Hay pocas cosas con tan escaso fundamento como la mal llamada 'superioridad moral' de la izquierda. Pero tampoco tiene mucho la preponderancia que impregna al actual Partido Popular, que pretende hacer creer que sólo bajo sus siglas es posible acceder al poder en España y frenar el avance de los llamados 'progresistas'. Cualquier propuesta política fuera del partido se percibe unas veces con desprecio, otras con condescendencia y casi siempre con frustración. Ahora habría que añadir, tras la moción de censura, que con saña.
Da igual que Murcia, Madrid o incluso Andalucía tengan gobierno gracias a Vox. Siempre hay expertos que desechan, en unas elecciones generales, cualquier posibilidad de victoria de una derecha formada por estos dos partidos. Son los Pedro Arriola del momento. Hemos pasado del “no movilizar el voto, España es de izquierdas” a un mantra que afirma que con Vox de por medio es imposible desalojar a la izquierda del Gobierno nacional. Como si la causa real de la situación electoral del PP no fueran los catastróficos gobiernos de Rajoy y compañía, que hicieron a su electorado huir en masa. Habría que recordar que el PP llegó a perder hasta dos tercios de sus diputados.
Golpes de pecho y ataques
Cualquier posición que hubiera tomado Pablo Casado en la moción de censura habría sido respetable. Pero no lo es la acumulación de exabruptos que tuvieron que escuchar los españoles, sobre todo viniendo de un personaje con un bagaje personal que sin duda no resistiría un escrutinio serio. Sólo añadiremos que nos sorprenden las insinuaciones (por llamarlo de alguna manera) efectuadas por alguien que hasta llegar a la presidencia del partido no ha necesitado ser escoltado ni un solo minuto de su vida, al contrario que muchos de sus antiguos compañeros que probablemente siguen vivos gracias a ello.
Pocos golpes de pecho puede darse Casado como gestor, pues tampoco hay constancia de que haya dedicado un solo minuto a la gestión pública o privada. Cuando se pretende examinar con lupa -bastante sucia, por cierto- a alguien como Santiago Abascal, es inevitable que ésta se gire hacia él mismo y la comparación, claro está, no se sostiene.
Dos fuerzas de derechas van a tener al menos cinco millones de votos cada una y tendrán enfrente una izquierda atomizada y cada vez más radical"
La política suele estar regida por lo obvio, lo que suele ser normal para tapar fisuras o espacios vacantes. Que Pablo Casado haya optado por deslizarse un poco hacia el centro para captar los votos del abatido Ciudadanos es bastante comprensible. Pero que al mismo tiempo intente acabar con Vox parece bastante absurdo. Estos brotes de irracionalidad resultan muy humanos, aunque no dejan de sorprender. No cabe duda de que el presidente del PP tiene labia, pero durante el debate de la moción no se mostró como alguien demasiado inteligente ni tampoco firme en sus convicciones.
El mapa político español se ha aclarado -al menos a día de hoy- de manera indiscutible, aunque la crisis que se avecina y las circunstancias pueden cambiarlo todo. Dos fuerzas de derechas van a tener al menos cinco millones de votos cada una y tendrán enfrente una izquierda atomizada y cada vez más radical. ¿Se pondrán de acuerdo para formar gobierno? No se preocupen si Casado no sirve; Génova echará mano de otro (o de otra) y esperemos que para entonces hayan superado el 'síndrome de superioridad' práctica, como parece que superaron ya el 'arriolismo'...
(Artículo elaborado en colaboración con Jorge Fernández Sastrón, empresario)