La inflación es un fenómeno monetario y se produce cuando hay mucho dinero en circulación. Durante años, las inyecciones de liquidez barata de los bancos centrales elevaron los precios de los activos en forma artificial y originando burbujas como la de las criptomonedas o la de Wall Street que estallaron hace más de un año. La vuelta a la actividad económica global postpandemia llevó a que la inflación se acabara trasladando, ya en 2021, al consumo habitual de bienes y servicios, tendencia que se aceleró en febrero de 2022 con la agresión rusa a Ucrania y la absurda política energética europea, y especialmente alemana. Al ser la inflación un fenómeno monetario, aunque muchos insistan en que no lo es, los bancos centrales reaccionaron asumiendo su error (aunque sin dimisiones) revertiendo las políticas que habían aplicado durante más de una década. De forma tan contundente y veloz que en 13 meses el Euribor a 12 meses pasó de estar al -0,50% a casi el 4%.
Hasta hace algunas semanas la duda era cuánto más iban a subir los bancos centrales los tipos de interés y cuánto iban a reducir sus balances para reducir la liquidez del sistema. Los bancos centrales estaban muy solos en esta lucha ya que los gobiernos, en general, actúan en sentido contrario, subiendo salarios y dando ayudas que chocan con el objetivo de frenar el dinero en circulación. Por otra parte, las bolsas, contrariamente a lo que es habitual, llevaban meses de subidas (o más concretamente, de rebote) a pesar de este endurecimiento de los bancos centrales, gracias al sectorial financiero que, tras la corroboración ofrecida por sus últimos resultados, se entendía que mejoraban sus beneficios con las subidas de tipos de interés. Incluso el Gobierno español lo entendió así y aprovechó esa publicación de beneficios para inventarse un nuevo impuesto a la banca.
Los bancos centrales deben controlar la inflación pero también la estabilidad financiera y no se les ha ocurrido otra cosa que tomar dos medidas aparentemente contrarias
Sin embargo, la crisis del SVB y Signature han demostrado que la subida de tipos también tiene un efecto perjudicial en las entidades financieras: cuando se tiene mucho dinero invertido en deuda a tipos de interés muy bajos y hay necesidad de convertir ese papel en dinero, las pérdidas son muy fuertes. Y empezaron las dudas: ¿no debería la Fed dejar de subir los tipos? El mercado desde luego descuenta que será menos agresivo pero, al igual que hizo BCE la semana anterior, ha vuelto a subir los tipos de interés. Pero lo ha hecho después de una macro inyección de liquidez, justificada para asegurar todos los depósitos de los bancos intervenidos y calmar los ánimos. Los bancos centrales deben controlar la inflación pero también la estabilidad financiera y no se les ha ocurrido otra cosa que tomar dos medidas aparentemente contrarias. No lo digo yo, son palabras de Christine Lagarde. “La estabilidad de precios va con la estabilidad financiera, y ambos están presentes y se unen, pero no hay compensación”.
Lo cierto es que una crisis bancaria es incluso más desinflacionaria que una subida de tipos porque endurece los créditos, aumenta la remuneración a los clientes para retener su capital y reduce la confianza. Es decir, reduce el movimiento del dinero y el consumo, especialmente de los bienes que solemos adquirir con deuda como coches y viviendas y, sobre todo, las grandes inversiones empresariales. Es lógico que los bancos centrales corten con cualquier duda sobre el sistema financiero, y se puede entender que esa sea su prioridad en momentos convulsos ya que una desconfianza en los bancos provocaría una crisis sistémica. No hay más que ver el fuerte rebote del oro y de las criptomonedas (bastante especulativo este último puesto que se han perdido muchos más ahorros depositados en chiringuitos de criptomonedas que en entidades financieras) ante las dudas.
