David Summers habla y se comporta como una persona normal, y eso no es tan fácil como parece cuando alguien ha sido famoso durante las últimas cuatro décadas. Es el líder de Hombres G, un grupo que estos días prepara su enésima gira internacional, que llevará a sus cuatro componentes a la costa este estadounidense.
En esta entrevista, habla de su familia, especialmente, de su padre, Manuel Summers. También de música, de los jóvenes y del efecto nocivo que las redes sociales han tenido en esta sociedad híper-conectada. Lo hace en una conversación telefónica en la que explica todo con la tranquilidad, la sencillez y la convicción con la que se expresaría un estoico.
Pregunta: He leído una frase suya: “cada vez me interesan menos las tonterías que antes me preocupaban”. ¿Es una de las lecciones que se aprende con la madurez?
Respuesta: Puede ser. Con la edad, tus intereses cambian. Por ejemplo, cuando era más joven el fútbol, la televisión y la política me interesaban mucho. Luego vas dejando cosas a un lado y te quedas con lo que consideras esencial. Con la edad, pierdes energía y necesitas concentrarte en menos temas (ríe).
P: ¿Alguna vez se ha imaginado la vida sin ser una estrella de la música?
R: Yo soy hijo de un artista enorme y en mi vida, en mi familia, el mundo del arte y del espectáculo han estado muy presentes. Por eso, nunca me he imaginado trabajando en otra cosa que no fuera la creación o la expresión artística. Yo a los 10 años estudiaba clarinete y la música me volvía loco. En la universidad, estudié para ser director de cine porque quería contar historias y poner en pie sueños. Creo que nunca hubiera podido trabajar en otra cosa. Nunca hubiera podido trabajar con un jefe y un horario. Mi padre siempre me decía eso: tienes que intentar no tener jefe nunca porque eso es una putada. Tenía toda la razón.
Nunca hubiera podido trabajar con un jefe y un horario. Mi padre siempre me decía eso: tienes que intentar no tener jefe nunca porque eso es una putada. Tenía toda la razón.
P: ¿Cómo es ser hijo de un artista? ¿Hay más exigencia o inquietud? ¿Uno siente que no está a la altura?
R: En mi caso concreto, mi padre me vio con posibilidades artísticas desde que era muy pequeño. A mí y a mi hermano Manolo nos machacaba muchísimo. Nos obligaba a dibujar y a ver películas, que eran maravillosas. Nos premiaba: se iba a trabajar y nos decía que si componíamos un dibujo o un cuento nos daba una propina. Eso nos motivaba. Muchas veces, nos íbamos a la cama y dejábamos el cuento en la mesilla de noche y a la mañana siguiente encontrábamos allí una moneda. Eso fomentó que fuéramos creativos y pasáramos el día pensando e inventando cosas.
P: Hombres G alardean de ser gente normal y huir de excentricidades musicales y personales…
R: Es que yo no entiendo el porqué a la gente se le va la gente tanto la cabeza con el éxito. Al fin y al cabo, la música es un oficio; es algo que aprendes poco a poco. Nosotros llegamos a despertar una locura surrealista en las fans… y nos sorprendía. No era para tanto. Sólo hacíamos canciones. Siempre he tendido a minimizar las cosas. El de músico es un trabajo apasionante: viajas, conoces mucho, te sientes un privilegiado. Pero una cosa es eso… y otra el que se te suba a la cabeza.
P: ‘Sufre Mamón’ y ‘Suéltate el pelo’. ¿Cómo recuerda esas películas? Las dirigió su padre…
R: Pues mira, eso fue acojonante. Fue una experiencia maravillosa. Las películas resisten el paso del tiempo. No se ven tan antiguas hoy en día. Eso es porque las dirigió mi padre. Hombres G somos protagonistas de una forma circunstancial, pero la película tienen el sello de él, sus gags, su manera de narrar y de hacer cine… por eso aguantan tan bien esas películas. Están muy bien contadas. La protagonista era mi novia, hoy mi mujer. El malo era mi primo Gerardo. Pepe Punk era mi amigo Curro. Mi hermano era ayudante de dirección y nuestros mejores amigos, los extras. Era un ambiente absolutamente familiar.
P: Como un rodaje de Coppola...
R: Nos dedicábamos a hacer el gilipollas. Era buenísimo. Ni siquiera respetábamos el guión. Decíamos lo que nos salía de los huevos.
P: Ustedes fueron el contrapunto a la Movida madrileña, guitarras, bajo y baterías, letras sencillas…
R:. Nuestras canciones aguantan bien el paso del tiempo. Nosotros no queríamos sonar como los grupos de los 80, no nos gustaba el rollo de los tecladitos y los peinados raros. Siempre hemos huido de las modas y no nos hemos dejado engañar por quienes las fomentan. Todas las modas pasan de moda. De hecho, cuando Hombres G se convirtieron en una moda, a mí me empezó a apestar la cosa. Te estereotipan, te encasillan… eso rompe la magia. Cuando pierdes la capacidad de sorprender a la gente, lo pierdes casi todo.
