Cataluña ha cerrado ya una primera frontera con el resto de España. Poco a poco, sin estridencias, las políticas educativas de los nacionalistas han ido marginando a aquellos alumnos que, aún siendo igual de capaces que el resto, no tienen el catalán como lengua materna. Los castellanohablantes carecen, en esa Comunidad, de igualdad de oportunidades: tienen más difícil educarse y, por tanto, prosperar, a causa del sistema de inmersión lingüística vigente. Esa es la conclusión del informe Análisis de los resultados de la última evaluación PISA en Cataluña, elaborado por Convivencia Cívica Catalana.
Tomando como punto de partida los resultados del examen que clasifica los sistemas educativos a nivel internacional, Convivencia Cívica observa que en Cataluña el riesgo de fracaso escolar entre alumnos castellanohablantes es el doble que entre aquellos cuya primera lengua es el catalán. Algo que achaca a la controvertida inmersión lingüística: "En un sistema donde la única lengua vehicular admitida es el catalán, los alumnos catalanohablantes juegan con ventaja: la enseñanza es en su propia lengua, mientras los niños castellanohablantes deben sumar en el proceso de aprendizaje a la dificultad propia de las materias una dificultad lingüística añadida".
La desigualdad como arma política
La organización, fundada en 1998 y que tiene como objetivo principal la defensa de la pluralidad cultural, educativa y lingüística en Cataluña, apunta a "algunos ingenieros sociales del nacionalismo catalán" como los cerebros de esa progresiva desigualdad profesional y social derivada de la desigualdad educativa. Sus conclusiones "serán trasladadas al Ministerio de Educación y a organismos internacionales competentes".
Los castellanohablantes obtienen mucho peores resultados, sin importar su sexo, su estatus o si estudian en centros públicos o privados
Los datos de PISA son evidentes: tanto en matemáticas, como en ciencias y en lectura, los catalanohablantes obtienen mucho mejores resultados que los castellanohablantes en Cataluña, independientemente de su sexo, su estatus social o de si estudian en un centro público o privado. En concreto, en matemáticas, el 23% de los alumnos castellanohablantes no consiguió superar el nivel más bajo del test; mientras que entre los catalanohablantes fue solo el 11% el que falló. En comprensión lectora, el 17% de castellanohablantes mostró un "aprendizaje deficiente" (según los términos del informe PISA), por el 8% de alumnos que tienen como primera lengua el catalán. Y los resultados son idénticos en la prueba de ciencias: 17%, frente al 8%.
Otro aspecto del estudio que pone de manifiesto las perversas consecuencias de la inmersión lingüística en Cataluña es la comparación de resultados con otras comunidades autónomas de similar renta per cápita, desarrollo social y nivel de población urbana. Llama la atención cómo el riesgo de fracaso escolar entre castellanohablantes es un 40% superior en Cataluña con respecto al País Vasco, donde conviven varios modelos de enseñanza con euskera y castellano como lenguas vehiculares, pero permitiendo siempre al alumno elegir qué opción le conviene más. No ocurre lo mismo en Cataluña, donde el castellano "ha sido excluido de la enseñanza como lengua vehicular", critica Convivencia Cívica.
Fractura
"Nuestra comunidad autónoma cuenta con dos lenguas oficiales pero en el sistema educativo solamente una de las dos, el catalán, es permitida como única lengua vehicular", lamenta la organización, a la que los resultados de PISA parecen dar la razón en sus denuncias acerca de que la inmersión lingüística "no es un factor de cohesión social sino que, por el contrario, crea una importante fractura y desigualdad educativa".