Cuando el 10 de noviembre de 1843, Isabel II posó su mano sobre la constitución de 1837 no lo hizo por haber alcanzado la mayoría de edad de forma natural, sino porque las Cortes habían aprobado dos días antes adelantar la edad adulta de la monarca. Hacía tres años que los carlistas habían sido derrotados y que el héroe de aquella guerra, el general Baldomero Espartero, ejercía de regente, sustituyendo a Maria Cristina de Borbón, madre de Isabel. Pero en 1843, se esfumó la popularidad de Espartero, entre otros motivos por bombardear Barcelona, y acabó en el exilio, empujado por los militares políticos que marcarán la siguiente generación entre los que se encontraban Ramón María Narváez, Leopoldo O’Donnell o Juan Prim. Así, la reina niña, reina desde los tres años cuando murió su padre, Fernando VII, juraba lealtad con 13 años la Constitución de los liberales progresistas.
La jura de Leonor de este martes será la primera vez en la que un padre y un hijo repitan esta ceremonia que inauguró Isabel II y que solo han realizado Alfonso XIII y Felipe VI. La actual princesa de Asturias será también la primera que jure sobre el mismo texto que su predecesor, Isabel juró la Constitución de 1837 y Alfonso XIII sobre la 1876. Leonor lo hará sobre el mismo ejemplar en el que lo hizo su padre con la firma original de los padres de la Carta Magna de 1978.
Esta intermitencia en la ceremonia es un reflejo de la agitada historia política de los últimos siglos. Los 180 años casi exactos que separan la ceremonia de Isabel de la de Leonor han dado para la proclamación de dos repúblicas, incontables golpes o intentos de golpes de Estado, dictaduras militares que partían períodos democráticos, y exilios y restauraciones monárquicas.
Alfonso XII, hijo de Isabel II, no celebró este acto por el que el heredero promete fidelidad a la Constitución puesto que se encontraba en el exilio y en enero de 1875 fue proclamado rey nada más llegar a España tras el pronunciamiento del general Arsenio Martínez-Campos por el que se reinstauró la monarquía. La repentina muerte de Alfonso XII a los 27 años, meses antes del nacimiento del futuro Alfonso XIII, dejó a este último en una situación similar a la de su abuela Isabel. En este caso, Alfonso XIII fue rey desde el nacimiento, y el 17 de mayo de 1902, juró la Constitución el día que cumplió 16 años, edad en la que el texto le declaraba adulto y fue el primero que lo hizo en el Congreso de los Diputados. En la jura de su abuela Isabel, el parlamentarismo estaba tan literalmente en construcción, que unos días antes la Reina había colocado la primera piedra de lo que ahora es el edificio del Congreso.
Los Borbones volvieron al exilio con la proclamación de la Segunda República y tras la instauración de la dictadura Franquista se anuló cualquier posibilidad de repetir la ceremonia de un Juan Carlos que llegó a la mayoría de edad como un proyecto de príncipe tutelado por Franco.
Ausencia de Juan Carlos I
Murió el dictador, España reinstauró la democracia, esta vez bajo forma de monarquía, y el artículo 61 de la Constitución de 1978 estableció que el Príncipe heredero, al alcanzar la mayoría de edad, prestaría juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas. Felipe protagonizó de nuevo este acto el 30 de enero de 1986 con una ceremonia que, sin un guion claro, ha servido de modelo para la de este martes. En el Congreso se ha desmontado la tribuna de la presidencia y se ha colocado un escenario que presidirá una mesa con el ejemplar de la Constitución. Estarán presentes el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez; los presidentes del Congreso, Francina Armengol, y del Senado, Pedro Rollán, los miembros de las Mesas de las dos Cámaras y representantes del resto de poderes del Estado.
La diferencia más notable entre la jura de Leonor y Felipe será la ausencia de Juan Carlos I. En una institución basada en la descendencia familiar, la falta del abuelo de la futura reina será una nueva demostración de las ostentosas señales con las que la actual Familia Real se trata de alejar de Juan Carlos en aras de la pervivencia de la institución monárquica. Los escándalos de corrupción y de carácter personal que han acompañado al Emérito durante los últimos años privarán a los españoles de ver algo, de nuevo, insólito en la historia española, dos reyes asistiendo a la jura del heredero al trono.
