Opinión

¿Se sabe lo que hará Feijóo el día que presida el Gobierno?

El PP debe estimular el lado luminoso que llevamos dentro, la honradez, el trabajo, el patriotismo, la búsqueda de la excelencia y la generosidad

  • Feijóo y sus incógnitas -

Alberto Núñez Feijóo ha concedido recientemente a un periódico digital de gran audiencia una larga entrevista en la que analiza la dramática situación que atraviesa España y ofrece algunos atisbos de sus planes para el futuro. Su perspectiva sobre la gravedad del deterioro institucional y político que sufre la Nación desde que Pedro Sánchez desalojó del poder a Mariano Rajoy mediante una moción de censura torticera, es básicamente correcta. Su denuncia de las tropelías del actual gobierno sanchista-comunista-separatista-bilduetarra resulta acertada y tanto el contenido como el tono de sus afirmaciones es correcto, ni excesivamente catastrofista ni tampoco benevolente. Muy en su línea y en su carácter se muestra duro con su oponente, pero con un léxico atemperado y una autocontención bien cuidada. En cuanto a sus propósitos para cuando habite La Moncloa, salvo la mención de unos pocos asuntos concretos para reforzar la separación de poderes, no entra en detalles sobre medidas a aplicar o legislación a derogar o a impulsar. Ante el interés del entrevistador por saber de qué se discute semanalmente en el Comité de Dirección del PP -heredero de los célebres maitines de Manuel Fraga-, se limita a explicaciones tópicas sin señalar puntos específicos tratados en este órgano conductor del día a día de la organización que preside.

En las últimas elecciones generales, tras la espectacular victoria en las municipales y autonómicas previas, prácticamente todos los comentaristas y las encuestas vaticinaban una mayoría PP-Vox en el Congreso. La decepción entre los militantes y votantes liberal-conservadores fue mayúscula y se supone que el partido más votado debería haber aprendido de los errores que le llevaron a un resultado insuficiente, errores en el planteamiento de la campaña y en los mensajes que han sido ya largamente analizados -yo mismo lo hice aquí junto a otras muchas voces en múltiples medios- y no se trata ahora de repetir aquellas observaciones. Lo que sí es sumamente relevante es que el PP diseñe una estrategia de comunicación que no le vuelva a conducir a la frustración.

El electorado escoge su papeleta, como es sabido, más por motivaciones emocionales que racionales y la izquierda es maestra en excitar las bajas pasiones de la gente, la envidia, la pereza, el miedo, el revanchismo, el “no pasarán”, el fantasma de la amenaza de la ultraderecha y demás sentimientos negativos, pero muy eficaces a la hora de conseguir adhesiones acríticas. El inesperado éxito de Trump ha de ser una valiosa orientación para el PP. La inteligencia en la formulación de los mensajes, la clara visión de cuáles eran las principales preocupaciones de los norteamericanos, la eficiente distribución del esfuerzo territorial y la certera decisión sobre el compañero de ticket le ha abierto de nuevo al polémico empresario neoyorquino las puertas de la Casa Blanca y ha sumido a la progresía de las dos costas en una profunda depresión.

"Todos son iguales"

La concentración del fuego sobre el tema de la corrupción, Koldo, Aldama, Ábalos, Delcy, Begoña, hermano músico trashumante y demás fechorías del entorno de Sánchez sitúa la pelea en un ring de tugurio, fétido ambiente en el que los sanchistas se desenvuelven cómodamente porque lanzan impúdicamente tinta de calamar, novio de Ayuso, Gürtel, M. Rajoy, alcaldesa de Arroyomolinos, fotos de treinta años atrás y lo máximo que se consigue en este revolcarse en el pantano es un empate y la triste conclusión de muchos ciudadanos: “todos son iguales”. Feijóo ha de fijar un terreno de juego que le sea favorable y en el que Sánchez sea frágil. Su entrega de España a sus enemigos, la vileza de su pacto con Bildu, su repulsiva sumisión a Puigdemont, su destrucción del Estado de Derecho, su ocupación totalitaria de los órganos constitucionales y de los organismos reguladores, sus ataques a los jueces, su disposición a regar con el dinero de todos a los separatistas en detrimento de Comunidades infrafinanciadas, representan un amplio espacio de crítica y oferta de políticas correctoras de tales desmanes que pueden operar sobre la posición de los indecisos y de los socialdemócratas sensatos. Otro ancho terreno de atracción del voto es la descripción de las reformas estructurales que en dominios tan esenciales como la inmigración ilegal, la fiscalidad, la educación, el empleo, la vivienda o el turismo, están en el centro de las inquietudes y temores de la clase media y de la población joven y que tocan el nervio de la creciente insatisfacción social.

No basta con decir que este ambicioso programa “está en los documentos” porque el gran público ni los conoce ni los va a leer, han de ser objeto explícito de sus declaraciones, conferencias, intervenciones parlamentarias, ruedas de prensa y actos de partido

El propio Feijóo, en un momento de la entrevista a la que me he referido al principio, tiene un arranque de lucidez y declara que lo que ha de plantear a la ciudadanía es una auténtica alternativa al desastre actual. Ahí revela el meollo de la cuestión, en efecto, se trata de describir y explicar de forma convincente y creíble el conjunto de iniciativas legislativas, presupuestarias y ejecutivas que pongan a España en el carril de la prosperidad, la calidad institucional, la fortaleza de la democracia, el prestigio a nivel internacional y el aseguramiento del bienestar. No basta con decir que este ambicioso programa “está en los documentos” porque el gran público ni los conoce ni los va a leer, han de ser objeto explícito de sus declaraciones, conferencias, intervenciones parlamentarias, ruedas de prensa y actos de partido. Ha llegado la hora de evitar la ambigüedad o las vagas consideraciones genéricas, ha de mostrar a la Nación lo que está dispuesto a hacer desde La Moncloa, por arduo que sea o por feroz que sea la resistencia de la izquierda en la calle o en sus medios afines.

En resumen, menos recrearse en el desagradable tema de la corrupción y más entusiasmar y dar esperanza a una sociedad desorientada y maleada por la propaganda venenosa de un PSOE que ya no es una fuerza política leal al legado de la Transición, sino que está entregada a su voladura. Si Sánchez y sus adláteres explotan las zonas sombrías de los seres humanos, el PP debe estimular el lado luminoso que llevamos dentro, la honradez, el trabajo, el patriotismo, la búsqueda de la excelencia y la generosidad. En las presentes y tristes circunstancias que nos afligen, la política no ha de ser una pura técnica de alcanzar una mayoría suficiente para gobernar, sino una misión sagrada de rescatar a una Nación potencialmente puntera de las sucias garras de la amoralidad, el relativismo, la incompetencia, la apatía y la traición.

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