Si usted tose, tiene más de 37.5 de fiebre y se siente, cansado, muy cansado, ya tiene remedio para sus males: un "espacio de cooperación". Con reuniones bisemanales. Interdependiente. Ésa es la medicina que se han sacado de la manga Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso tras su reunión de este lunes en Madrid. Y si alguien, en su inocencia, esperaba algo más, que manifieste su decepción en otra ventanilla. Mejor una buena mesa de diálogo que un refuerzo sanitario, cualquier PCR o test de anticuerpos.
Al final era verdad que Sánchez y Ayuso -sin empatía personal por mucho que disimularan- poco o nada tenían que decirse. Lo justo para acordar que estaban de acuerdo en crear un "grupo de trabajo" que debía estar en funcionamiento desde hace meses. Todo escenografía, solemnidad. Sobredosis banderil, un estrado propio de jefes de estado, paseíto conjunto por las escaleras, una puesta en escena que lo mismo te resuelve una crisis con los independentistas catalanes que una emergencia sanitaria en Madrid. A un problema, una mesa.
Había expectación tras meses de desencuentros. El presidente acudía condescendiente al 'rescate' de una presidenta superada por las consecuencias de una gestión desastrosa. Sánchez se ha visto obligado a pringarse donde nunca quiso y Ayuso ha recibido una cura de humildad. Se comió todas sus palabras y desplantes anteriores con Sánchez de cuerpo presente. Tan delicada es su posición política -cuadros del PSOE y Podemos lanzados a las calles y un par de recados desde el seno del PP- que se conformó con la nada que le ofreció Sánchez. Es decir, le concedió la condición de salvador de Estado que el presidente buscaba.
Se anuncian nuevas movilizaciones contra Ayuso, caza mayor siempre, como la que el próximo domingo se celebrará con el apoyo de PSOE y Podemos, tal y como ha avanzado Jorge Sáinz en Vozpópuli. Un síntoma de que el espíritu buenista de la reunión tiene pronta fecha de caducidad. Lo suyo sería ser responsable, tanto los políticos como los que tenemos la suerte de no serlo. Madrid se encamina al desastre si las medidas no funcionan. Las anunciadas de manera atropellada el pasado viernes y las que estén por llegar, que se anuncian duras y complejas. Y todo llega tarde y mal.
"Les pido que confíen en nosotros", pidió Ayuso. Me da que no, que el crédito está agotado. Confiar en ustedes: eso sí que es mucho pedir.