Bonita afición, y dicen que muy entretenida, es la filatelia. He ahí el nuevo descubrimiento del fugado de Waterloo para entretener sus muchos y abrumadores ocios. Porque de eurodiputado no puede ir. Cachis.
La Junta Electoral Central lo ha dejado clarinete: Carles Puigdemont no puede figurar en las listas al parlamento europeo. Tampoco podrán ir a ese dorado paraíso de suculentas canonjías y plácidas tareas sus conmilitones Toni Comín y Clara Ponsatí, la que decía con toda la faz que iban de farol en la cosa de la república. Se conoce que, al estar en situación judicial de rebeldía, no cuela. El abogado de Puchi, Gonzalo Boye, bueno, uno de los muchos que tiene, se ha quejado amargamente en Twitter, pero no tiene remedio. Lo achaca al triunfo independentista y a la subsiguiente vendetta del Estado, porque ya se sabe cómo son los españolazos y la justicia y tal y tal. Entre eso, y que Esquerra le ha dado la paliza del siglo a la razón social Pujol y herederos del tres por ciento, es lógico que el muchachito del flequillo tenga que entretenerse en cualquier menester, porque tiene los nervios a flor de piel y bien es sabido que los días grises, fríos, brumosos de aquellas tierras belgas no ayudan nada para tener el ánimo jacarandoso. En Waterloo. últimamente, no se apaga nunca la luz del wáter, valga la redundancia. No diremos que a diario lleguen camiones descargando palés de Fortasec y Tranquimazin, pero se nota que hay agitación, inquietud y zozobra.
Así las cosas, el habitante de la casita de la republiquita nos ha sorprendido con una noticia de tremendo alcance. Hete aquí, señores, la tremenda astucia de la que tanto han alardeado los separatistas y que tantos éxitos les ha deparado. Una sutil maniobra que nadie, ni el propio juez Marchena, esperaba. No, no es la autocrítica porque el separatismo, en su conjunto, haya perdido más de medio millón de votos en estas elecciones o que Esquerra duplique al partidito de Puigdemont. Lo que ha revelado el ex presidente, que ha causado un tremendo pasmo y asombro en todas las cancillerías de Europa, tiene mucha más relevancia. Agárrense a la silla: el Consell per la República ha anunciado la puesta en circulación de ¡los sellos de la República! A través de Belgian Post Group, principal operador postal de esa extrañísima Bélgica a la que resulta muy difícil comprender, usted podrá diseñarse el sello y adquirirlo. Ni que decir tiene que es una oportunidad de oro para los aficionados a los fascículos tipo “Mi pequeño taller mecánico”. “Mi primera casa de muñecas”, “Construya su propio 600 a escala” o la ya mítica “Dedales de colección” para hacerse con una inigualable serie de sellitos monísimos, diseñados por las pacientes yayas de la ANC y que incluirían los imprescindibles lacitos amarillos, las urnas compradas en los chinos, una estelada o dos o mil, en fin, la iconografía de ritual.
Además, los chicos de Puigdemont te lo pretenden vender como si de un gran éxito en el terreno diplomático se tratase
Vamos a ver. Un poquito de por favor. Que, además, los chicos de Puigdemont te lo pretenden vender como si de un gran éxito en el terreno diplomático se tratase. Explican que lo del sello llega “tras largas semanas de intenso trabajo”, cuelgan en Twitter una foto de Puigdemont escribiéndole una carta a Torra y enganchando uno de esos sellos en el sobre como si fuese una heroicidad y se quedan tan panchos. Ah, y, no contentos con hacer el ridículo de esa manera tan descomunal, amenazan con nuevas noticias en los próximos días. ¿Y en que consistirán las novedades?, se preguntarán ustedes. ¿Preservativos con la cara de Torra? ¿Papel higiénico con la bandera de España? ¿Bolígrafos tipo Carioca con los rostros de los juzgados? ¿Helados con forma de lacito amarillo con sabor a limón-limón?
Me tienen intrigadísimo, porque me parecen, y lo digo sin la menor nota de ironía, estupendas iniciativas. Entre hurgar en los bajos sentimientos de ciertos sectores separatistas, azuzándolos para que se despeñen definitivamente por el abismo de la violencia más descarada, o dedicarse al merchandasing con el fin de obtener unos dinerillos, hay que estar siempre por esto segundo. Ya tardan en sacar un juego de rol con motivo de la republiquita. “Dragones, mazmorras y Bruselas”, por ejemplo, o “El Señor de los lacillos” podrían ser buenos nombres, creo. Algún empresario del ramo estaría encantado. Ánimo, que no se diga.