En la jura de Felipe sí que estuvo presente Juan de Borbón junto a los entonces reyes Juan Carlos y Sofía y las infantas Elena y Cristina. En la de este martes, Leonor estará acompañada por sus padres y su hermana.
Representando a las Cortes, la presidenta del Congreso, Francina Armengol será la única autoridad que pronuncie un discurso, siguiendo el modelo del entonces presidente del Congreso, Gregorio Peces Barba: "Hoy celebramos un acto que expresa la continuidad de la monarquía, su prolongación en el tiempo. En presencia de su alteza real el Conde de Barcelona y sus majestades los Reyes, el Príncipe heredero de la Corona va a jurar su acatamiento a la Constitución y su fidelidad al Rey. La monarquía no basa su prestigio sólo en el afecto y el respeto que a todos los españoles nos inspira su majestad el Rey, se basa también en el esfuerzo, y en el sacrificio del conde de Barcelona, y en la conducta ejemplar en defensa de los valores de respeto al imperio de la ley y de la libertad individual durante muchos años, y se basa en su continuidad", señaló en 1986 el dirigente socialista.
Estas referencias al ‘Rey sin corona’ fueron muy bien recibidas por la Casa Real, según señala la prensa del momento. De nuevo es inevitable pensar en la actual situación de la Monarquía, Peces-Barba destacaba el “esfuerzo y sacrificio” de Don Juan, el martes conoceremos si Armengol tiene algún guiño con el Emérito, pieza clave en la Transición y encarnación de la reinstauración monárquica.
La jura se vuelve a producir durante un mandato socialista, aunque en unas circunstancias bien distintas a las de hace 37 años. Entonces Felipe González vivía sus mejores años, disfrutaba de una mayoría absolutísima de 202 escaños, que reeditaría meses después de la jura. Los ochenta fueron la década de las mayorías socialistas mientras que el centro derecha se reestructuraba en el Partido Popular. La de Leonor se producirá en un momento de debilidad del actual Gobierno en funciones, en el que las fuerzas en las que se tendrá que apoyar Sánchez en la investidura, PNV, EH Bildu, ERC, Junts y BNG, han anunciado que no acudirán a la sesión. En el caso de Sumar, Yolanda Díaz su portavoz, Marta Lois, y los miembros de la Mesa del Congreso Gerardo Pisarello y Esther Gil de Reboleño, sí estarán presentes, mientras que el resto de diputados se ausentarán. Igualmente, llamará la atención la ausencia del presidente de la Generalitat y el lehendakari. En el 86, todos los presidentes autonómicos acudieron a la cita con Jordi Pujol y José Antonio Ardanza en primera fila de los presidentes autonómicos.
Medallas, firma y acto privado
Como novedad, la princesa de Asturias será condecorada con las medallas del Congreso y del Senado tras su juramento de la Constitución y firmará la segunda edición del Libro de Honor de la Cámara Baja. Posteriormente en el Salón de Pasos Perdidos, la Familia Real saludará a todos los invitados al acto y junto a los representantes de las altas instituciones del Estado y las comunidades autónomas, y las Mesas y portavoces de Congreso y Senado, se situarán en la Escalinata del Palacio, desde la que presenciarán el desfile por la Carrera de San Jerónimo de la agrupación de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil.
Por último, Leonor disfrutará de un acto privado en el palacio de El Pardo al que sí que acudirán los reyes eméritos y las infantas Elena y Cristina. La de Juan Carlos será una visita exprés y el emérito regresará ese mismo día a Abu Dabi, ante la negativa de Felipe VI a que su padre pudiera pernoctar en Zarzuela. Según ha informado esta semana el periodista de Vozpópuli Jesús Ortega, será una visita "como abuelo" en la que también mostrará su enfado como padre.