Nuestras canciones aguantan bien el paso del tiempo. Nosotros no queríamos sonar como los grupos de los 80, no nos gustaba el rollo de los tecladitos y los peinados raros
P: Hay una cultura elitista que critica lo sencillo, lo que va dedicado a la gente corriente…
R: Hacer canciones complicadas es muy sencillo, pero hacer canciones sencillas es muy complicado. Lo más difícil de todo es lo que hacían The Beatles. Componer eso, escribirlo y que el mensaje parta tu corazón por la mitad está al alcance de muy pocos. Yo trabajo mucho en las canciones para que sean sencillas, directas, puras… huyo siempre de las complicaciones y los cambios armónicos exagerados. Le gustan a los críticos, pero a mí me da igual.
P: ¿Cuántas veces le ha salido eso?
R: Tenemos entre 15 y 20 canciones que no podemos dejar de tocar nunca. Y hay algunos grandes éxitos que no podemos tocar, no caben en el repertorio.
P: En un mundo de egos, ustedes llevan cuarenta años juntos…
R: Y somos amigos. Los mejores amigos. Estamos todos un poco a una siempre. Las decisiones las hablamos y consensuamos. Los cuatro sabemos perfectamente quién es quién en el grupo y el peso que tiene cada uno en la toma de decisiones. Ellos confían en mi manera de componer y en mis canciones, les gustan… y así hacemos los discos. Yo asumo el papel de componer y escribir porque me encanta; y a ellos les gusta lo que hago. No tenemos manager, no tenemos compañía discográfica y grabamos cuando queremos. Si no queremos hacer gira, no la hacemos. Y si queremos hacer un ‘girón’, igual. Todo depende de nosotros.
P: ¿La fama es cruel?
R: Yo he llevado perfectamente eso. A mí la fama no me ha vuelto loco, me lo he pasado genial, me he divertido, estoy agradecidísimo al público y a los fans. Me considero un privilegiado. La vida de un artista es como un diente de sierra: a veces, subes y, a veces, bajas. Cuando ha habido un descenso, no me ha preocupado en absoluto. No entiendo la palabra fracaso. Si hacemos un disco y no funciona, pensamos rápido en el siguiente... No pierdo el tiempo en lamentaciones, depresiones ni gilipolleces. Intento trabajar constantemente y hacer muchísimas canciones. Es la forma de que te salga una buena. Pero bueno, la fama es verdad que conlleva envidias y malos sentimientos de algunas personas. Hay que aguantar a mucho imbécil cuando eres famoso. Te intentan poner sillas por delante.
No pierdo el tiempo en lamentaciones, depresiones ni gilipolleces. Intento trabajar constantemente y hacer muchísimas canciones
P: ¿Es el mundo menos divertido ahora que hace 40 años?
R: No lo sé. Yo creo que no vamos a peor. Hay un gran error que se comete bastante, que es el de colectivizar todo. El otro día me llamó la atención una manifestación. Había uno con una pancarta que decía: Resines, muérete. Eso hace pensar a la gente que por un tonto, todo el grupo que se manifiesta con él piensa igual. Eso genera grandes bloques enfrentados. La culpa de eso es de las putas redes sociales, que nos confrontan.
P: A los tontos se les escucha más que nunca…
R: En breve, se debería hacer un balance del daño que están haciendo las redes sociales a los chavales que han nacido y crecido con ellas. Para mí, es un error absoluto fiarse de ellas. Es que las redes sociales nos enfrentan. Hay veces que piensas que esto se nos ha ido de las manos.
P: La tristeza de los jóvenes…, ¿no era todo antes más divertido?
R: Mira, yo soy nacido en el 64. Yo viví la explosión de libertad, los años 80 y 90, que fueron buenos en general. La gente estaba animada, había prosperidad…, había otros aires. He tenido la suerte de vivir esa última parte divertida y buena del siglo XX. Ahora la gente está más deprimida y más triste. ¿Pero cómo van a estar, tío? Pandemia, falta de trabajo… Pero bueno, dicho esto, ¿está el mundo peor ahora que durante las guerras mundiales o en la Edad Media? ¿Estamos locos? Estamos en el mejor momento de nuestra historia como civilización.
P: ¿Qué le queda por hacer a Hombres G?
R: Vamos proyectando poco a poco, año a año. Me he pasado la vida entera preguntándome lo mismo: ¿Ahora, qué? Lo cierto es que no sabemos el techo que tiene esto. Ahora en marzo tenemos una gira espectacular por la Costa Este de Estados Unidos y está todo vendido. En junio hacemos ese mismo sitio y está todo igual: "sold out". Entonces, dices, ¿qué final tiene esto? Mira, el año que viene hacemos 40 años y estamos juntos los mismos cuatro. En México tocamos para 28.000 personas, al día siguiente para 23.000, nos divertimos, disfrutamos… es algo surrealista, de verdad. Nunca me canso de dar las gracias al público.