Opinión

Lazard, el último salvavidas que intentó Ron

La salida de Ángel Ron se certificó el miércoles. Un día antes de la madrugadora guillotina en forma de hecho relevante del Popular a la Comisión Nacional del Mercado de

  • Oficina del Popular

La salida de Ángel Ron se certificó el miércoles. Un día antes de la madrugadora guillotina en forma de hecho relevante del Popular a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El miércoles fue un día complejo, de reuniones, negociaciones y confabulaciones. Todo el día. La mañana, la tarde pero también la noche. El 30 de noviembre de 2016 se fraguó la destitución de Ron como presidente del ‘Popu’. Pero también pudo ser el día de su enésima resurrección. Otra más. Pero esta vez no coló. La marejada en el Consejo andaba ya convertida en tsunami. Y Ron intentó un último trato con otro conejo salido de su chistera para continuar en la poltrona del Popular. Pero ya era un Mesías caído. Sin credibilidad ante quienes tantas veces han aceptado otras cabezas para salvar la de Ron.

No hubo trato. Pero a Ron le faltó poco para llegar a la campana. Su objetivo era ganar tiempo simplificando los males del Popular a un simple constipado en Bolsa. Pese a que el banco cotiza a 0,25 valor en libros, una desgracia para el accionista y un cáncer para el futuro del banco, Ron consideraba que una alegría a esos pírricos 0,8 euros por título serían suficientes para ganar oxígeno y con ello credibilidad y con ello mantener los mensajes hacia la parte afín del consejo sobre la viabilidad futura en solitario del banco. A su juicio, todo era una tormenta bajista que había que combatir con una contrarréplica desde el propio mercado.

En esa escena iba a jugar un papel decisivo Lazard. El banco de inversión había recibido el mandato de Ron de entrar en juego para recuperar el valor. Replicar a los bajistas (alentados por el grupo rebelde, en especial la familia Del Valle) para salvar, al menos, el euro por acción. Pobre botín pero, ciertamente, la situación del banco no está para lanzar cohetes. El acuerdo entre Ron-Popular y Lazard estaba hecho hasta bien la tarde del miércoles. Se rompió con el toque de campana durante la tarde-noche. Ron era ya un boxeador noqueado.

Un presidente que será rehén de su propia gestión hasta que desaparezca definitivamente en el primer trimestre de 2017. Un presidente atado de pies y manos por Emilio Saracho, su sustituto, pero también por esa parte del Consejo que tanto ha removido para desalojar a Ron. Un presidente que firmará unas pérdidas históricas en el Popular. “Si desde hace días se había elevado ya la cifra de pérdidas a 3.000 millones, ésta puede quedarse corta porque, lo normal, es que Saracho aplique más saneamiento al último ejercicio de Ron para encontrarse un banco más saneado”, reflexionaba este jueves un ejecutivo que fue tanteado para ejercer de Saracho. En definitiva, un presidente, y también pasará a la historia por ello, que ha sido desalojado de una presidencia del Ibex sin mediar ningún tipo de escándalo: ya sea judicial o ya sea por haber metido la mano en la caja.

Ron sale del Popular por su mala gestión. Por haber dejado en los huesos al banco más rentable y eficiente del sector que heredó de los Valls. Y por otra razón excepcional en la historia del Ibex. Que un consejero, en este caso consejera, se revuelva contra quien le nombró. El domingo ya apuntábamos en Vozpópuli la importancia de Reyes Calderón en todo este proceso. Nombrada por Ron, esta madre de 9 hijos, con residencia en Pamplona, y con pocas puertas políticas conocidas en Madrid, ha terminado por condenarle. Simple y llanamente porque considera que la gestión de Ron ha llevado al banco al precipicio. Un ejemplo a imitar en los consejos de la gran empresa española donde el agradecimiento por el cargo anula cualquier atisbo de espíritu crítico.

@miguelalbacar

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