Estoy en plena lectura navideña de Ejecutoria. Una hidalguía de espíritu, de Enrique García-Máiquez y no puedo reprimir mi imaginación al encontrar múltiples ejemplos de la actualidad, que permiten entrever la nobleza espíritu que describe el autor en esta magnífica obra. Pero ninguno como el de los voluntarios de la dana, que han dado todo su tiempo, dedicación y entrega por algo que no se va a pagar de una manera material. La injustificada ineficiencia de las autoridades políticas ha contrastado con la rápida y generosa cooperación de los voluntarios de toda España, en la dramática gestión de la catástrofe natural de Valencia. Pero esta ola solidaria no ha sido todo lo resolutiva que se podía esperar, debido a la mala coordinación entre el Gobierno de la autonomía y el de la nación, lo cual ha frenado esta riada humanitaria.
La llegada de “puntillas” a la desolada Paiporta por parte de los reyes, Sánchez y Mazón, el domingo tres de noviembre, tuvo una reacción justificada por parte de los habitantes de la localidad de máxima indignación, por la aparente, torpe, tardía e interesada respuesta de los mismos. Ante tal situación, dos reacciones bien distintas. La de Felipe y Letizia fue la de asumir y la del presidente del gobierno huir (la de Mazón no cuenta, ya que ha pasado sin pena ni gloria).
El rey y la reina supieron leer que tenían que estar, quedarse y aguantar el chaparrón de los merecidos reproches, encajando la situación. Mostrando su vulnerabilidad, cercanía y ejerciendo su “paternidad” y “maternidad” con muestras de cariño, valentía y pundonor. Por lo que la capacidad de liderazgo de la Casa Real, asumiendo su imprudente aparición, ha servido para acercarse a este drama y ha sido un ejemplo de cómo tratar a los afectados. En las visitas posteriores, menos mediáticas quizá, han demostrado también, si se me permite, hidalguía de espíritu, no sólo de título.
Por contra tenemos a Sánchez, que huye “prudentemente” sin asumir su papel, habiendo aparecido parapetado tras los reyes, pensando que le pararían los golpes y que le traería réditos políticos. Pero sin olvidarnos de la dana, podemos pensar cuál es el máximo exponente de hidalgo (hijo de algo) y la respuesta para muchos es Jesús de Nazaret, que es hijo de Dios. Y de espíritu también, porque nace en la pobreza y vulnerabilidad más absoluta, para dar su vida por la humanidad. Tal magno acontecimiento no sólo lo celebramos esta Navidad y todas, sino también durante 2025, porque va a ser un año jubilar.
¿Qué es un año jubilar?
El 24 de diciembre de 2024 comenzó el año jubilar, es decir un año de alegría y júbilo por el nacimiento de Jesús, esto sucede cada 25 años, desde hace siglos. Antiguamente era un año de gracias materiales, en el que se concedían favores y privilegios. Para celebrarlo se suele peregrinar para pasar por las cuatro Puertas Santas de las grandes basílicas de Roma, lo cual supone regalo espiritual.
La Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, fue abierta el 24 de diciembre de 2024, con el inicio del jubileo, la de la catedral de San Juan de Letrán el 29 de diciembre de 2024, la de la Basílica de Santa María la Mayor el 1 de enero de 2025 y la de la Basílica de San Pablo extramuros el 5 de enero de 2025.
La bula de convocación del Jubileo Ordinario del año 2025, “Spes non confundit”, explica cómo además se puede ganar el jubileo (o limpieza del alma), con la condiciones habituales que establece la iglesia (Comunión, Confesión, oración por el Romano Pontífice y propósito firme de no volver a pecar) y peregrinando a la catedral habitual desde la parroquia de cada uno.
Sin duda García-Máiquez estará de acuerdo que 2025 es un año de hidalguía de espíritu para todos, por que somos hijos de Dios y el jubileo es una invitación a ser como el Hijo, que es modelo de hijo del Padre.
Bluesman
30/12/2024 08:53
En fin, cada mochuelo...