Arturo Pérez-Reverte trabajó como corresponsal de guerra durante más de 21 años. Cubrió cerca de 20 conflictos, siete de ellos guerras civiles. Allí vio hombres y mujeres matándose, gente que moría porque se cruzaba en el camino de alguien más. Pérez-Reverte vivió y contó, día tras día, aquellos episodios. Por eso sus libros son como son y saben como saben. De todos cuantos ha publicado, El pintor de batallas (2006) es, acaso junto a Territorio comanche, el que condensa su visión más directa y personal de aquellos años. Es justo esta historia la que podrá verse en los Teatros Canal, en Madrid, a partir del 22 de marzo.
Con dramaturgia y dirección de Antonio Álamo, en esta los actores Alberto Jiménez y Jordi Rebellón dan vida a los dos hombres que sostienen la acción
Con dramaturgia y dirección de Antonio Álamo, en esta versión de El pintor de batallas los actores Alberto Jiménez y Jordi Rebellón dan vida a los dos hombres que sostienen la acción. Faulques, un fotógrafo y pintor que trabajó como reportero en la guerra de Bosnia. Alguien que decide encerrarse a pintar, aislado en una torre, hasta que un hombre viene a buscarlo: Ivo Markovic, un superviviente del asedio de Vukovar al que su retrato arruinó la vida y que llega a su estudio en busca de… venganza. Pero también algo todavía más complejo y oscuro: un por qué.
En esta novela –y así procura respetarlo Álamo en su montaje- se oponen elementos: la pintura y la fotografía –lo épico y lo real-, la experiencia y su recuerdo, el hecho y la evidencia. Una sucesión de opuestos que dejan clara la más evidente de las fronteras, la línea entre las víctimas y los testigos que no hicieron nada por ellas; pero también entre las víctimas y sus verdugos.
Ese duelo a vida y muerte entre el fotógrafo Faulques y su retratado Ivo Markovic coloca al espectador ante el dilema que surge en todo combate
Ese duelo a vida y muerte entre el fotógrafo Faulques y su retratado Ivo Markovic coloca al espectador ante el dilema que surge en todo combate. Tanto el lector de la novela como el espectador de la obra saben que un hombre viene a matar a otro. Lo que está por descubrirse son las razones, los motivos que lo empujan. En esta versión de Álamo, con la que Arturo Pérez-Reverte ha expresado su conformidad, el énfasis no reside tanto en descubrir quién es el asesino –¿no lo somos, acaso, todos?— como en indagar en las razones, en las almas de ambos personajes.
"Los héroes de Arturo Pérez- Reverte están emparentado con Ulises, "ese hombre que vuelve a casa con sangre bajo las uñas", como ha dicho en más de una ocasión el escritor"
En esta novela que ahora llega a los escenarios –es la primera ficción del escritor que se adapta al teatro- Pérez-Reverte exploró y explotó a conciencia el tipo de héroe, acaso escarmentado y con fisuras, que marcan su obra, algo que el propio autor ha dicho en varias ocasiones. "Yo no soy de Aquiles, no puedo. Mi biografía no me lo permite. He estado 21 años en los Balcanes". Sí, en esa y seis guerras más. Y se nota. Los héroes de Arturo Pérez- Reverte están emparentado con Ulises, "ese hombre que vuelve a casa con sangre bajo las uñas", como ha dicho en más de una ocasión el escritor.
Esa naturaleza contradictoria es la que el escritor supo verter en sus libros, desde el soldado Diego Alatriste hasta Hombres buenos,
Esa naturaleza contradictoria es la que el escritor supo verter en sus libros, desde el soldado Diego Alatriste hasta Hombres buenos, la novela que precede a Falcó, su más reciente entrega de ficción. Vivir, como escribir, supone arrancar, con los dientes si es posible, aquello que parecía una piel… incluso la de un soldado de los Tercios de Flandes, la de un mercenario o la de alguien que procura sobrevivir en la trinchera de los Balcanes.