Opinión

La oreja sin Van Gogh

"Casi siempre sucede así en la vida de un artista, el éxito es una de las cosas peores

  • Amaia Montero -

Mi cabeza inquieta busca a todo y en todo una conexión. Y es curioso… En estos días pasados en los que tanto se habló de La Oreja de Van Gogh, viajaba yo casualmente por algunos de los lugares -como Arlés o Saint Rémy- en los que el artista que dio nombre al grupo musical creó muchos de sus cuadros más célebres. Quería el pintor que la luz cálida e infinita de la Provenza francesa, que presume de sol más de trescientos días al año, se reflejara en su obra y, fundamentalmente, en su mente oscura y atormentada: “no he tenido que forzarme para tratar de expresar la tristeza, la soledad infinita”.

Al tiempo que visitaba los rincones que retrató y el hospital en el que permaneció ingresado para buscar cura a su locura, me dediqué a devorar el libro que hace un tiempo me regaló mi hermana y que recoge las tantas cartas que Vincent escribió a su hermano Theo. “No te engaño, el miedo de la locura se me pasa considerablemente viendo de cerca a aquellos que ya andan aquejados”. Una correspondencia que utilizó Van Gogh para vomitar sus emociones y la angustia que le aquejó durante toda su vida hasta que acabó con ella disparándose un día de julio de hace ya muchos años. Él jamás fue consciente de lo lejos que llegaría su nombre, de una fama que ya por entonces, tras saberse mencionado en algún que otro artículo, rechazaba profundamente: “Pintar cuadros me distrae, pero oír hablar de ellos me hace más daño del que él pueda imaginar (…) Casi siempre sucede así en la vida de un artista, el éxito es una de las cosas peores”.
 

Montero era mucha Montero. Demasiada personalidad, demasiado estilo y la única forma, en mi opinión, de borrar su presencia -si es que alguna vez se quiso- hubiera sido colocando a una artista radicalmente opuesta


Dejó eso escrito el pintor en sus misivas, a pesar de que todo lo que llevaría su estela sería exitoso. Hasta en lo musical. Me refiero, claro, a una de las bandas más escuchadas de nuestro país y noticia, estos días, por quedarse no sin oreja, sino sin voz y hasta muda. Es literal porque no ha abierto la boca el grupo donostiarra desde que emitiera ese comunicado que anunciaba que Leire Martínez y La Oreja “seguirán caminos separados”. Toda una revolución que ha desatado un sinfín de mentiras y ninguna verdad. Porque sólo los implicados conocen lo que hay detrás de esta decisión que, de alguna forma, nos ha afectado a todos los que, más de una vez, miramos el reloj porque el veintiocho llegaba tarde.

Lo cierto es que siempre pensé que Leire no era una buena sustituta para Amaia. No me malinterpretéis. No porque no cantara bien, ni mucho menos, sino porque siempre creí que el grupo trató de buscar una melodía que se asemejara tanto a la de la cantante inicial para que no se esfumara la esencia, que pensé que la sustituta se vería frecuentemente obligada a hacer frente sobre el escenario a las más viles comparaciones. Es lo que tiene ser la segunda y no me equivoqué. Montero era mucha Montero. Demasiada personalidad, demasiado estilo y la única forma, en mi opinión, de borrar su presencia -si es que alguna vez se quiso- hubiera sido colocando a una artista radicalmente opuesta. El caso es que no lo hicieron y eso le pasó factura a la última vocalista a la que nunca le dieron el lugar que merecía. La sombra de su antecesora era muy alargada, tanto que aún hoy su vuelta sobrevuela como una cometa en el cielo.

El alma del grupo

Un posible regreso con el que Leire ha lidiado con entereza como la novia que borra el fantasma de la eterna ex de su pareja. Hace unas semanas, mucho antes de que todo este huracán le arrollara, al ser preguntada en un programa de televisión, dijo estar “cansada” de que siempre le trataran de confrontar con su antecesora. “Es verdad que no me gustan las faltas de respeto. Y a mí que se diga que Amaia vuelve al grupo, no me importa, no me afecta para nada. Lo que no me gusta es que se me ningunee a mí. Determinados comentarios de qué bien, qué estupendo, qué maravilloso que vuelva ¿Y yo qué? Porque parece que a todo el mundo se le olvida que hay una cantante en el grupo, que llevo dieciséis años ahí”.

Se quejaba, con razón, de que nadie tuviera en cuenta que ella era el alma del grupo. Porque lo era, como en su día lo fue también Montero. La banda no hubiera sido tal sin una y sin la otra y las dos forman parte de su historia. Quizá fueron los otros componentes quienes olvidaron realmente que no había grupo sin voz, que no había oreja sin Van Gogh.

No ha querido hablar ahora apenas Leire sobre lo ocurrido, “ya llegará el momento”. Entretanto, que tome nota la cantante de una de las frases que encontré entre las cartas de Van Gogh: “El que vive sinceramente y encuentra penas verdaderas y desilusiones, que no se deja abatir por ellas, vale más que el que tiene siempre el viento de popa y que sólo conocería una prosperidad relativa”. A veces, para salir airosos del temporal, conviene tener el viento en contra.

 

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