¿Está condenada España a vivir siempre con unas instituciones de baja calidad democrática que no cumplen las funciones de control para las que fueron creadas?

Conculcada la separación de poderes, eliminados los controles y contrapesos, neutralizada la selección meritocrática y sometida la prensa, el sistema se desliza hacia un despotismo cada vez menos disimulado.