El proceso de renovación es imparable en todos los aspectos de la vida, y la NBA no se libra de esta ley natural en la que unas generaciones dan el relevo a las venideras. La temporada que comienza en Estados Unidos tiene mucho de esto. Las grandes estrellas que han devuelto la salud a la liga norteamericana con un 'Star-System' a la altura del de los ochenta van entrando en años. La época de los Magic, Bird, Jordan y Barkley tuvo su fecha de caducidad, al igual que la de los grandes nombres actuales parece estar más cerca.
El drama es menor si tenemos en cuenta la magnífica generación de jugadores que se incorpora en este curso a la competición, cerca de una decena de estos jugadores no llegan para hacer los coros, más bien quieren empezar a ser relevantes desde su primer año. La transición no puede ser mejor, en un momento en el que a las estrellas actuales aún les queda brillo y pueden ejercer de ‘profesores’ en su adaptación. Llega la mejor liga del mundo una ‘camada' muy prometedora que garantiza el relevo generacional con un proceso suave. Como refleja la revista Sports Illustrated en su edición previa a la NBA, estrellas en su tramo final como Wade, Garnett o Bryant serán los mejores consejeros de Winslow, Towns y Russell respectivamente.
Cleveland como epicentro de la acción
Puestos a hacer pronósticos, que es lo que se lleva a estas alturas del año, es complicado no ‘columpiarse' porque la distancia entre los favoritos no es tan amplia. Cuando esa línea es tan delgada entran en juego factores individuales, y ahí la banca la rompe Cleveland con un LeBron James obsesionado con darle un anillo a sus vecinos de Ohio. La pasada campaña no pudo ser más cruel para los Cavs, una plaga de lesiones nos privó de conocer la verdad, aunque Golden State se llevara la gloria es cierto que el vencedor moral fue el equipo del Rey. Este año, con una nómina colectiva que supera los cien millones de dólares sería un pecado no pensar que el anillo llegará al Quicken Loans Arena.
El camino hacia la postemporada es largo y suele tener obstáculos, por esta razón ciertos equipos llegan mejor preparados que otros. La inevitable división por conferencias nos deja un año más una costa del Pacífico mucho más competitiva que la Atlántica, tendencia inquebrantable. No es casualidad que el actual campeón saliera del Oeste, tampoco que casi cualquiera de los cuatro mejores equipos de aquel costado de Estados Unidos hubiera competido en Las Finales. En este grupo de privilegiados podemos incluir, además de los Warriors, a cuatro equipos más: Grizzlies, Clippers, Spurs y Rockets. El criterio a seguir es sencillo, en esas cinco ciudades estarán ‘cabreados’ si en el mes de mayo no están adornando las calles para la final de Conferencia.
Si analizamos la costa Este el número de equipos capaces de levantar el título se reduce considerablemente. Ya están más que mencionados los Cavaliers y tras ellos sí existe distancia con Bulls y Hawks, dos equipos que metiéndose en la final de Conferencia deberían quedar satisfechos. Ambos son proyectos 2.0 como Cleveland, pero parten de una base mucho más humilde en lo económico y menos rimbombante en lo que a nombres propios se refiere.
¡Qué bueno que volviste!
Esta será también la temporada de los regresos notables, son muchos y muy importantes, la liga les ha echado de menos en la pista y en el circo mediático que es la NBA. Hablamos de Kobe Bryant, que encara su probable última temporada con el objetivo de que su último recuerdo vestido de corto sea digno y poder decir algún día que a todos esos jóvenes y desconocidos que hoy conforman el roster de los Lakers los bautizó él en la pista. No todos los días te puedes cambiar junto a la taquilla de un mito del basket norteamericano.
En la parcela de regresos no debemos olvidar a dos fijos para el All-Star como Kevin Durant y Paul George. Ambos tuvieron lesiones muy diferentes en gravedad, pero similares en duración y ansiedad. Que Oklahoma City e Indiana estén de nuevo entre los mejores dependerá directamente de que sepan volver por el mismo camino que algún día abandonaron contra su voluntad.
Sabor nacional
Por suerte, hablar hoy en día de NBA suele ir vinculado a un nutrido grupo de jugadores que casi cada verano se ponen la camiseta roja de la selección española. Los roles de cada uno de ellos parecen bien definidos y sus temporadas serán similares a la anterior. Los Gasol serán fundamentales en sus equipos para alcanzar metas bien altas y no es descartable una segunda instantánea histórica en el salto del All Star Game de Toronto allá por febrero. José Calderón y Serge Ibaka en sus respectivos equipos serán buenos escuderos para hacer olvidar una última campaña nefasta para ambas franquicias.
De todos ellos hay dos nombres que merecen mención a parte por motivos bien diferentes: Nikola Mirotic y Ricky Rubio. El de Minnesota afronta su año clave para que el aficionado medio y la liga en general le categorice definitivamente como estrella de la liga o como jugador secundario. Las lesiones no las elige nadie, pero es cierto que desde que firmara su actual contrato el de El Masnou no ha levantado cabeza y la llegada de jóvenes valores le han convertido en un suspiro en todo un veterano, con todo lo bueno y malo que esta distinción conlleva.
Nikola Mirotic disputará su año ‘sophomore’ entrando ya en los planes del equipo como pseudotitular, el relevo en el banquillo le ha favorecido en minutos y responsabilidad, y de lo segundo ya se ha hartado de demostrar que lo asume sin problema. Ya en su larga etapa en Europa quedó claro que siempre da pasos al frente y en la NBA no iba a ser diferente, su capacidad de adaptación humana y de juego es magnífica, sólo hay una manera de conocer su límite y parece que Hoiberg está dispuesto a ir hacia él.
* Nacho García es periodista de beIN Sports en Miami, además de director de la web de baloncesto El Juego de Naismith