Homero, Virginia Woolf, Juan Rulfo, García Márquez, Platón, Nikolai Gogol, William Faulkner, William Shakespeare, Lord Byron... ¿Qué hacer? ¿Cómo reunirlos a todos en una misma estantería sin que quede nadie por fuera? ¿Cómo asignarles lugar sin caer en la discusión de cuál tiene más peso que cual? Si nos obligaran, de pronto, a elegir… ¿cuáles serían los cien libros que habría que rescatar del olvido, la quema o la extinción total?
El tema dio de qué hablar, y mucho, en el Congreso Internacional La biblioteca de Occidente en contexto hispano, organizado por la Universidad Internacional de La Rioja (Unir), el cual se celebró hace unas semanas en Madrid. Allí se dieron cita 110 hispanistas, de 35 países, que intentaron llegar a un acuerdo en 50 conferencias. El asunto dio, para mucho.
El objetivo era confeccionar una lista de cien obras de ficción que no deben faltar en las familias, en las bibliotecas de las casas. Un centenar de volúmenes que serán editados en papel antes de que el mundo digital arrincone el modelo tradicional.
"¿Cuáles serían los cien libros que habría que rescatar del olvido, la quema o la extinción total?"
La pregunta no se hace esperar… ¿Llegaron a algún acuerdo? Sí, existe una propuesta: comienza en el siglo diez antes de Cristo, con La Biblia, y termina en 1961 con El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez.
El congreso, sin embargo, ha dejado sobre la mesa una nube... de ansiedad, quizás. ¿O acaso de perplejidad? ¿Cómo resumir la literatura occidental en una lista? Para intentar responderlo, habrá que ir por partes... ¿o tomos?
Cien libros … y varios intentos
Éste no ha sido, ni mucho menos, el primer ensayo para intentar una lista total que resuma lo mejor de la literatura occidental. En el año 2002, el Club de Libros de Noruega solicitó a cien escritores distintos de 54 países que nombraran los diez libros que, en su opinión, hubieran tenido un mayor impacto en la historia cultural del mundo.
De sus respuestas seleccionaron las cien obras más citadas por tales escritores. No fue un ranking, ni mucho menos, pero sí es cierto que el libro más y mejor valorado de todos los tiempos fue Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra. Las cien obras seleccionadas agruparon 82 autores de 30 países distintos. En ese momento, el país con más obras incluidas en la lista es Reino Unido (14), seguida de Francia (11) Rusia (9) y Estados Unidos (9).
En lo que a la lista de la Unir se refiere, ésta comienza en el siglo X antes de Cristo, con La Biblia, le siguen La Odisea de Homero, Tragedias de Esquilo, Medea de Eurípides o Edipo Rey de Sófocles. Esos se suman El banquete, de Platón, La Eneida, de Virgilio y las Odas, de Horacio.
"La lista comienza en el siglo X a.c con La Biblia, a la que sigue La Odisea"
A partir del siglo XII, el listado incluye La canción de Roldán o el Poema del Mío Cid, también La divina comedia, de Dante; Elogio de la locura, de Erasmo; Utopía, de Tomás Moro, además de la Obra poética, de Garcilaso de La Vega, la Obra poética de Fray Luis de León y Hamlet de Shakespeare. Está incluido, por supuesto, El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes, considerada la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal.
El siglo de Oro español acapara una buena parte de la lista con Comedias de Lope de Vega; Las Soledades, de Góngora; Comedias, autos, loas y entremeses, de Calderón de La Barca y La vida del Buscón, de Quevedo. La Comédie-Française en cambio, tiene como único representante El Avaro, de Moliére.
Milton, con su poema épico El paraíso perdido, comparte selección con otros británicos del siglo XVIII como Daniel Defoe, con su Robinson Crusoe; Henry Fielding, con Tom Jones, además de los irlandeses Laurence Sterne con el Tristam Shandy o Jonathan Swift con Los viajes de Gulliver.
Entre los exponentes del romanticismo: el alemán Goethe, con El Fausto; el inglés Lord Byron con el poema satírico Don Juan; el norteamericano Edgar Allan Poe, por sus Cuentos, o el sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, por sus Rimas
Las obras maestras rusas como Crimen y castigo, de Dostoyevsky, y Guerra y Paz, de Tolstoi, también figuran junto a Almas muertas, de Gogol, y los cuentos de Chéjov. Los clásicos del siglo XIX incluyen desde Charles Dikens, con su David Copperfield, pasando por el Moby Dick de Melville; Hojas de hierba de Whitman; Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain; Tres cuentos, de Flaubert –que no Madame Bovary-.
Un siglo con ausencias y 2.800 años con 4 mujeres
Hay ausencias o selecciones, por decir lo menos, rebatibles. Por ejemplo, la no aparición de autores como Coetzee o Günter Grass. Sin embargo, y retomando el hilo cronológico, hay que apuntar la inclusión en el siglo XX de autores fundamentales como Bernard Shaw (Oscar Wilde no es incluido en el siglo XIX, por cierto), Marcel Proust –no con En busca del tiempo perdido sino con Jean Santeuil-; Franz Kafka –con El castillo-; Jame Joyce –no con el Ulises, sino con Finnegan’s Wake-; Samuel Beckett; William Faulkner, con Absalón, Absalón. Se incluyen también La montaña mágica, de Thomas Mann; El extranjero, de Camus; El viejo y el mar, de Hemingway…
Existe, sí, una cierta irregularidad, en especial a lo que la literatura en castellano se refiere. Están incluidos Rubén Darío –bisagra entre el XIX y el XX- Antonio Machado, Federico García Lorca, Azorín, Juan Rulfo y Juan Ramón Jiménez pero de la última mitad de siglo en adelante aparecen sólo Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez. Ni Mario Vargas Llosa, ni Pablo Neruda u Octavio Paz dejan rastro en esta lista.
"En 2.800 años de historia, desde los tiempos de Homero, solo hay cuatro autoras representadas"
La poesía tiene, además, poca representación. Se incluye a Paul Celan o Fernando Pessoa pero no a Baudelaire –en este caso nos referimos al género, no al siglo-, ni Rimbaud, tampoco a William Blake, por ejemplo. Existe, además, otro dato que llama la atención: en 2.800 años de historia, desde los tiempos de Homero, solo hay cuatro autoras representadas: Jane Austen, Emily Brontë, Virginia Woolf y Marguerite Yourcenar. Es decir: de Sor Juana Inés de la Cruz, ni rastro, por ejemplo.
No es, ni mucho menos, la biblioteca perfecta. ¿Existe ésta acaso? ¿Somos capaces de confeccionar una historia de la literatura en apenas cien volúmenes? De ser así, páginas enteras quedarían transparentes, invisibles… perdidas todas ellas en el raro humor de las listas y las estanterías.