Apretado el botón del pánico con Popular, expuesto el arsenal del Mecanismo Único de Resolución (MUR) para liquidar bancos en Europa, las incertidumbres se amontonan en Bruselas. "El marco normativo funciona y es el adecuado desde el punto de vista formal, pero quedan dudas, después de lo visto con Popular, alrededor de las crisis de liquidez. La resolución se ideó para dar solución a una entidad ingobernable por sus problemas de solvencia pero ahora se abre un nuevo panorama que debe hacernos pensar a todos los actores implicados en la unión bancaria. ¿Se puede liquidar a un banco que tenga problemas transitorios de liquidez?". La reflexión de uno de los técnicos que han participado en el caso es sinónimo de que aún falta tiempo, y mucho, para que se recompongan las placas tectónicas del terremoto causado por la liquidación de Popular. Una muerte con muchos cabos sueltos y con algunas voces, algunas tan significativas como la del subgobernador Javier Alonso, asegurando que al enfermo aún le quedaba algún recurso de oxígeno antes de desconectarse del respirador. Emilio Saracho, de nuevo en el disparadero.
La declaración de Alonso es tan significativa como el anuncio efectuado la pasada semana por el Banco Central Europeo (BCE) sobre las nuevas normas de liquidez de emergencia para bancos en problemas. Un acuerdo adoptado por el sanedrín del BCE el pasado 17 de mayo, pero que no fue comunicado hasta el 19 de junio, doce días después del anuncio de la quiebra de Popular por falta de liquidez. ¿Silencio administrativo o silencio intencionado? ¿Habría variado la suerte de Popular con esta nueva norma de liquidez? Los interrogantes se amontonan tanto como el cruce de declaraciones alrededor del fin de Popular. Todos contra todos. Ron contra Saracho. Saracho contra Ron. El Banco de España contra Saracho. Guindos, en privado, contra Ron. Los accionistas contra Ron, Saracho y los supervisores. Al trapo también ha entrado la presidenta del supervisor europeo. Danièle Nouy sugiere a las autoridades españolas investigar quiénes estuvieron detrás de la fuga de depósitos que provocó la crisis de liquidez de Popular. Toda una bomba de relojería para el Gobierno, ya que las administraciones públicas retiraron mucho dinero. La respuesta de Guindos ha sido contundente. "El análisis de Nouy es una frivolidad".
A la sombra de todas estas estridencias, el mundo de las aseguradoras viene batallando para no verse arrastrado por el banco de pruebas que es todavía la Unión Bancaria. "Son dos sectores diferentes que no pueden medirse por los mismos parámetros porque la propia naturaleza del negocio es diferente", aseguran desde varias firmas. En este sentido, critican que su nueva normativa de capital, recogida en Solvencia II, sea la traslación al mundo del seguro del traje a la medida confeccionado para la banca. Un traje demasiado rígido para una industria con diferentes tiempos y objetivos que los bancos. Hasta la fecha, Insurance Europe, la patronal del seguro europea, ha tenido un escaso éxito en todas sus reivindicaciones. Las reiteradas críticas de que Solvencia II es una normativa excesivamente prudente con objetivos y situaciones en el cálculo de activos y pasivos que nada tienen que ver con la realidad (una queja común en el mundo de la banca frente a las exigencias de capital de Basilea) habían caído en saco roto. Apenas EIOPA, la Dirección General del Seguro europeo, se ha comprometido a la revisión de algunos de sus aspectos.
Bruselas considera que la actual legislación no protege suficientemente a los clientes en caso de que una aseguradora entre en crisis
Sin embargo, el terremoto de la liquidación de Popular ya tiene secuelas en el mundo del seguro. Bruselas ha decidido paralizar la implantación de un órgano de resolución de aseguradoras. Tras la implantación del Mecanismo de Resolución Bancaria, Bruselas inició los estudios para un sistema equivalente para la resolución de aseguradoras, auspiciado por algunas instituciones de la UE, especialmente el ESRB, el órgano del BCE que vigila los riesgos sintéticos. De hecho, el MUR de las aseguradoras está desarrollado en una normativa europea al que únicamente hay que ponerle el sello de 'ok' para que comience a operar. Bruselas considera que la actual legislación no protege suficientemente a los clientes en caso de que una aseguradora entre en crisis. Pero, de momento, prefiere guardar en un cajón la posibilidad de activar el botón del pánico. "Lo que ha sucedido con Popular está cuestionándolo todo", explican desde el sector. Esa ha sido la razón para que Bruselas dé ahora por buenos algunos de los argumentos esgrimidos por la patronal europea del seguro para evitar la implantación de este ‘verdugo’ de las aseguradoras’.
Argumentos presentados en febrero pasado. En su escrito a Bruselas, Insurance Europe aseguraba que "a diferencia de la banca, las aseguradoras no fallan de repente, ya que los pasivos de las aseguradoras se cristalizan gradualmente con el tiempo, lo que permite una liquidación estructurada, por lo que es poco probable que los asegurados queden sin cobertura". "Por lo tanto", esgrime la patronal del seguro, "el riesgo sistémico es significativamente menor en seguros que en banca. Las características únicas del modelo de negocio de seguros están claramente en contraste con las de los bancos y los enfoques de resolución deberían reflejar esto claramente. La diferencia clave entre la resolución de un banco y la resolución de un asegurador es que este último se puede gestionar durante un período prolongado".
La diferencia clave entre la resolución de un banco y la resolución de un asegurador es que este último se puede gestionar durante un período prolongado"
Una argumentación con frágil memoria. Hace apenas nueve años, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió evitar la quiebra de American International Group (AIG) inyectando 60.049 millones de euros para evitar el derrumbe de la que era la mayor aseguradora del mundo. Entonces, no había tiempo para gestionar su liquidación ordenada. AIG había colapsado. Por razones diferentes a Popular. Sin duda. Pero también se pulsó otro botón del pánico. Porque la desconfianza genera pánico.