Opinión

Cinco deseos para el año nuevo

No está mal que, de vez en cuando, los políticos nos dejen en paz

  • Isabel Rodríguez, ministra de Vivienda, y Pedro Sánchez: sin solución -

La política española estos últimos meses ha sido, de nuevo, un ejercicio de frustración. La coalición de gobierno, a pesar de haber aprobado alguna ley de cierto calado, sigue siendo demasiado incoherente ideológicamente para sacar grandes reformas adelante. La oposición, mientras tanto, no parece capaz de ofrecer una alternativa.

Este ejercicio de futilidad, sin embargo, no parece irle del todo mal al país. La economía está creciendo a buen ritmo (de hecho, solo Estados Unidos está creciendo más rápido), se está creando empleo, y el eterno problema catalán parece que ha dejado de serlo. España sigue siendo ese país seguro, amable, dicharachero y con una magnífica calidad de vida, y no está mal que, de vez en cuando, los políticos nos dejen en paz.

La ausencia de catástrofes urgentes o crisis espantosas, sin embargo, no significa que no haya muchísimas cosas por hacer. Aunque los problemas de España son ahora los de un país civilizado, resolverlos sigue siendo necesario. Podemos crecer más, vivir mejor y estar mejor preparados para crisis futuras. Aun sabiendo que el equilibrio de fuerzas políticas durante los próximos doce meses probablemente no dará para grandes alardes, permitidme escribir una breve lista de las prioridades que nuestros dirigentes deberían tener en caso de que dejen de atizarse entre ellos.

La vivienda

El precio de la vivienda en España se ha disparado. La izquierda, desde hace meses, ha decidido que los culpables son los caseros y fondos de inversión malignos venidos de ultramar. Hemos visto toda clase de regulaciones y baremos sobre los precios de alquiler que probablemente acabarán por empeorar el problema. Basta mirar las cifras de crecimiento de población y formación de nuevos hogares junto con el número de viviendas construidas anualmente desde 2008 para percatarse de que lo que tenemos es una enorme falta de oferta.

Hace unas semanas, Pedro Sánchez anunció, casi por accidente, una medida que realmente serviría para reducir el precio de la vivienda: construir mucha más vivienda pública. Tengo mis dudas, sin embargo, de que el Ejecutivo sea capaz de sacar nada adelante, y de hacerlo, dudo que venga acompañado del necesario aumento de nueva construcción en el sector privado.

Poner coto al precio de la vivienda es urgente. De no actuar, cualquier aumento de sueldos o productividad en España básicamente acabará en el bolsillo de los caseros.

 

Productividad

El eterno problema de la economía española. Del 2011 al 2021, la tasa de crecimiento de la productividad en España estuvo por debajo del 0,5% anual. Esta cifra irrisoria explica el descenso de los salarios reales durante este periodo. Creamos empleo, pero de una calidad espantosa.

Los motivos de la anémica productividad española son variados. Tenemos un mercado laboral que sigue siendo disfuncional, incluso con la reforma reciente. Hay una falta de inversión por parte de las empresas en capital humano, tenemos un sector empresarial con demasiadas empresas pequeñas y una enorme dependencia del turismo.

Solucionar esto es complicado, ya que no hay recetas mágicas, pero hay multitud de medidas que podemos adoptar para revertir poco a poco el problema. Mejorar la regulación laboral, favorecer el crecimiento de las empresas, eliminar monopolios en sectores excesivamente regulados, reducir el abandono escolar, invertir públicamente en investigación y desarrollo en las universidades; la lista es larga y no hay demasiadas malas ideas. La cuestión es que alguien decida implementarlas.

Financiación autonómica

Nuestro sistema de financiación autonómica es un galimatías injusto, ineficiente, torpe y anticuado. En las comunidades de régimen general, nadie sabe quién recauda cada impuesto ni la responsabilidad de sus dirigentes al decidir sobre cuánto dinero van a gastar.

La solución es bastante obvia: un modelo fiscal en el que los políticos que quieran gastar dinero puedan y deban recaudarlo directamente. A su vez, también queremos que sea explícito que cuando un político baja impuestos, debe ser también quien decida qué gastos tienen que recortar.

No es una idea complicada, y nada impide que esté acompañada de un sistema de redistribución territorial automático y transparente. La derecha española, inexplicablemente, parece incapaz de entender que una reforma en esta dirección no sería una rendición ante los malvados nacionalistas, sino algo que obligaría a los nacionalistas a responsabilizarse de sus actos en vez de echarle la culpa de todo a Madrid.

Estado de bienestar

Otro problema eterno: nuestro estado de bienestar es espantosamente ineficaz redistribuyendo renta hacia aquellos que más la necesitan. De nuevo, no es cuestión de una medida o cambio legal específico para arreglar el problema, sino de una serie de reformas que ayuden a hacer las ayudas sociales más efectivas.

Ferrocarriles

Para qué engañarnos, este no es un problema estrictamente urgente, pero es un tema que me importa bastante. La lista de obras, reformas y proyectos que creo necesarios es larga, pero me limitaré a dos urgentes.

Primero, el corredor Mediterráneo, incluyendo tanto el cambio de ancho como la construcción de una nueva plataforma entre Castellón y Valencia, incluyendo un nuevo túnel pasante. Se está invirtiendo, se está trabajando; tiene que ser una prioridad.

Segundo, Renfe necesita revisar y reevaluar sus trenes regionales en gran parte de España. Deben evaluar en qué corredores es posible ofrecer horarios cadenciados, coordinar enlaces y transbordos con trenes de larga distancia y mejorar tiempos de viaje. La red de alta velocidad, tras la liberalización, al fin está empezando a atraer viajeros como debe. No podemos abandonar el resto de la red.

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