Hay quienes lo comparan con Ken Follett o Umberto Eco. Se trata del escritor Daniel Wolf (Hochspeyer, Alemania 1977), quien desembarca en España con La sal de la tierra (Grijalbo), una novela histórica que recrea la lucha de poderes entre la burguesía y el clero en el Ducado de Alta Lorena, en el año 1187. El joven Michel de Fleury, mercader de sal, toma las riendas del negocio familiar tras la muerte de su padre. Los elevados impuestos con los que la nobleza y el clero gravan el comercio, además de un rígido control sobre las aduanas, servirán de revulsivo para que Michel se proponga una revolución contra la opresión de los dominantes.
Parco en sus expresiones, casi telegráfico, Daniel Wolf admite que, aunque se desarrolla en la edad media, ésta podría ser perfectamente una historia actual. “Además, creo que hay algo importante y que está reflejado en la novela: la ciudad siempre ha sido el lugar de la libertad, todas las grandes ideas han ocurrido siempre en las ciudades. Así fue en la edad media, en el siglo XIX y en nuestra época”, asegura.
Daniel Wolf admite que, aunque se desarrolla en la edad media, ésta podría ser perfectamente una historia actual
Autor de una obra volcada por completo en la novela histórica, Daniel Wolf es un auténtico bestseller en Alemania. Sin embargo, llegó a la escritura con cierto retraso. Antes de dedicarse a escribir fue profesor de música, obrero en una fábrica, enfermero en un psiquiátrico... No concibe la experiencia literaria sin una vida que aporte sustancia a los hombres y mujeres que pueblan las páginas de la ficción. Cree, firmemente, en la plena vigencia de la novela como género.
-'La sal de la tierra' es su novela más conocida, ¿la considera la mejor?
- Es la obra más madura que he escrito y con la que la gente suele relacionarme más, pues es la que ha tenido más éxito.
-Antes de escribir, ejerció conscientemente muchos otros oficios: enfermero, obrero de fábrica, maestro de música, sólo falta escuchar que se ha embarcado en un barco arponero.
-Para un escritor es muy útil contar con experiencias de todo tipo. Si uno va a la universidad y estudia literatura y se sienta a escribir sin haber tenido una experiencia variada en la vida, hay un peligro de convertirse en un escritor aislado del mundo, lejos de la gente, alguien que escribe para un círculo muy selecto o para otros escritores. Las diferentes experiencias agudizan el don del observador. Hacen posible entender las relaciones humanas, que, al menos en mi novela, forman parte central.
-A pesar de desarrollarse en el siglo XI, La sal de la tierra es muy contemporánea, cuenta la oposición más antigua; una clase que quiere conservar sus privilegios y una que empuja para abrirse paso.
-Hay una lucha permanente entre las clases emergentes y el poder establecido. Forma parte de la vida. Hay valores universales como la libertad, la dignidad del ser humano, la autodeterminación. Son valores que nunca debemos dar por hechos, hay que luchar por ellos. Así era en la Edad Media y sigue siendo así en la actualidad. La lucha por la libertad juega un papel central en la novela. Se narra la lucha de los ciudadanos en Alemania en la Edad Media, cuenta cómo surgió el grupo de los mercaderes como grupo emergente. Esto era muy propio de Alemania y del sacro imperio romano. Su historia nos permite entender mejor el presente. Son temas actuales que giran alrededor del ser humano. Además, creo que hay algo importante y que está reflejado en la novela: la ciudad siempre ha sido el lugar de la libertad, todas las grandes ideas han ocurrido siempre en las ciudades. Así fue en la Edad Media, en el siglo XIX y en nuestra época.
"La ciudad siempre ha sido el lugar de la libertad, todas las grandes ideas han ocurrido siempre en las ciudades"
-Rehúye usted de la épica casi canónica del bestseller.
-Ya hay muchas películas y libros de héroes que luchan contra los malos usando la violencia, pero yo no creo en eso, además: es tremendamente aburrido. Estoy convencido de que la violencia no sólo aumenta los problemas, sino que crea otros nuevos y genera sufrimiento. Más que un héroe, prefiero un personaje que vence a los enemigos con inteligencia y con astucia. En mi novela se ve que todos los personajes que echan mano de la violencia al final fracasan, porque sucumben ante ella.
-¿Es Merkel y la UE el nuevo clero?
-Hay que tener muchísimo cuidado con este tipo de comparaciones. No me molestan, pero hay que tener cuidado. No podemos traducir la sociedad actual a la Edad Media, o al revés. Son totalmente distintas.
- La sal de la tierra retrata un proceso histórico. Sin embargo, ¿hay un punto de partida real, cierto?
-En efecto, el joven Michel de Fleury existió. Este mercader de sal que se rebela contra el arzobispo a causa de unos impuestos asfixiantes vivió en Colonia, en el siglo XI. Fue él quien lideró a una burguesía que luchaba por sus derechos participativos.
-Hay una mujer mercader en esta historia, lo cual es sorprendente considerando que ocurre en la Edad Media.
-Sí, se refiere usted a Isabel. Ella representa a algunas mujeres que en aquel momento tuvieron sus negocios e incluso lograron alcanzar la riqueza y la estima de la sociedad. Las mujeres no lo tenían fácil en la época. Legalmente estaban por debajo del hombre: no podían firmar contratos, ni defenderse ante la justicia ellas mismas, tampoco podían llevar armas. Pero siempre hubo mujeres que se rebelaron contra el papel que les asignaba la sociedad patriarcal. En la Edad Media quienes lo consiguieron fueron las mujeres mercaderes.
"En Alemania la novela histórica es un género muy vivo. Despierta un gran interés en los lectores"
-¿Qué piensa de los que aseguran que la novela como género está acabada, y de los que miran con recelo la novela histórica?
-En Alemania la novela histórica es un género muy vivo. Despierta un gran interés en los lectores. Sobre los que la miran con recelo, qué puedo decir, a veces me da la impresión de que no la entienden realmente. La ven como literatura trivial y no están dispuestos a investigarla. La novela histórica ofrece muchas posibilidades: de investigar el pasado a comprender el presente.
-¿Y la novela como gran género literario, tiene vigencia?
-La novela sigue siendo el género más importante de la literatura. Nos enseña aquello que sólo puede hacer la prosa: nos permite ver el mundo con los ojos del otro, ponernos en la piel de los demás, nos enseña la empatía, aumenta la capacidad de compasión y nos ayuda a crecer emocionalmente. Esos son valores que en nuestra época son más importantes que nunca.