Laura Borrás sabe que si te pones farruco con la justicia tarde o temprano acabarás ante de un magistrado. Y, como le tiene más miedo a su inhabilitación que a un nublado, ha decidido hacer lo que en el arte de Cúchares se denomina una larga cambiada. Recapitulo: la Junta Electoral Central le pide a Borrás que retire su escaño a un cupaire, un tal Pau Juvillá. ¿Motivo? El mismo por el que se inhabilitó a Torra: colocar propaganda partidista en un edificio público durante un periodo electoral. Como son muy valientes, Juvillá se ha hecho un Urdangarin.
En lugar de decir que, de común acuerdo con Borrás, ha decidido interrumpir su relación parlamentaria, ha optado por aludir una enfermedad diplomática. Es otro eufemismo, pero del mismo calibre. Así, él no va al parlamento, Borrás pide a la mesa del parlamento – que tiene mayoría separatista - que se suspendan las sesiones hasta que se vea como acaba el tema, y de esta forma ni ella tiene que mojarse, ni se debate, y todos siguen cobrando sus escandalosos sueldazos por no hacer nada.
Se supone que este martes ha de saberse que dice la mesa, como si de una sesión de espiritismo se tratase. Al escribir esto ignoro el resultado de tan sesuda deliberación, pero la intención está clara. Es la de siempre. El parlamento catalán no sirve más que de estorbo a estos demócratas de lacito amarillo y, a la que pueden, bajan su persiana y a otra cosa, que Els carrers serán sempre nostres y que sí La voluntat del poble y que sí Estem tossudament alçats y que si tal y que si cual. Aplicar la ley, lo normal en cualquier estado de derecho democrático, es para Borrás “una situación de extrema gravedad”, afirmando mantenerse “firme contra la represión”.
Al escribir esto ignoro el resultado de tan sesuda deliberación, pero la intención está clara. Es la de siempre. El parlamento catalán no sirve más que de estorbo a estos demócratas de lacito amarillo
Mujer, no será para tanto. Lo de la represión, digo, porque sería la primera vez que el estado represor y malvado pagase con el dinero de todos los contribuyentes a una pobrecita reprimida – políticamente hablando, que nadie se equivoque – nada menos que la golosa cifra de 155.570 euros anuales por hacer lo que hace usted, es decir, no dejar hablar a la oposición, conculcar la ética parlamentaria y actuar de parte cuando debería mantenerse neutral al ser presidenta de toda la cámara y no tan solo de los separatistas. Señalo lo del sueldo porque cobra usted prácticamente el doble que el presidente del gobierno del estado represor.
Como se lo digo. Pedro Sánchez, que tampoco es que se lo gane mucho pero, en fin, esos son otros Garcías, cobra al año 84.845 euros. ¿Se imagina usted a Mandela llevándose la pastorra que se lleva usted? ¿A Gandhi? ¿A Luther King? ¿Se imagina a históricos y ejemplares resistentes al fascismo – me viene a la mente el pastor Niemöller - llevándose 9.899,64 euros por catorce pagas, que serían mensualmente 7.931 de sueldo base, 1.592,6 como complemento por cargo de representación y 375,9 como residente en Barcelona?
Cifras oficiales, ojo, que luego tendríamos que ver los gastos que generan el coche oficial, los secretarios y demás menudencias. Total, que a usted le es mejor tener su parlamento de la señorita Pepis cerrado. Cobra igual, le molestan menos y, encima, se las puede dar de víctima. Eso, mientras hay muchísima gente que cobra de jubilación apenas 400 euros mensuales y tiene que acudir a los comedores de Cáritas en esta Cataluña tan moderna, uy, no, que la culpa es que Espanya ens roba. Lo suyo no tiene perdón de Dios.