Suspenso para el presidente Pedro Sánchez en comunicación política y en comunicación en general tras su última comparecencia ante España para explicarles a los ciudadanos cómo y cuándo van a salir de sus casas, cómo y cuándo van a volver al trabajo y cómo y cuándo van a poder visitar a sus seres queridos, estén dónde estén. En pocas palabras: la lió parda.
Un presidente no puede salir ante España a dar una clase de optimismo ni de pesimismo. Sólo de realismo. Y lo que es más importante, debe lanzar mensajes claros y dejar lo complicado para el segundo o el tercero de a bordo. Y, en cualquier caso, si quiere explicar las fases de cómo vamos a bajar una montaña infernal, por lo menos, que se dote del material necesario para hacerlo comprensible. El terreno pantanoso que está siendo una constante durante estos meses se debe saber transitar comunicativamente hablando.
Son muchos los periodistas que, pasadas 24 horas, siguen intentando explicar y dar detalle de las fases por las que vamos a pasar. No es fácil
Sabemos que son momentos complejos, de extrema gravedad, excepcionales y que quien gobierna ante unos hechos como los que vivimos se lleva todas las críticas a una gestión sin precedentes. Además, no siempre llueve a gusto de todos, pero un presidente no puede salir ante todo el país a sembrar más incertidumbre porque eso lleva a desconfiar de un Gobierno que necesitamos que nos saque de ésta. Son muchos los periodistas que, pasadas 24 horas, siguen intentando explicar y dar detalle de las fases por las que vamos a pasar. No es fácil.
De los casi 60 minutos que habló Sánchez, solo dos cosas me quedaron muy claras: habrá un funeral como se merecen cada una de las personas que han perdido la vida y no se vuelve a clase hasta setiembre… si todo va bien. Lo demás sólo son dudas y más dudas y más incertezas que deben salir a aclarar y a explicar con prudencia y rigor. La senda de la comunicación nadie dijo que fuera fácil y en tiempos de crisis menos, pero al presidente se le debe saber preservar de según qué situaciones que le perjudican más que le benefician. Y, por extensión, perjudican a todos los ciudadanos porque preocuparles más de lo que están no es la manera de salir a dar una rueda de prensa.
Desde la OMS hasta Quim Torra -que es cierto que ha tenido propuestas acertadas- comparten cuotas de responsabilidad y de desaciertos en esta pandemia. Nadie se salva, por ello conviene que la oposición también esté a la altura de las circunstancias para salir de esta. Porque, pese a que las cosas se puedan hacer de forma diferente y se pueda mejorar, para poder trabajar y salir adelante convienen los consensos, conviene la política en mayúsculas y trabajo duro.
Miles de sanitarios abandonados
Piensen sus señorías en las 25.000 familias que han perdido a uno de los suyos sin poderse despedir, piensen en todos aquellos hogares en los que no entra un ingreso, piensen en todos los científicos e investigadores a los que durante tantos años han abandonado económicamente y que nos tienen que sacar del atolladero consiguiendo más pronto que tarde una vacuna. Piensen en todos los sanitarios que se han dejado la piel por salvar vidas, piensen en todas aquellas personas que han estado trabajando sin descanso para que nos lleguen los alimentos y que los podamos comprar. Piensen en todos aquellos que no tienen manera de levantar su negocio.
Piensen señorías que el riesgo sigue en la calle, la covid-19 sigue entre nosotros y no nos podemos permitir volver a tener el sistema sanitario saturado ni un Congreso que sea un patio de colegio, porque seguramente que nuestros niños son mucho mas educados que muchos de ustedes. Centremos los esfuerzos en salir de esta guerra pronto, con rigor, responsabilidad y rescatando a todos los ciudadanos para que se puedan ganar la vida. Porque de una manera u otra, sufriremos todos y no se puede seguir abandonando a los de siempre. Dejen de abandonar a los autónomos de este país, pongan durante unos meses todo el dinero que puedan y rescaten como ha hecho Dinamarca -lo apuntaba el economista catalán Oriol Amat- si no quieren hundirnos en la miseria.