La pandemia duplicó los niveles de estrés de la población con discapacidad intelectual durante el confinamiento, según un estudio realizado por la Fundación A LA PAR, que constata que esta población atravesó entre abril y mayo de 2020 "un acontecimiento vital estresante que podría ser un evento traumático si no se atienden las necesidades específicas" de estas personas.
La investigación, presentada recientemente en Berlín, en el marco de la 13ª edición del Congreso de la Asociación Europea por la Salud Mental de las personas con Discapacidad Intelectual, reveló que la población con discapacidad intelectual confinada arrojaba una puntuación de más del doble (36 puntos de media frente a los 15 puntos de la población pre-COVID) en las pruebas de medición de estrés.
Si algo bueno puede extraerse de la pandemia es que todos hemos valorado como nunca antes la salud, y nos hemos tomado en serio, casi por primera vez, la importancia de la salud mental", apunta Jacobo Cendra, Coordinador de la UAVDI A LA PAR
"Una de las conclusiones más llamativas es que no encontramos diferencias significativas por razón de sexo o edad. Es decir, que ni las mujeres estaban más o menos preocupadas que los hombres ni las personas mayores -y esto es especialmente interesante ya que tenían un mayor riesgo- que la población más joven", explica Mercedes Hernández Núñez-Polo, psicóloga de la UAVDI y promotora del estudio.
"Sin embargo, lo que sí se pudo constatar fue una mayor dificultad a la hora de informar de manera verbal acerca de síntomas ya de por sí complejos, como la pérdida de gusto u olfato, o para entender y exponer las emociones que les abordaban en cada momento", aclara. "Si algo bueno puede extraerse de la pandemia es que todos hemos valorado como nunca antes la salud, y nos hemos tomado en serio, casi por primera vez, la importancia de la salud mental", destaca Jacobo Cendra, Coordinador de la UAVDI A LA PAR.
"Las personas con discapacidad intelectual no son la excepción y durante el último año y medio han sufrido especialmente al experimentar unos niveles de confusión e incertidumbre que no siempre han sido capaces de gestionar y que han repercutido seriamente en su bienestar y calidad de vida. Como sociedad, habría que reflexionar sobre este particular y tomar medidas de cara a futuras emergencias sanitarias que den respuesta, también, a las necesidades de salud mental específicas de este colectivo", apunta Cendra.