Para los alérgicos, todas esas frases de exaltación primaveral que aplauden la llegada de la estación más lucida del año, esa que llena los campos de flores, en la que no hace ni frío ni calor y que por lo visto es propicia para el amor, son una auténtica gaita. Para empezar, salir a la calle en este tiempo nos resulta tan atractivo como a un vampiro visitar un campo de ajos. Incluso las actividades de ocio pueden llegar a convertirse en un infierno. Ahí va un ejemplo: no es lo mismo disfrutar tranquilamente de tu cerveza en una terraza que no encontrar el momento para dar un sorbo a la caña entre estornudo y estornudo. Eso sin contar con que entre los picores de garganta, los ojos inyectados en sangre y el cansancio, los enemigos del polen parecemos vivir en una continua resaca.