Opinión

La pandemia se viste de fiesta

Están más preocupados los políticos de las elecciones de febrero que de los hospitales en enero

  • Gente pasea por la calle con mascarilla.

A veinte días de empezar las fiestas, y con el puente de la Constitución y la Inmaculada a la vista, el riesgo de celebrar la Navidad es extremo. En riesgo extremo están, de hecho, seis comunidades autónomas de este país y aunque esta situación puede cambiar -a peor-  lo que sí tenemos claro es que para las fiestas nos podemos sentar a la mesa diez personas.

Venga anímense, vayamos ya a reservar el rape y las gambas para que no se disparen de precio, las ostras o los canelones, lo que sea, que el coronavirus se va a poner las botas con tanto amor que vamos a poder derrochar estas Navidades, con tanta familia alrededor, con tantos besos y abrazos. El virus sí que se va a vestir de gala. Va a hacer gala de su fuerza, le encanta viajar y moverse entre nosotros y, sobre todo, le encanta que estemos cuanto más juntos mejor. Qué mejor fin de año, de este horrible 2020, que acabarlo con él en la mesa. Se trata de un plan negro perfecto.

Venga, venga, sigan leyendo y prepárense los que puedan, que ya lo hicimos de matrícula de honor el pasado fin de semana porque nos pusieron en bandeja que si el black friday, que si el ciber monday. Todo está preparándose para el gran festín que presumiblemente se dará en los hospitales en enero. Mientras los que se hayan quedado sin trabajo si pueden comer unos deliciosos huevos fritos con patatas ya va a ser mucho y si están acompañados, va a a ser el no va más.

A la espera de la vacuna

Francamente, a estas alturas de la película, no me preocupan ya ni los puentes, ni las compras de Navidad, ni todo lo que podamos hacer si nos lo permiten porque si nos lo permiten que luego no nos hagan responsables de su ineficacia en tomar medidas de control. No sé si tienen la bolsa de esquí preparada, esa era la excusa de muchos en los años anteriores para no reunirse con los suyos por aquello de que no le gustaban estas fiestas. Realmente, ahora, lo que me viene a la mente como periodista, como madre, como hija de un padre de 85 años, como persona, más allá del buen camino que se está haciendo con la obtención de la vacuna, es si tenemos los hospitales de este país preparados para las olas o el tsunami que nos va a venir en enero si celebraremos las fiestas como nos están indicando nuestros políticos. Tanto los de Moncloa como los de la Generalitat.

Atención primaria

¿Tenemos las UCIs necesarias, hemos reforzado la atención primaria, hay acaso material suficiente para hacer PCR o test de antígenos masivos con laboratorios que nos den el resultado en horas? ¿Disponemos de todo lo necesario para no tener que volver a cerrar bares y restaurantes, está todo dispuesto para no tener que cerrar de nuevo la cultura y el ocio? ¿Tenemos lo que es preciso para no matarnos en vida más allá de que haya miles y miles de hogares de este país que no llegan ni a principios ni a finales de mes? ¿Tenemos a nuestros políticos preparados? Porque si no, no hagamos que el personal asuma riesgos que después no se van a poder mitigar a no ser que nos interese ir sumando muertes en este país.

Que tengamos un Gobierno de coalición de izquierdas y a los autónomos se les suba la cuota es de traca, de película de terror

Estamos ahogados económicamente, lo sabemos. Unos más que otros. Cansados de estar encerrados o de haber sufrido confinamientos por dar positivo, unos más que otros porque no es lo mismo vivir en 40 metros cuadrados que en una casa con jardín; no es lo mismo vivir con un maltratador que con una familia de película; no es lo mismo cobrar a final de mes que ser autónomo y no tener ingresos.  Entonces digamos alto y claro que corremos un riesgo extremo, como los datos que se conocen cada día de muertes y de contagios, y que aún así, corramos el riesgo de abrir porque no se puede estar como estamos, pero eso sí, tomando todas las precauciones y restricciones que sean necesarias.

Veo a nuestros líderes políticos muy centrados en cómo nos vamos a comer la sopa de rape en Nochebuena o las uvas en Fin de Año y pocos, más allá del complejo proceso de vacunación, preocupados en planes de cara a enero tanto económicos como sanitarios. Que tengamos un Gobierno de coalición de izquierdas y a los autónomos se les suba la cuota es de traca, de película de terror. Pero lo es en la Moncloa y en la Generalitat, desde donde ya se piensa más en lo que tiene que pasar el día de los enamorados con las elecciones catalanas que lo que va a pasar en nuestros hospitales en enero y febrero como sigamos haciéndolo así, cual conductor suicida. Estamos poniendo en riesgo la salud de los nuestros, de los que más queremos. Si están dispuestos, adelante. Si no, en lugar de escuchar a nuestros estimados políticos escuchen a los investigadores, científicos y médicos de este país. Ellos nos dan información fiable para celebrar la vida de forma más o menos segura. Cuídense, con mascarilla siempre.

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