Opinión

Laporta y Sánchez, tal para cual

También el presidente del Gobierno tiene 'palancas' para salvar situaciones límite

  • El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta -

Estamos asistiendo a un nuevo episodio de la accidentada gestión económica e institucional de Joan Laporta al frente del Fútbol Club Barcelona, una gran institución deportiva reconocida internacionalmente, pero con una deuda enorme y serios problemas para ajustarse al presupuesto anual permitido.

En su actual mandato se ha dedicado a maquillar el problema utilizando criterios contables ciertamente creativos, consentidos por parte de los organismos deportivos de control. Y con algunos hallazgos en el campo del marketing y la comunicación. Así, acuñó el concepto de ”palancas”, que resultó ciertamente exitoso para crear expectativas entre los aficionados azulgranas poco versados en materia económica (la mayoría, como en todos los clubes). Laporta consiguió que apareciese como una idea aparentemente genial lo que no pasaba de ser la descapitalización de la sociedad. Por un lado, mediante la venta de activos que, realizada por razones de urgencia para “cuadrar” las cuentas como fuera, no optimizaba los precios en absoluto. Y, por otro, a través de la renuncia a ingresos futuros (de muchos años) a cambio de percibir (supuestamente) su valor actual, pero me temo que nuevamente calculado a la baja (o muy a la baja) para que las contrapartes vieran negocio en pagar por adelantado.

Una gestión económica poco deseable “vendida” a los fanáticos del Barça como si fuera un éxito. Pero, claro, hasta que la cadena se rompe, o no se llega a tiempo de cuadrar todas las operaciones, o alguien se harta de aplicar criterios de control tan flexibles. Por eso, luego llegan fiascos como el del excelente jugador Olmo, comprado en el verano por 55 millones de euros y que ahora quizás no pueda ser inscrito para jugar con el buen equipo que ha preparado Flick.

A Pedro Sánchez tampoco le importa la deuda y muestra una irrefrenable pasión por el gasto público para intentar buscar el favor del votante clientelar. Además, eso le sirve para dopar el crecimiento del PIB a corto plazo

Pues bien, ¿a qué otro personaje nos recuerda todo esto? Pues sí, amigo lector, al que está pensando usted. Al presidente del gobierno Pedro Sánchez. Un individuo cuya gestión ofrece algunas concomitancias con la de Laporta. Sobre todo, ambos se centran exclusivamente en el corto plazo, en sobrevivir en su posición de poder “despreciando” la reputación de las instituciones que representan, y no prestan atención a la salud económica a largo plazo.

Así, a Pedro Sánchez tampoco le importa la deuda y muestra una irrefrenable pasión por el gasto público para intentar buscar el favor del votante clientelar. Además, eso le sirve para dopar el crecimiento del PIB a corto plazo, lo mismo que la llegada masiva de inmigrantes no deseados, que no se esfuerza en combatir con la intensidad que debería. Todo eso le permite decir que el PIB español crece más que en Europa, aunque se trate de un modelo insostenible a medio plazo y aunque no ocurra así con la renta per cápita, que lleva años estancada. Y aunque lideremos el índice de miseria en Europa…

Pedro Sánchez también tiene “palancas”, como Laporta, para salvar situaciones límite. Así, es capaz de aceptar una decisión económica lamentable como la condonación de la deuda autonómica, que asumimos los demás. O la firma del concierto catalán, aunque ello sea absolutamente regresivo (a pesar de que se autodenomina progresista). Le importa solo salvar el próximo hito, como al azulgrana, y, como él, se ampara en que es un asunto de difícil comprensión para el público en general, al que no duda en mentir sin recato y muchos no se enteran. Por no hablar de otras “palancas” no económicas…

El único apartado en que el gobierno del Sr. Sánchez se puede apuntar algunos éxitos es en la comunicación, como Laporta. Eso sí, recurriendo a las medias verdades, o a la manipulación, y con la ayuda inestimable de los medios afines

Se parece también a Laporta en las maravillas con las cuentas y estadísticas. Para ello, cambió al presidente del INE, que ha llevado a cabo modificaciones en la medición del IPC y enormes revisiones al alza del PIB. Ha puesto a Yolanda Díaz y sus sectarios a manipular las cifras del paro. Y ahora ha colocado a un exministro en el Banco de España, y ya veremos lo que pueda ocurrir con las estadísticas de ese organismo.

Y, desde luego, hay que reconocer que el único apartado en que el gobierno del Sr. Sánchez se puede apuntar algunos éxitos es en la comunicación, como Laporta. Eso sí, recurriendo a las medias verdades, o a la manipulación, y con la ayuda inestimable de los medios de comunicación afines, que repiten los mensajes que se les ordenan desde Moncloa y que sirven para desviar la atención de otros asuntos. En el caso de Laporta, el enemigo público hacia el que se apunta es siempre el Madrid o quizás la Federación. En el caso de Sánchez, la extrema derecha, o el novio de Ayuso, o incluso ahora la conmemoración de la muerte de Franco en su cama…

Sólo queda la Justicia

La verdad es que Laporta es un personaje absolutamente impresentable. Si para muestra vale un botón, cabe recordar cómo hace años el tipo se quitó los pantalones en el aeropuerto del Prat porque pitaba el detector… Claro que podríamos decir que hasta en eso se le parece Pedro Sánchez. Porque el inquilino de La Moncloa se baja los pantalones cada vez que hace falta mendigar el apoyo parlamentario de alguien para sostener a un gobierno ciertamente débil, sin proyecto para el conjunto del país o con un proyecto deconstituyente que no se atreve a someter al escrutinio de los votantes porque sabe que sería rechazado por la mayoría.

En fin, parece que a Laporta quizás le pueda llegar su San Martín con la no inscripción de Olmo, aunque ya veremos… En el caso de Sánchez, parece más difícil ya que tiene el apoyo de unos socios interesados en mantenerle en la Moncloa a cambio de alcanzar sus propios intereses, que nada tienen que ver con los de la mayoría de los españoles. Solo nos cabe seguir confiando en la Justicia para que le ponga en su sitio. Y, si el Sr. Sánchez la ataca tanto, debe ser porque la teme.

 

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