Parece que nuestra generación está abocada a la nostalgia. Vivimos bajo las cenizas de una civilización superior, la que nos precedió y enseñó un camino que hemos decidido no volver a transitar. Bien sea en el plano intelectual, social o artístico, repetimos las fórmulas de nuestros ancestros.
Los videojuegos, como cualquier otro noble arte, vive una época de recesión, donde las buenas ideas escasean, dejando paso a secuelas o remasterizaciones incompletas. Una práctica, la de rehacer títulos, que tiene sus detractores e incondicionales.
Este 2024 será recordado por traer de vuelta videojuegos míticos, algunos con más éxito que otros. Si bien hemos tenido IP maravillosas como 'Silent Hill 2 Remake', 'Final Fantasy VII Rebirth', 'Horizon Zero Dawn' o 'Luigi's Mansion 2 HD', otros lavados de cara han tenido menos acierto ('Until Dawn' y 'Alone In The Dark').
Pero faltaba un clásico de verdad, un JRPG que surgiera de sus cenizas para darle a los jugadores más veteranos una grata sorpresa con la que cerrar un año fantástico, aunque inferior en calidad a 2023, que fue una absoluta locura.
En 1988, Square Enix lanzó para la Nintendo NES 'Dragon Quest III', el tercer título de la saga que servía como precuela de las dos primeras entregas. 36 años después, y de forma oficial, Europa tiene en sus manos, a través de una remasterización fabulosa, este clásico imperecedero.
'Dragon Quest III HD-2D Remake' cumple las expectativas
A nivel global, 'Dragon Quest III HD-2D Remake' sigue a rajatabla lo mostrado en 1988, con ligeras modificaciones que otorgan al título un punto extra. Ante nosotros se despliega un mundo gigante con misiones, lugares y combates por doquier, elevando el número de horas de juego hasta el infinito.
En materia de combate, y como no podía ser de otra forma, 'Dragon Quest III HD-2D Remake' funciona por turnos aleatorios, como buen JRPG. En el videojuego que nos ocupa, y como solía pasar hace unas décadas, la trama no deja de ser un simple canal por el que mostrarnos lo que tenemos entre manos, pero la narrativa no deja de ser un poco cliché.
Todas las personas que decidan arrimarse a 'Dragon Quest III HD-2D Remake' deben tener claro que a esta IP se juega como se jugaba en 1988, por tanto, abstenerse personas que no puedan con este tipo de jugabilidad. Si te gusta, por contra, abrázalo con todas tus fuerzas.
El salto gráfico es brutal, una renovación en toda regla que lo convierte en una obra de arte instantánea. El nivel de detalle, las luces, los escenarios y el cambio entre franjas horarios te dejará boquiabierto. Cuando uno revive ciertos tótems de la industria, debe tener cuidado en encontrar el equilibrio perfecto entre la base y los añadidos.
Aquí 'Dragon Quest III HD-2D Remake' camina con paso firme hacia la perfección. La banda sonora, como la del original, a cargo de Koichi Sugiyama, te dejará boquiabierto.
Si uno había gozado con el juego original, uno de los puntos que más frustración podía causar era la ingente cantidad de combates que había, algo que se mantiene, pero con la acertada añadidura del autoguardado, ayudando a disfrutar mucho más de este enorme viaje. Además, tenemos la opción de guardar recuerdos, un recurso extra para resolver acertijos que nos sobrevengan a lo largo de la aventura.
Pero no te engañes, ahí terminan las 'ayudas'. 'Dragon Quest III HD-2D Remake' confía en el buen hacer y la experiencia del jugador. Por último, podremos reclutar las bestias que consideremos más relevantes durante nuestra partida, de cara a un entrenamiento posterior para luchar en la arena.
En definitiva, este remake es una joya sin igual. Fans del género y de la saga tienen la obligación de jugarlo, pues les recordará a los mejores años de su acercamiento a la industria del videojuego. Una ingente cantidad de contenido jugable que, tras el fantástico lavado de cara y los detalles extra para facilitar las cosas, hacen de este título la última gran sorpresa del año.