Once semanas después de las elecciones generales del 28 de abril, España sigue sin Gobierno... y no está claro que lo vaya a haber tras la sesión de investidura convocada desde el próximo 22 de julio. Incluso se ha instalado ya entre políticos y periodistas la posibilidad de que se puedan repetir las elecciones el 10 de noviembre.
España se acomoda pues en el bloqueo, si bien sería mejor decir que los que se han apoltronado en esa idea son nuestros representantes políticos: en la calle el malestar es creciente ante la hipótesis de que haya que votar de nuevo en otoño y el deseo de que los políticos se acaben entendiendo es prácticamente unánime entre la ciudadanía. Sin embargo, los cinco principales actores se comportan como si vivieran en una realidad paralela.
Cinco líderes poco hábiles
Pedro Sánchez, el actual presidente del Gobierno, se ha instalado en la comodidad que le ofrece haber sido el más votado y, a pesar de no tener la mayoría absoluta necesaria en el Congreso de los Diputados, pretende salir reelegido casi por arte de magia, sin ceder un sólo ápice ni a sus socios "naturales" de Podemos ni a los otros dos posibles aliados con los que podría fraguar una mayoría sólida, Partido Popular y Ciudadanos, a los que pide la abstención gratis total.
El líder del Partido Popular, Pablo Casado, es probablemente el que más está haciendo por que se muevan las cosas. Como ha ido contando Vozpópuli, Casado ha ofrecido a Sánchez todo tipo de colaboración en caso de que consiga sacar adelante su investidura, aunque todavía no se atreve a facilitarle ese trance a pesar de que Mariano Rajoy fue presidente en 2016 gracias a la abstención del PSOE.
Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, se ha cerrado en banda en una maniobra que ha desconcertado a buena parte de sus votantes y a algunos de sus dirigentes. Ha rechazado seguir reuniéndose con Sánchez y, de momento, no parece que vaya a cambiar de opinión... por mucho que se acerque la posibilidad de la repetición electoral.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, no puede por sí solo hacer presidente a Sánchez, pero su apoyo ayudaría a poner en marcha la llamada operación Frankestein II, es decir, repetir la alianza de la moción de censura contra Rajoy. El problema es que Iglesias está emperrado en que de esta tiene que salir como ministro de lo que sea. Iglesias, cegado por su ambición personal, está a punto de repetir el rechazo a Sánchez de 2016 que le costó a su partido un millón de votos en las siguientes elecciones.
Santiago Abascal, líder de Vox, es quizás el que menos puede hacer por el desbloqueo, pues sus escaños son escasos y ni siquiera son reclamados por el PSOE. Sin embargo, su partido sí está impidiendo la gobernabilidad de dos comunidades autónomas, Madrid y Murcia, y de unos cuantos ayuntamientos. A diferencia de Podemos, ellos no piden cargos, simplemente buscan que se les haga algo de caso y hacerse una foto junto a sus homólogos de Ciudadanos y PP.
Relaciones deterioradas
España está ahora mismo en manos de estos cinco hombres y ellos son los responsables de que la situación esté atascada. Y, aunque no se subraye los suficiente, gran parte del problema tiene que ver con la falta de sintonía personal entre algunos de ellos, especialmente entre las parejas Sánchez-Iglesias y Sánchez-Rivera, cuya relación viene ya muy deteriorada desde el bloqueo de hace tres años en el primer caso y desde la posterior moción de censura en el segundo.
Los partidos en España están poco acostumbrados a pactar y demuestran escasa cintura para fraguar consensos. Quizás algún día lo logren. Pero, además, estos líderes tienen secuestrados a sus respectivos partidos, imponiendo posiciones que probablemente no sean compartidas por sus votantes ni por una buena parte de sus dirigentes. Ahí está el caso, por ejemplo, de las recientes salidas en Ciudadanos o del malestar que ha suscitado la consulta-trampa convocada por Iglesias en Podemos para cerrar cualquier posibilidad de acuerdo con Sánchez que no sea que él sea ministro.
Hace tres años vivimos una solución parecida... y sólo se resolvió porque desapareció de escena uno de los líderes de entonces. ¿Cabe ahora que ocurra algo similar?
Hace tres años vivimos una situación muy parecida y convendría recordar que la solución vino de forma traumática, no porque los actores se pusieran de acuerdo o porque la repetición de las elecciones resolviera la aritmética parlamentaria. Uno de los líderes políticos de entonces, Pedro Sánchez, tuvo que ser desahuciado de su partido para que se pudieran evitar unos terceros comicios en menos de un año.
Ahora las cosas pintan igual y da la impresión de que, o de nuevo uno de los actores principales sale de escena, o tendremos bloqueo para rato. ¿Es realista pensar en que pueda suceder algo de ello en los próximos dos meses, antes de que se cumpla el plazo para convocar nuevas elecciones? Parece difícil, pero no descabellado en una España en la que ya es casi imposible hacer pronósticos a más de una semana vista.
Sánchez está consolidado y Casado parece haber controlado el malestar interno por el descalabro electoral, así que todas las miradas están puestas ahora en Rivera e Iglesias, que sí están siendo discutidos en sus partidos por cómo están jugando las cartas del bloqueo institucional. No obstante, de desaparecer uno de ellos, todo indica que tendría que ser tras unas nuevas elecciones, una vez que se produzca un desastre electoral. Y en el segundo de los casos será muy importante el papel que pueda jugar Íñigo Errejón que, como ha venido contando en Vozpópuli Luca Costantini, va lanzado con todo su arsenal a las posibles elecciones del 10-N.
El hartazgo del Rey
Tampoco es descartable que, dada la inutilidad de nuestros cinco líderes, incapaces de hallar soluciones y de tan siquiera entenderse entre ellos, el Rey tome medidas drásticas para desbloquear la situación. La Constitución le da la posibilidad de proponer un candidato a la presidencia del Gobierno, que puede ser cualquier ciudadano español, y, en el caso de que Sánchez no logre los apoyos necesarios o de que se niegue a presentarse a una segunda investidura en septiembre, podría incluso proponer el nombre de otro político/personalidad/socialista para que busque el consenso necesario que evite los comicios de noviembre.
Dado que la política española se parece cada vez más a la italiana, no debemos descartar que un día Felipe VI, harto del egocentrismo de nuestros líderes patrios, ponga encima de la mesa otro nombre diferente
Hay quien asegura que eso es impensable en España, porque supondría un regreso a la peor tradición de injerencia política de los borbones, pero en países como Italia suele ser la solución elegida cuando el bloqueo es imposible de arreglar de otra manera. No es la solución óptima, pero dado que la política española se parece cada vez más a la italiana, no debemos cerrarnos a que un día Felipe VI, harto del egocentrismo de nuestros líderes patrios, ponga encima de la mesa otro nombre diferente a los cinco antes mencionados y le encargue la formación de Gobierno.
Llegado ese hipotético caso, y dado que los cinco irresponsables que nos tienen atascados son todos varones, propongo que la elegida sea una mujer. Quizás ella no esté tan obsesionada como los demás en ver quién tiene la autoestima más grande y así logremos encontrar por fin una solución.