El sueño a veces llega cuando menos te lo esperas. Puede que hayas dormido fenomenal y las horas que se recomiendan según tu edad, pero hay ocasiones en las que casi de manera irremediable te pueden entrar ganas de echarte una siesta sin saber por qué. ¿Has sentido alguna vez ganas de dormir o cansancio después de alguna comida copiosa?
Esta sensación de modorra se conoce como somnolencia postprandial y es una disminución de los niveles de energía de nuestro cuerpo después de haber realizado una comida, sobre todo cuando es abundante y rica en hidratos de carbono y grasas. La causa más probable de la somnolencia postprandial es una señal en tu cerebro que dispara tu centro de sueño. Estas señales son activadas por tu cuerpo durante la digestión.
Cómo influye la comida en el sueño
La somnolencia es una experiencia subjetiva que aumenta tras la ingestión de alimentos. Pero no con todos los alimentos nuestro cuerpo actúa igual. Son con las comidas altas en hidratos de carbono y grasas como paellas, lasañas, pastas… cuando nuestro organismo se siente más decaído y entra en un estado de modorra.
Sin embargo, según nos explican los expertos de Glucovibes, las comidas equilibradas en macronutrientes o ricas en proteínas como pescados o carnes al horno o a la plancha con vegetales y tubérculos, por ejemplo, disminuyen la sensación de sueño.
Tras una comida la sangre se dirige al tracto gastrointestinal. Para facilitar la digestión y el transporte de nutrientes absorbidos a las células y tejidos, la sangre se dirige al tracto gastrointestinal tras terminar de comer. Esto hace que nuestro cerebro reciba menor cantidad de sangre y ese desvío hace que se produzca la somnolencia.
Tras una comida copiosa se puede producir una hipoglucemia reactiva. “La hipoglucemia reactiva es un evento de hipoglucemia (glucemia por debajo de los 70 mg/dl) que se genera normalmente tras una hiperglucemia, provocada por ingerir un alto aporte de hidratos de carbono y/o ausencia de fibra”, nos dice la nutricionista de Glucovibes Itxaso Erasun Gorostidi.
Esta situación se asocia a una necesidad elevada de insulina que puede producir una caída del nivel de glucemia por debajo del nivel previo a la ingesta, generando somnolencia, hastío o incluso antojos y ansia de comer al poco tiempo de terminar la ingesta anterior.
No todos los hidratos de carbono aportan lo mismo. Aunque los hidratos de carbono suelen ser más complejos de digerir para nuestro organismo, estos son necesarios para mantener una nutrición saludable. Para evitar el estado de modorra será suficiente con ajustar la ingesta de hidratos de carbono y proteínas para mantener los niveles de glucosa en sangre estables. Para ello, prioriza hidratos de carbono complejos como los tubérculos, frutas, granos enteros, legumbres…
Ordena los alimentos antes de ingerirlos. El orden de los alimentos es fundamental para que nuestro organismo entienda cómo debe actuar ante la ingesta de cada uno de ellos. Empieza por los vegetales y proteínas y acompáñalos de hidratos de carbono complejos. Reduce todo lo posible la ingesta de alcohol en las comidas.
Sistema nervioso parasimpático. La llegada de comida al estómago y al intestino delgado activa al sistema nervioso parasimpático e inhibe al sistema nervioso simpático. El balance entre ambos se inclina hacia un tono parasimpático predominante y genera un estado subjetivo de baja energía y deseo de relajarse y descansar, opuesto al estado de ‘lucha’ que induce un alto tono simpático.
La modorra llega una hora después de comer. Después de realizar la comida copiosa, los alimentos llegan al estómago y al intestino donde empieza la digestión y una serie de liberación de hormonas gastrointestinales que regulan el vaciamiento gástrico y provocan un aumento del triptófano en sangre, lo que hace que el cerebro disponga más serotonina y melatonina, neurotransmisores que dan lugar a la somnolencia.
La modorra no afecta a la edad. El estado de somnolencia no interfiere de la edad o el sexo. Afecta de la misma manera a los niños, adultos o ancianos. Como ya hemos comentado anteriormente, el desequilibrio de los macronutrientes será el desencadenante de la modorra, por tanto, ni el sexo ni la edad serán factores importantes en esta sensación.
El café inhibe el estado de modorra. La cafeína es un potente estimulante, que se encuentra en el café, té y en el chocolate, y que actúa en el sistema nervioso central. Por tanto, su consumo va a activar de nuevo el sistema nervioso, evitando de alguna manera ese estado de baja energía o modorra.
Cómo evitar el sueño tras la comida
Si la situación se repite siempre, lo más recomendable es acudir a tu médico y que él te haga un examen para ver si puede haber algún problema adicional. Pero si solo te sucede de vez en cuando, puedes contrarrestar los efectos o evitarlos quitando de tu comida los alimentos con un alto contenido en azúcar y grasa (es decir, mejor seguir una alimentación saludable), mantente alerta o entretenido después de comer (quizá puedes salir a dar un paseo unos diez minutos) o tómate un café, un té o una onza de chocolate negro después de la comida.
Es bueno además moderar la cantidad que comes a mediodía y controlar las raciones para no terminar completamente saciado y demasiado lleno. Es bueno hacer las cinco comidas que recomienda la Organización Mundial de la Salud y a media mañana tomar un snack saludable (una pieza de fruta, un yogur o una pequeña tostada con aguacate, por ejemplo) para no llegar a la hora de la comida con un hambre excesiva. En las comidas bebe agua, al menos dos vasos grandes, y evita el alcohol.
Dormir una pequeña siesta nos aporta energía. El sueño o la somnolencia, hace que tengamos muchas ganas de dormir. Por tanto, realizar una siesta de no más de 30 minutos puede ayudar a descansar al cuerpo y despertarse con más energía de la que teníamos después de la comida. Por supuesto, dormir las horas necesarias durante la noche siempre ayuda para evitar tener sueño durante la jornada.