Opinión

Las 1.512 monjas de Sánchez y Sabina

Un año con Franco. Cien actos para el recuerdo. La Moncloa consuma la mayor astracanada de su historia

  • Joaquín Sabina lo cantó primero

Sánchez no abandona a su hermano pequeño. Lo ampara, acompaña y protege como a una criatura desvalida. Así, por ejemplo, el montaje urdido esta semana en la que David Azagra comparece en el juzgado número 3 de Badajoz en condición de imputado por presuntos delitos de prevaricación, tráfico de influencias y malversación. Intentó la fiscalía, sin éxito, tumbar la causa. No lo logró. La juez Beatriz Biedma, bien provista de un importante caudal de pruebas reunido por la UCO, ha seguido adelante, sin ruidos, en una minuciosa reconstrucción de la singular trayectoria del músico con los apoyos de diversas instancias oficiales, especialmente la Diputación Provincial. Quizás también de Hacienda. Y hasta de la ministra Montero.

Ahí aparece Pedro. Veinticuatro horas antes de que su hermanísimo pase por el juzgado, el presidente del Gobierno ha decidido estrenar el despliegue de esa espesa cortina de humo, la muerte de Franco como argumento, para intentar aliviar los malos tragos que, tanto Azagra como sus más próximos, habrán de afrontar frente a los tribunales. Cuatro de ellos, al menos, pasarán momentos muy difíciles este año y las van a pasar moradas y alguno, quizás, acabe muy mal. El Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, verá cómo la instrucción de su asunto pendiente en el Supremo por presunta revelación de secretos del novio de Isabel Díaz Ayuso se anima esta semana. El plato más apetecible del menú es la comparecencia de Miguel Ángel Rodríguez, director de Comunicación de la Comunidad de Madrid, a quien la Moncloa en pleno tiene enfilado desde que se sentó en su despacho de la Puerta del Sol como mano derecha de Isabel Díaz Ayuso. 

Ábalos, estás rodeado

Enorme interés también tiene lo de José Luis Ábalos, una historia cutre, zarrapastrosa, asuntos de pasta con los requeridos ingredientes de señoritas, chaletazos, viajes luxus y saqueo de los dineros públicos. Lo que viene siendo el socialismo solidario. De momento mantiene un leal silencio hacia quien fuera su 'número 1'. ¿Hasta cuándo? Las pistas que ha ido soltando el conseguidor Víctor de Aldama ante el juez Leopoldo Puente le señalan. 

Los fondos de Begoña

También  avanza, lento pero seguro, el juez Peinado en sus pesquisas sobre Begoña Gómez, imputada por cuatro delitos de los que al menos dos puede resultar malherida (apropiación y tráfico de influencias). Lo próximo es que los representantes de Indra, Google y Telefónica se acerquen a la plaza de Castilla para explicar cómo se financió el máster extraordinario de la doña de la Complutense. 

Demasiados togados en su vida, demasiada corrupción en su horizonte, demasiados sospechosos en su entorno. Demasiado todo. De ahí las prisas que se ha dado Sánchez en tender una inmensa red de camuflaje con la que tapar todo este foco de cochambre que crece y crece. Este miércoles se estrena la serie sobre el generalísimo en el Museo Nacional Reina Sofía, al que asistirán los funcionarios de turno, los artistas de rigor, los sindicalistas de gamba y pasmina y como doscientos extras. Quizás también el padre Ángel y la señora gordita de las uvas. Del pianista aquel Rhodes del que nunca más se supo. Quizás en la Ser.

A la lista de copnvocados a esta nostálgica mascarada deberían sumarle el ingenioso inventario que desplegó Joaquín Sabina en su popular cantito Adivina, adivinanza, pieza cumbre del disco de La Mandrágora, junto al genial Javier Krahe y al divertido Alberto Pérez. Una sátira a ritmo de blues en la que se hacía una recreación de los asisrtentes al sepelio del caudillo, “mil años tardó en morirse/ pero por fin la palmó”, pieza muy coreada en la Transición y que pasó a mejor vida. Decía la tonadilla de Sabina, en alguno de sus divertidos ripios: 

Tan sólo fue capaz de regodearse en los episodios de aquella España negra y fratricida que la Transición ya había superado.  El impensable happening franquista se estrena a la carrera porque los jueces no paran y porque Sánchez quiere dominar el relato nacional a base de tan indigesta carnaza

“A su entierro de paisano / asistió Napoleón / Torquemada y el caballo / del Cid Campeador”. “Y un pantano inaugurado / de los del plan Badajoz/ y Rita la Cantaora/ y don Cristóbal Colón”. “San José María Pemán / unos versos recitó / servía Perico Chicote / copas de vino español”. “Mil quinientas doce monjas / pidiendo con devoción / al Papa Santo de Roma / pronta Canonización.

En esa línea esperpéntica, estrambótica y estrafalaria (pero sin maldita gracia) se presenta el gran hecho cultural hilvanado por los cerebros del Ala Oeste de la Moncloa, bajo el título de ‘50 años de libertad’ cuyo contenido no atinó a explicar el titular de la Memoria (y de las mordidas de las mascarillas y del pisito con señoritas en Atocha, presuntamente) en su comaprecencia tras el Consejo de Ministros. Tan sólo fue capaz de regodearse en los episodios de aquella España negra y fratricida que la Transición ya había superado.  El impensable happening franquista se estrena a la carrera porque los jueces no paran y porque Sánchez quiere dominar el relato nacional a base de tan indigesta carnaza. 

Las redes empiezan a desbordarse de comentarios abyectos contra la Monarquía, la Familia del Rey, la Institución, emanados desde la izquierda y los grupúsculos cainitas que pululan en ámbitos desquiciados

Se trata de disimular  el movimiento de togas, que será muy intenso y, al tiempo, centrar el tiro en la figura del Rey, situarlo en el bando de los ultras, de los filofranquistas, de los odiadores de la democracia y la paz. Como Vox ya no asusta, sino que crece, Sánchez, que no gobierna ni gestiona, sólo ataca, persigue, señala y criminaliza, necesita un nuevo enemigo. Las redes empiezan a desbordarse de comentarios abyectos contra la Monarquía, la Familia del Rey, la Institución, emanados desde la izquierda y los grupúsculos cainitas que pululan en ámbitos desquiciados. Algunos incluso  proferidos por responsables orgánicos del partido en el Gobierno. La Corona es el objetivo. Sánchez ha dispuesto cien actos para conseguirlo. Mientras tanto, seguirá hostigando a los jueces y burlándose de sus sentencias y disposiciones. Tanto elogiarle su capacidad de resistencia que ya se piensa inmune,indestructible, eterno. 

“Siete días con siete noches / duró la celebración”, decía el cantable sabiniano sobre el entierro de Franco. Sánchez, en este reentierro, no va a ser menos y ha dispuesto cien días (y quizás qunientas noches) para su engendro. El personaje homenajeado se estará tronchando en su sepultura.

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