La candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha conseguido unos resultados históricos para su partido en unas elecciones cruciales para el futuro de Cataluña. El más de un millón de votos que ha logrado la formación naranja no le servirán, sin embargo, para gobernar y abrir la etapa de reconciliación que prometió a los catalanes. Los partidos del bloque independentista sumarán más escaños en el Parlament.
En apenas cinco años, Arrimadas ha ido creciendo dentro del partido marcando un perfil propio junto a su mentor, Albert Rivera. Durante los últimos dos años se erigió en la líder de la oposición como portavoz parlamentaria en la cámara catalana, donde ocupa un escaño desde 2012. Desde la tribuna se ha empleado a fondo para combatir las tesis del independentismo.
"Seguiremos trabajando con más votos y con más escaños para todos vosotros", clamó en la noche de este jueves tras conocerse los resultados de las elecciones al filo de la media noche. Ante cientos de simpatizantes del partido congregados en la Plaza de España de la ciudad condal, Arrimadas pidió que nadie se quedas "en casa sin celebrar la victoria del constitucionalismo en las urnas". Y calificó sus resultados como "la victoria de un proyecto para todos los catalanes".
"Hemos ganado en Barcelona, Hospitalet, Cornellá, Lleida, Tarragona. Las diez ciudades más pobladas de Cataluña hoy son naranjas", recordó arropada por los miembros de su partido, entre los que estaban el propio Albert Rivera, su estrecho colaborador y número dos en el Parlament, Carlos Carrizosa y otros miembros de la Ejecutiva nacional como Juan Carlos Girauta, Fernando de Páramo o José Manuel Villegas.
Nacida hace 36 años en Jerez de la Frontera (Cádiz), Arrimadas es admirada y odiada a partes iguales en la calle. Durante esta campaña electoral se han repetido los ataques contra la candidata por parte de ciudadanos independentistas, que tienen especial animadversión a la figura que encarna las críticas a la deriva unilateral. Arrimadas ha soportado gritos de "fascista" mientras paseaba con su marido, caceroladas en su acto final de campaña y silbidos a la salida de su colegio electoral.
Lejos de amilanarse, la candidata de Ciudadanos se crece ante la adversidad y valora mucho el apoyo que recibe de los que la rodean. "Me dan su apoyo cuando pasan estas cosas, pero los otros siempre gritan y se les oye más", confesaba a este diario tras el desafortunado episodio sufrido a las puertas del colegio electoral este jueves.
Muchos califican su campaña electoral como una campaña "redonda". Sin fallos de discurso y logrando afianzar al electorado que su partido ha arrebatado a un PP que sólo ha conseguido tres escaños y que pasará al grupo mixto y a un PSC que se ha quedado con 17. Su equipo ha sabido aprovechar sus raíces andaluzas para atraer al votante de la emigración histórica de la que se ha nutrido la sociedad catalana. "¿Por qué no te vuelves a Cádiz?", le dijo en Twitter la expresidenta del Parlament Núria de Gispert.
"La mayoría social en Cataluña se sienta catalana, española, europea. Hemos votado a favor del sentido común y de la convivencia. Esta victoria hace más visible aún que la situación política en Cataluña no es la que han querido vender algunos en el extranjero. Cataluña somos todos", sentenció la única de las candidatas que contaba con pasado en el sector privado. Tras acabar la carrera de derecho, empezó con 24 años a trabajar como responsable del departamento de calidad de una petroquímica y más tarde pasó seis años como consultora en la empresa D'Aleph. Desde 2008 vive en Barcelona.
"Ella es la que debería ser la presidenta de la Generalitat de Cataluña", reivindicó Rivera ante un auditorio entregado. De haberlo hecho, sería la primera presidenta no nacionalista de la historia. "Hemos hecho lo que os prometimos. Ganar. Lo hemos hecho. No podemos decidir por los demás", concluyó.