El procedimiento de incorporación de tecnología médica en la cartera de servicios comunes del SNS y en los propios hospitales, las carteras de servicios complementarias en los diferentes territorios y la falta de actualización de las Guías de Práctica Clínica impactan de forma negativa sobre los cuatro pilares básicos del Sistema Nacional de Salud: equidad, cohesión, universalidad, acceso. Es la principal conclusión del informe El camino a la innovación tecnológica: cartera de servicios y guías de práctica clínica que hoy hace público la Fundación IDIS (Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad) y que pone de manifiesto cómo las políticas existentes en este entorno limitan el acceso de los ciudadanos a las innovaciones en el ámbito sanitario y generan inequidades.
El hecho de que, por ejemplo, sea la dirección de un hospital, a iniciativa de un profesional sanitario quien tome la decisión final de actualizar o incorporar una tecnología a un centro es un claro ejemplo de arbitrariedad que tiene consecuencias para los ciudadanos. En la actualidad no existe un procedimiento sistemático para la actualización de la tecnología en los hospitales y ello conlleva diferencias en la toma de decisiones que generan variabilidad en la práctica clínica y pueden limitar el acceso de los ciudadanos a las últimas innovaciones, comprometiendo así los pilares de acceso y universalidad.
Algo similar ocurre con las carteras de servicios complementarias de las comunidades autónomas y las diferencias existentes en los presupuestos, que pueden llegar a los 736 euros por ciudadano. Este hecho tiene, además de la variabilidad en la práctica clínica, otras consecuencias, como la no administración del tratamiento más innovador o la decisión de desplazamiento a otra comunidad autónoma para recibir un tratamiento diferente. “Se trata -asegura Marta Villanueva, directora general de la Fundación IDIS- de un foco de inequidad, ya que los recursos no se asignan en función de la necesidad, y de falta de cohesión puesto que se generan diferencias entre CCAA y entre los propios centros hospitalarios. A la vez, como recoge el informe, impacta en el acceso y la universalidad por la limitación a la innovación que supone”.
Las Guías de Práctica Clínica y los Informes de Evaluación de Tecnologías Sanitarias son elementos clave para la mejora de procesos de toma de decisiones. Pero la realidad en España dibuja un escenario muy mejorable en esta área, tal como muestra este trabajo. Y es que las Guías de Práctica Clínica del SNS no están actualizadas: de las 191 existentes, 157 ya no están vigentes.
De forma paralela, las propias sociedades científicas publican sus guías y recomendaciones y GuíaSalud -organismo que aglutina todas las guías del SNS- propone un sistema metodológico de actualización de estos documentos que hoy no se está llevando a cabo. En el caso de los Informes de Tecnología Sanitaria, la actualización es mayor que en las guías; sin embargo, carecen de previsiones de actualización o de análisis de las tecnologías para otras patologías y de fecha de vigencia, lo cual produce una falta de conocimiento sobre futuros estudios clínicos con tecnología nueva o ya existente. Con todo, es fácilmente explicable, también en este caso, la variabilidad en la práctica clínica y el retraso en la inclusión de nueva tecnología en algunos centros, que rompen de nuevo los pilares básicos sobre los que se sustenta el SNS.
Propuestas de mejora
“La observación de este escenario -asegura la directora general de la Fundación IDIS- hace imprescindible llevar a cabo actuaciones para facilitar a profesionales sanitarios, tomadores de decisiones, gestores, sociedades científicas y pacientes el acceso a la última información disponible en innovación de tecnología médica basada en la evidencia y homogeneidad de la práctica clínica”. Y, en este sentido el informe propone una actualización continua de las Guías de Práctica Clínica del organismo oficial que las aglutina, en colaboración con las sociedades científicas, de tal modo que haya un único punto de acceso. Asimismo, plantea la conveniencia de relacionar el proceso de actualización de la cartera de Servicios Comunes del SNS con la actualización de las propias guías, de manera que desde GuíaSalud se pueda conocer cuáles son objeto de actualización por la incorporación de alguna nueva tecnología a la cartera de servicios.
Junto a ello, sería conveniente, según las conclusiones del informe, que existiera un punto común y público donde las compañías puedan añadir su última tecnología aprobada, añadiendo datos sobre beneficios para el paciente y para el sistema, así como de los estudios al respecto, y que este se constituyera en un único punto de acceso a la información referente a las últimas innovaciones tecnológicas. Por último, la recopilación periódica de datos en centros hospitalarios de diferentes CCAA para obtener información sobre el uso/adherencia de nueva tecnología médica, proporcionaría más información en la toma de decisiones y mayor capacidad para entender las dificultades en la adopción de nueva tecnología para proponer soluciones.
Junto a este impacto positivo que generarían estas actuaciones en el ámbito asistencial, es destacable también la repercusión que tendrían en la productividad -atendiendo a que trabajar con la última innovación tecnológica favorece entre otros beneficios una mayor motivación en el ámbito laboral, lo cual influye de forma directa en la productividad- y en la percepción del sistema sanitario.
“Estas propuestas -concluye Marta Villanueva- aportarían estabilidad y garantizarían la equidad, cohesión, universalidad y acceso en esta área, principios que se están viendo comprometidos con los procedimientos actuales. Por ello, hacemos un llamamiento a las Administraciones para que se impliquen en esta tarea cuyo fin último es la mejora de la calidad asistencial y el cumplimiento de dichos principios”.