Opinión

Pero ¿de qué coño van a hablar?

Tras siete años sin convocarse, en agosto se reunirá la comisión bilateral Estado-Generalitat. Será curioso ver a qué acuerdos llegan. Presos, políticos en el extranjero y derecho a la autodeterminación

Tras siete años sin convocarse, en agosto se reunirá la comisión bilateral Estado-Generalitat. Será curioso ver a qué acuerdos llegan.

Presos, políticos en el extranjero y derecho a la autodeterminación

Un día en el que le plantearon al Canciller alemán Konrad Adenauer un asunto complicado relacionado con los Länder, el célebre político lo despachó con presteza. “Creemos una comisión bilateral”. Ya saben, aquello tan clásico de que un camello es un caballo diseñado por un comité, según se atribuye al no menos enorme estadista Winston Churchill. Es obvio que, en el gobierno de Pedro Sánchez, y ya no digamos en el de Quim Torra, no hay nadie que le llegue a la suela del zapato. Lo más parecido a esas personalidades, capaces de aunar el amor por su país con su amor por Europa, es Josep Borrell, de sólida formación francesa y, seguramente debido a ella, centrada en el Estado, así, con E mayúscula.

Pepe Borrell no estará en la comisión bilateral que, por cierto, de bilateral no tiene nada, ni es tampoco entre el Estado y Cataluña. Es la reunión del Gobierno de España y el de una autonomía, lo que en el caso que nos ocupa no es un tema menor, pero hay que recordar que la perversión en el lenguaje comporta perversiones mucho más graves en la política. Ni el Gobierno de España es el Estado ni el Govern de Torra es Cataluña. Aclarado esto, prosigamos.

Insistimos en que Borrell habría sido un formidable interlocutor para los separatistas que quieren la dona borratxa i el vi al celler, la mujer borracha, pero el vino en la bodega. Estos mantienen con la misma sangre fría la voluntad de desobedecer la ley, pero, a la vez, recibir millones del Estado y gozar de todas las prerrogativas autonómicas. Eso sí, con el Parlament cerradito a cal y canto, que la política ya la hacen ellos desde Waterloo o desde esas reuniones. Cualquier cosa menos el control democrático de la oposición.

Produce inquietud comprobar como en la delegación del Govern figuran dos ex socialistas del PSC de toda la vida, Ernest Maragall y Ferrán Mascarell. El primero fue la eminencia gris de aquel PSC del referéndum de la OTAN, la lucha contra Pujol en el cinturón rojo, las campañas insidiosas contra Pasqual Maragall, campañas infames, ruines, de baja estofa y peor gusto. Ernest ha sido durante años un auténtico factótum en Can PSC, se opuso junto a personas del calibre humano y político de Josep María Sala a la deriva nacionalista de los Obiols, los Font, los Armet. Pero, una vez desaparecido su hermano del panorama político por cuestiones tristes de salud, decidió pasarse al independentismo hasta colocarse. Y ahí lo tienen, flamante conseller. Mascarell, por su lado, fue el omnipotente y casi eterno regidor de cultura en el ayuntamiento socialista de aquella Barcelona de los milagros olímpicos, la que se ponía guapa al son del Gato Pérez y Los Manolos, la que festejaba en los barrios los logros urbanísticos mientras que, ¡ay!, se olvidaba de las personas en detrimento de las obras faraónicas. También él, cuando vio que no sería candidato a la alcaldía en sustitución del más que funesto Jordi Hereu, se pasó a aquella Casa Gran del Catalanisme de Artur Mas, previo nombramiento como conseller de Cultura, of course.

Ambos se las verán con la ministra Meritxell Batet, que ya tiene el guión preparado acerca de lo que va a decir. Estén atentos a la ministra que, como alumna aventajada de Narcís Serra –que sigue mandando tanto en el socialismo que hasta cena con George Soros cuando este gira visita de obras a Sánchez-, tiene futuro en esto de la socialdemocracia cuando a Sánchez le den por definitivamente amortizado. Al tiempo.

