'¡A la mierda!', espetaba el desaparecido diputado Labordeta hace 17 años -5 de marzo de 2003- en el Congreso cuando no le escuchaba la bancada popular en una de sus intervenciones. Su autenticidad ofrecería ahora luz al vergonzoso baile de muertos que estamos viviendo en España a causa de la pandemia. No estamos acostumbrados a que personas que nos gobiernan y que deciden por nosotros digan las cosas por su nombre; sí a que se tiren los trastos por la cabeza sin sentido, de eso sabemos mucho en política. Está claro que Pedro Sánchez debe ser el primer interesado en ofrecer los datos reales de cuántos ciudadanos se han quedado por el camino a causa del virus, porque sólo con datos reales va a poder trabajar la investigación y la ciencia para momentos futuros. Y los números no fallan se trate de 1, 10, 100 o 100.000. Nos confinamos tarde y mal y hemos estado cuatro meses de infarto precisamente por habernos confinado tarde y mal y ahora que abrimos nuestras fronteras y que el virus va a poder viajar en primera clase, agárrense que vienen curvas.
Si no somos capaces de ofrecer datos concretos y reales, ¿de qué somos capaces en este país? Ah sí, perdonen, somos capaces de camuflar la muerte, de no mostrarla porque incomoda, de vetarla directamente con el grave error que eso supone para la conciencia general de la población y también para la historia. Sin entrar en sensacionalismos ni alarmismos siempre mal venidos en cualquier campo de buen profesional periodístico que se precie, queda claro que lo que no se ve no existe. No hemos visto a nuestros muertos, no hay féretros, no hay ninguna imagen, no va a haber memoria gráfica del drama vivido, memoria necesaria para la historia de este país y que no sé quién decidió, pero se decidió en algún despacho que no la hubiera.
El riesgo de la relajación
No hay tampoco imágenes del dolor de las miles de personas que se han dejado la piel salvando vidas, que se han dejado la suya propia, ni tampoco de los que ya no están entre nosotros. ¿Qué clase de veto a la información gráfica es este? Pongamos en una explanada 28.000 o 46.000 féretros y quizás seamos más conscientes del drama por el que hemos pasado y antes de arriesgar tomemos todas las precauciones porque mucho me temo que el verano da pie a una relajación que no nos podemos permitir. Que no eximan responsabilidades nuestros políticos aludiendo a la responsabilidad individual de cada uno y de cada cual.
Convencida de que Labordeta como muchos que abandonan la corrección política para entrar en la autenticidad humana se llevaría de nuevo las manos a la cabeza. “A la mierda”, repetiría como poco, si supiera el gran baile de muertos que tenemos en casa. Son 18.000 la diferencia, 18.000 personas muertas o vivas, no sabemos aún, pero eso para algunos es pacata minuta. ¿Qué baile de muertos es este? Tenemos en Instituto Nacional de Estadística que ofrece datos, las funerarias, los hospitales, somos capaces de ser rigurosos. Seámoslo por nuestros muertos, por los familiares y por la sociedad en general. ¿O vamos a celebrar un funeral de Estado sin saber cuántas son las bajas? De traca, este baile de cifras solo genera inseguridad y falta de confianza. Cuídense, con mascarilla siempre mejor