A los mercados financieros parece haberles gustado esta “solución” aunque a mí me inquieta mucho que caiga una entidad sistémica, de las que son “demasiado grandes para caer”
La bolsa parece haber asumido que la crisis está resuelta, incluso tras la caída del gigante helvético Credit Suisse. Esta quiebra se ha evitado con una fusión que ha provocado, al contrario de lo que se hace en la Eurozona y vimos con el Popular, que los accionistas al menos no perdieran todo su dinero, si bien algunos bonistas han salido perjudicados. De nuevo a los mercados financieros parece haberles gustado esta “solución” aunque a mí me inquieta mucho que caiga una entidad sistémica, de las que son “demasiado grandes para caer” y se cree otra aún mayor y con más riesgo como UBS, que posee varias veces más activos que el PIB de Suiza. País cuyo banco central también ha subido sus tipos de interés esta semana tras anunciar inyecciones de liquidez, como la Fed.
El problema es que esto es como soplar y sorber a la vez, no se puede luchar contra la inflación inyectando liquidez en el sistema y, por lo que parece, no se puede devolver la confianza en el sistema financiero sin que los bancos centrales demuestren que están ahí para salvar a los depositantes. Todos sabemos que no hay dinero suficiente para todos los clientes si todos quisiéramos sacar nuestros ahorros a la vez, del mismo modo ni siquiera había dinero en el equivalente al Fondo de Garantía de Depósitos de Estados Unidos para asegurar, como se hizo, los depósitos de todos los clientes del SVB incluso por encima del límite legal (allí son 250.000 dólares, aquí 100.000 euros), por eso la Fed tuvo que asegurar esa liquidez. La paradoja económica desde hace meses sigue siendo la misma: luchar contra la inflación nos acerca a la recesión y evitar la recesión aleja la necesaria reducción de la inflación. No hay soluciones fáciles y a veces hay que aplicar a la vez medidas contrapuestas, como nos ha recordado esta crisis bancaria. Demasiado equilibrismo por culpa de haberle dado tanto poder a los bancos centrales. Ojalá nos centremos en hacer la economía real más productiva en lugar de abusar de la política monetaria para intentar solucionarlo todo.
Karl
Hace bien el autor al entrecomillar “demasiado grandes para caer”, pues no ese significante, al contrario de lo que parece significar, no significa que no vayan a caer, como acaba de demostrar CreditSuisse, sino que son demasiado grandes para *que el Estado las deje* caer.
Karl
Entrevistador: – Si se eliminara el Banco Central, ¿Qué pondría en su lugar? Thomas Sowell: – Cuando alguien extirpa un cáncer, ¿Qué pone en su lugar?
Apeiron
Subir los tipos de interés y a la vez regar de dinero a bancos y gobiernos manirrotos. Y por supuesto, los platos rotos los pagaremos los de siempre. El oro y las criptomonedas suben porque, cuando los bancos centrales ya no parecen de fiar, el capital busca refugio.
vallecas
La culpa de todo es que hay "Mucho dinero en circulación" . Lo suelta y se queda tan a gusto. No sólo eso, si no que quien diga lo contario está equivocado. Esta, D. Pedro Pablo, podrá ser una razón, pero no la única, por favor. Por supuesto los vendedores de coches ofrecieran préstamos sin intereses venderían más y subirían los precios, pero eso No es lo que está pasando con las constantes subidas de alimentos. Los compradores están pagando lo que se les pide, aceptan y siguen comprando a precios desorbitados y así, es imposible controlar la Inflación.
Variopinto
" El problema es que esto es como soplar y sorber a la vez, no se puede luchar contra la inflación inyectando liquidez en el sistema". Ese es el problema principal de las decisiones que están tomandose en uno y en otro lado del charco. Por eso hay ya economistas que empiezan a expresar en público su temor a que todos los bancos centrales se estén coordinando para ponerse "creativos digitales". El que nos afecta por aquí, el que imprime los euros, antes de estas convulsiones en las bolsas, según parece, ya tenian convocada reunión en octubre para hablar del asunto. Veremos si no lo adelantan. Libertad vs Seguridad. Susto o muerte. El futuro.