Opinión

'Rufián i Lleida'

El portavoz de ERC está comprobando en sus carnes cómo se las gastan sus hasta ahora compañeros de viaje en la calle, aquellos a los que jaleaba contra Puigdemont y sus '155 monedas de plata'

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Me contaban esta semana, a propósito de moderación de la que ahora hace gala mi tocayo Gabriel Rufián, que los más aguerridos del independentismo catalán ya desprecian al portavoz de ERC en el Congreso como Rufián i LLeida. 

Un malintencionado juego de palabras que pretende compararle con el ex portavoz de la fenecida Convergencia, Josep Antoni Durán i LLeida, convertido para ese sector en la quintaesencia del botifler (traidor) que trafica con esa Espanya que en's roba. Una afirmación, por cierto, que Rufián también rechazó en el reciente debate de investidura. Para que conste en su nuevo curriculum de moderado.

... Qué lejos queda ya aquel 26 de octubre de 2017, cuando comparaba a Carles Puigdemont, con Judas en un tuit degradante que ha pasado a la historia como explicación del por qué el entonces president de la Generalitat no convocó elecciones, como le aconsejaban los más moderados y hasta el lendakari, Íñigo Urkullu.

Se vivía un momento críticos en la calle frente al palacio San Jaume, y Puigdemont, temeroso de pasar a la historia nacionalista como un Durán i Lleida de medio pelo, cedió a la presión de la masa y proclamó la república. Luego huiría de España previo posado por las calles de Gerona para despistar.

Nunca perdonó a Rufián y a ERC, y da la impresión de que ahora el entorno más beligerante del ex president en el PDeCAT está pagando al portavoz parlamentario de los republicanos con la misma moneda.

Cierto que hay que frotarse los ojos para ver al tuitero sucesor de Joan Tarda espetar a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias, cual Miquel Roca del siglo XXI, que "debería darles vergüenza" frustrar la esperanza de gobierno de izquierda; y eso tras tres años de espectáculos parlamentarios con impresoras y esposas. Se ha moderado, dicen de él los bienpensantes. Ya.

Probablemente Gabriel Rufián no contaba con desatar la ira de los más radicales, o no hasta ese punto. Pero siempre hay alguien más sobrado de testosterona y escaso de cerebro que uno, dispuesto a coger el testigo de la pureza indepe para hacer bueno el cínico dicho: "aquel que no es revolucionario a los 20 años no tiene corazón... y el que lo sigue siendo a los 40 no tiene cabeza".

De todas formas, esperemos a septiembre, a ver qué tiene que aportar Rufián i LLeida a la política de apaciguamiento y moderación tras la que se augura dura condena carcelaria contra su jefe Oriol Junqueras y el resto de los imputados por el referéndum ilegal del 1-O. Esa sí va a ser la prueba del nueve del portavoz de ERC, no otra.

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