El objetivo de la reunión no es otro que hacerse la foto, igual que la reunión entre Sánchez y Torra. ¡Para fotos estamos, con la que está cayendo!"

La pregunta clave es, bueno, entre el radicalismo que ahora se enseñorea del Govern, previa consigna puigdemontiana, y la panfilería buenista del gobierno de Sánchez, ¿qué van a pactar?

Queremos a Richard Avedon de presidente del Gobierno

El objetivo de la reunión no es otro que hacerse la foto, igual que la reunión entre Sánchez y Torra. ¡Para fotos estamos, con la que está cayendo! Sería mejor, ya que de imagen se trata, contratar como responsable de Moncloa a un profesional como Avedon, Catalá-Roca o mi admirada Colita, por citar a los clásicos de ayer, de hoy y de mañana. Vean lo que podemos esperar cuando la misma Batet dice que la reunión servirá para “Tomar contacto y poner a funcionar el resto de las comisiones”. Eso y nada, es lo mismo.

Claro está que, más allá de la gesticulación separatista acerca de presos, fugados y referéndums, se hablará de leyes, o sea que ya pueden tener el Aranzadi a mano. Porque desde el Govern se ha saturado a la justicia española, llenándola de recursos y más recursos. Menos mal que no creen en ella. Y por parte del gobierno de España, tres cuartas partes de lo mismo. Es lo que sucede cuando no tienes coraje de hacer política y le pasas la patata caliente a la judicatura. Recursos que interpuso el PP contra leyes del Parlament, por un lado, leyes que, por cierto, suspendió el Tribunal Constitucional en su día; recursos que el Govern ha interpuesto contra el Estado, contra el gobierno de Rajoy, contra lo que sea, porque aquí, además de la foto, lo que cuenta es ganar tiempo hasta que lleguen las elecciones generales y autonómicas, lo que venga primero. Este país vive en una perpetua campaña electoral y así nos va. Los partidos no viven pensando más que en los sondeos de voto y adecuarlo que dicen al intento torreznero de atraerse una migaja más de un electorado que empieza a percibir todo esto como un cachondeo fenomenal.

Las inversiones y tal, también se comentarán, pero tratándose de una primera toma de contacto, como si hubiéramos nacido ayer, impedirá entrar en profundidad. Digámoslo con todas las letras, la reunión no es más que un “qué hay de lo mío” bien vestidito.

Pues de eso va lo que están haciendo PSOE y separatismo. Ahora te quiero, ahora no, ahora me veo contigo, ahora te dejo. Como les decía, pura estrategia"

Permítanme una maldad como viejo guionista. En toda serie existe lo que denominamos tensión sexual y que debe prolongarse el máximo posible. El conflicto entre chico-chica (o cualquier variante que se quiera, que en estas cuestiones hay que estar muy pendiente de la moda pijo progre) ha de ser eterno, ha de complicarse, ha de mantener en vilo al espectador, sin que sepa si la cosa acabará en coyunda e himeneo o no.

Pues de eso va lo que están haciendo PSOE y separatismo. Ahora te quiero, ahora no, ahora me veo contigo, ahora te dejo. Como les decía, pura estrategia para llenar este verano con serpientes de ídem con las que tener entretenido al personal. Pero que nadie espere ver a Batet y a Maragall besarse como dos colegiales, porque el guión va para largo y no se prevén novedades. Seguiremos con frases baratas de culebrón paraguayo como “tú eres la más nada” o “fuiste pura ruina”.

Ya saben de qué van a hablar. De lo suyo, de lo de siempre, de todo lo que nos queda a años luz a los que pateamos la calle para ganarnos la vida. Eso sí, puestos a elegir galanes, me parece que a Maragall y a Mascarell se les pasó el arroz hace ya muchos años. En todos los sentidos, si entienden lo que quiero decir.

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