzo, en el GP de las Américas 2013.

Si un piloto (Jorge Lorenzo) de cualquier país se estuviera jugando un título mundial y su máximo rival, de otra nacionalidad (Valentino Rossi), actuase con la suciedad que lo hizo este domingo pateando y tirando a otro compatriota (Marc Márquez), dicho país sería un clamor defendiendo a los suyos y atizando al enemigo deportivo. España, no.

En España, muchos odian a Jorge Lorenzo e idolatran a Valentino Rossi. Tal cual. Al menos hasta lo sucedido en Malasia. ¿Por qué? ¿Ha hecho algo innoble o ilegal el español durante su carrera deportiva o este año para estar en condiciones de disputar el campeonato de MotoGP? En absoluto. Pero cae mal. Así de simple y así de triste. Su carácter seco, borde incluso, pesa más que sus méritos en la pista y, sobre todo, que su nacionalidad. ¿Patriotismo? Eso es de "fachas". Rossi es italiano pero, aparte de su estratosférica calidad deportiva, es tan simpático...

En cualquier país, antes de que Rossi se hubiera permitido la chulería de amenazar con no correr en Valencia, sus habitantes ya habrían exigido al Gobierno que le prohibiera cruzar la frontera

Dani Pedrosa, otro españolito, no cae mal. Ni bien. Ni todo lo contrario. Tímido y educado, era la gran esperanza del motociclismo nacional, así que una mayoría absoluta se puso de su lado cuando hace años luchaba a muerte con Lorenzo. Pero el catalán no acabó de explotar, ha remendado su relación con el mallorquín y ha pasado a ser un competidor correcto que no levanta pasiones. Sí, la gente en este país se alegra de sus victorias pero, como diría el gran Luis Aragonés con aquella impagable ironía suya, "sin presumir".

Marc Márquez también es español. Y este sí cae bien. Es un fenómeno sobre la moto y, encima, un joven simpático y alegre. Pero se ha empeñado en ser extremadamente profesional, y eso da la casualidad de que en la carrera de Sepang le enfrentó directamente con Rossi. Se puede decir que la agresividad de Marc perjudicaba a un italiano y, en consecuencia, beneficiaba al compatriota Jorge Lorenzo. Fabuloso e ideal, ¿no? En España, no.

En cualquier país, antes de que Rossi se hubiera permitido la chulería de amenazar con no correr en Valencia la última carrera, sus habitantes ya habrían exigido al Gobierno que le prohibiera cruzar la frontera. En España, en cambio, un puñado de españoles no sólo justifican que un italiano emplee las peores y más peligosas artes para tirar al suelo a Márquez, sino que muestran su enfado, incluso su ira, contra aquellos que osan criticar a Valentino. Y el 8 de noviembre, las gradas de Cheste, en lugar de convertirse en una marea de animación unánime a Lorenzo, habrá división de opiniones. Y no pocos gritarán a favor de Rossi. 

Y así sucesivamente...

Resumiendo, existe un país que tiene tres pilotos excepcionales en la élite del motociclismo universal, uno de ellos con serias opciones de ganar el Mundial... pero un puñado de compatriotas prefieren que el título viaje a otra nación porque allí vive un piloto que, ciertamente, es una leyenda y, además, la simpatía personificada. La alegría de la huerta.

Ese país se llama España. O, mejor, 'Expaña'.

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