Álvaro Albiach, titular de la Orquesta de Extremadura, se subió este miércoles al escenario del Teatro Real para formar parte del homenaje que el mundo de la lírica rindió a Montserrat Caballé, quien celebraba sus 50 años de Carrera; él, en cambio, tiene apenas 46, no acumula siquiera el medio siglo de vida. Sin embargo, Albiach tiene suficientes tablas; y en este caso, la expresión es literal: ha sido invitado por orquestas como la Wiener Kammerorchester, NDR Radio Philharmonie de Hannover, la Staatskapelle Halle, la Orquesta Nacional de Lyon, así como de las principales orquestas españolas.
Albiach, quien compagina su actividad sinfónica con una importante presencia en el campo de la ópera, no es apocalíptico en lo que al futuro –y al presente- de la música clásica respecta. Reconoce, claro, que hay un terreno abonado durante mucho más tiempo en otros países, pero no se ceba con el público español, ni mucho menos. “Es evidente que hay una falta de tradición. Mientras a finales del siglo XIX y la mitad del XX, Europa miraba hacia la música clásica, en España se miraba sólo a un género concreto, que era la zarzuela”, comenta sin mala baba, convencido de no tiene por qué ser un lastre. Sobre la cultura musical en nuestro país y su supervivencia económica, Álvaro Albiach busca los puntos medios pero sin dejar de ser realista: “Sólo con la financiación privada no se podría montar absolutamente ninguna ópera”.
-Este miércoles ha sido el homenaje a Monserrat Caballé en el Teatro Real en el que ha participado. ¿Qué significó esta mujer lírica y culturalmente hablando?
-Moserrat ha sido un referente en Europa en la segunda mitad del siglo XX. Ha sido una de las voces más importantes que ha dado la música. Tiene un sello muy personal. Es un paradigma para el resto de las sopranos. Su carrera se desarrolla en los sesenta, setenta y mayormente en los ochenta. Entonces las figuras de la lírica tenían una repercusión social mayor. Cualquier español conoce a Monserrat Caballé como conocen a Plácido Domingo.
"Cuando una audiencia está educada es más fácil introducir otras propuestas"
-Justamente sobre ese tema, sobre la repercusión de ciertas figuras ¿Realmente hay tanto desinterés del público por la música clásica como pensamos o es un lugar común?
-Un poco de todo. Evidentemente uno de los escollos que hace que al público le cueste acercarse a la música clásica o a sus distintas manifestaciones es el vestido de elitismo que tiene y que se ve reflejado muchas veces en el precio de las entradas. Sin embargo, hay que decir que existen muchas ofertas y opciones. Todas las instituciones buscan alternativas: entradas para estudiantes, entradas de última hora... Lo que está claro es que acercarse a la música clásica supone tener una cierta idea de lo que vas a escuchar y es tan distinta de la música que es normal que asuste. Pero cuando la gente se acerca le acaba gustando, el problema es empezar.
-¿Hay más o menos gente que se dedique profesionalmente a la música?
-Cuando empiezas a tener una referencia es esencial. Es aquello a lo que quieres llegar. Siempre las ha habido. Figuras como Monserrat Caballé, por ejemplo, han supuesto un acicate para muchísimas voces.
-¿Cómo evalúa el papel de los directores artísticos en los teatros españoles? ¿Son demasiado conversadores o consiguen un balance?
-En cierta manera es normal. Cuando una audiencia está educada es más fácil introducir novedades, no quiero decir que el público español no esté educado ni formado. Es evidente que hay una falta de tradición. En España el fenómeno llega más tarde que en el resto de Europa. Mientras a finales del siglo XIX y la mitad del XX, Europa miraba hacia la música clásica, en España se miraba sólo a un género concreto, que era la zarzuela. Cualquier programador quiere tener la sala llena y que la gente lo aprecie. Sí que es verdad que los grandes teatros, que en España son el Real y el Liceu, hacen un balance entre propuestas de repertorio y otras más actuales. Programadores más pequeños lo tienen cada vez más complicado, por un tema de dinero. Eso lo obtienes cuando acudes a los grandes títulos. Pero no hay prisa, educar a la gente en los grandes títulos no es malo e ir introduciendo poco a poco otras propuestas es posible.
"En Estados Unidos cuando inviertes un dólar en un espectáculo cultural, te revierte un 120%"
- En España la reivindicación del Estado como mecenas ha sido una constante. Sin embargo, en Londres o Nueva York la relación con la ópera, por ejemplo, es completamente distinta.
-La trayectoria del espectáculo en España es muy distinta. Durante mucho tiempo se ha mirado hacia otro lado. La educación con respecto a la financiación privada del espectáculo está por descubrir. No nos podemos comparar con Estados Unidos o Gran Bretaña, que tienen una experiencia enorme en esto. En Estados Unidos cuando inviertes un dólar en un espectáculo cultural, te revierte un 120% de lo que has invertido en tus impuestos. Eso anima a la gente. Dentro de lo que es el arco mediterráneo, si ponemos Francia, España, Italia… la financiación pública es vital. Ahora se ha intentado impulsar el mecenazgo, con un pequeño impulso, pero sólo la financiación privada no se podría montar absolutamente ninguna ópera.
-¿Tiene algún reproche hacia el Estado como mecenas?
-Los que trabajamos dentro de este mundo vemos que es necesario que se utilice el recurso de la mejor manera posible. Por eso es muy importante que los gestores, que son quienes finalmente deciden qué se hace con el dinero de todos, tengan un perfil profesional y que sepan y tengas visión para aplicar políticas que reviertan en el mayor fruto del dinero. En España hay magníficos gestores pero en algunos teatros y orquestas esto no ocurre. Y es importante que así sea.
-Cuando comenzaron los recortes se hizo muy visible la situación crítica de orquestas más pequeñas: de determinadas provincias y ciudades. ¿Ha ido a peor?
-Está todo mucho más calmado. Con la llegada de la crisis se revolucionó todo . A los políticos se les metió en la cabeza que las orquestas gastaban muchísimo. Sin embargo, muchas veces una orquesta es la única opción que tiene una comunidad autónoma para escuchar música en directo interpretada por profesionales y en realidad sus presupuestos ni son la panacea ni su recorte salvaría una situación crítica. Sin embargo, hay más estabilidad. Aunque es cierto que los recortes afectan a la programación, hablo por la orquesta de la que yo formo parte, la Orquesta de Extremadura. A pesar de eso, sigo siendo optimista.