El orgasmo es la manera en la que hombres y mujeres experimentan el placer durante las relaciones sexuales. A veces, llegar al clímax puede convertirse en una obsesión, especialmente para las mujeres, sobre todo si nunca han sentido esa sensación o si no saben si la han sentido. En otras palabras, el orgasmo se convierte en la gran meta del sexo, ya sea con una pareja o en solitario.
Cuanto más nos obsesionamos con conseguir algo, menos posibilidades hay de conseguirlo. Para entender cómo viven hombres y mujeres su relación con las relaciones sexuales hemos charlado con Valérie Tasso, escritora, sexóloga y embajadora de LELO que además acaba de presentar 'El Orgasmo', un libro que aborda el tema de forma directa, informativa y cercana para principiantes.
Orgasmo: ¿Hay diferencias entre hombres y mujeres?
“Lo primero que conviene tener claro es que el orgasmo es una interpretación de una experiencia que afecta al sujeto. Quiero decir con ello que no es algo medible y, por lo tanto, sujeto a un dato que pueda ser cuantificado y que entre en una tabla comparativa. No es, por ejemplo, saber qué presión ejerce una mano al comprimir un dinamómetro y, desde ahí, determinar si tiene más fuerza en la mano Antonio que María (o al revés) y sacar una conclusión generalista sobre si los hombres tienen más fuerza o menos que las mujeres en las manos”, comienza explicando Tasso.
“Al tratarse de una experiencia interpretable, la valoración es completamente subjetiva: depende de cada sujeto individual, de en qué momento del desarrollo de su sexualidad se produce y, dentro de aquí, de cada circunstancia concreta en la que se de esa experiencia. Tengo, por ejemplo, algunos pacientes masculinos y femeninos que, sin tener ningún problema orgánico, experimentan el orgasmo como algo desagradable que no les produce placer: interpretan esa experiencia como algo nada placentero”, añade.
Sobre las diferencias básicas en el orgasmo entre hombres y mujeres, la experta nos explica que “como etapa de la respuesta sexual humana no varía sustancialmente entre hombres y mujeres aunque sí lo hacen entre sujetos y entre el momento o la circunstancia del sujeto. Donde sí encontramos algunas diferencias entre hombres y mujeres es en la fase consecuente al orgasmo de nuestra respuesta sexual que es la conocida como ‘refractaria”.
¿Esto qué significa? “En los hombres, esta ‘caída’ tras el orgasmo es mucho más pronunciada y en ocasiones más que de ‘refracción’, podemos hablar de ‘resolución’ (cierra la respuesta sexual), mientras que en la mayoría de las mujeres, la pendiente refractaria es mucho más suave de tal forma que si mantienen la excitación pueden encadenar secuencialmente otros orgasmos, la mal llamada ‘multiorgasmia’”.
¿Qué pasa con los preliminares?
Lo primero que quiere aclarar Tasso es que “no me gusta el término ‘preliminar’ porque indica que lo que se está haciendo en ese momento es simplemente un acto preparatorio para algo, que se está propiciando el que se pueda atravesar un ‘umbral’. Eso es propio de un modelo coitocéntrico, masculinizado y productivo, que entiende que todo lo que viene antes es simplemente algo para facilitar lo que considera el ‘objetivo’ único de una interacción sexual, el coito, y que, por tanto, sin este, no se puede hablar de un encuentro erótico completo”.
Para ella eso es un error conceptual y además, “concebido así genera muchas dificultades sexuales comunes tanto en ellos como en ellas. Una interacción sexual no es una serie de procesos que deban establecerse de forma pautada, estandarizada y progresiva para alcanzar el apogeo de la penetración. Quizá la mayoría de los hombres tengan como preferencia erótica el coito (digo ‘preferencia’), pero a buen seguro la mayoría de las mujeres, sin hacerle ascos al coito, no. Eso establece, por ejemplo, la errónea creencia de que las mujeres necesitamos de muchos preliminares mientras que los hombres no, pues van directos al grano (a la penetración). Es más un asunto de preferencias eróticas que de necesidades psicofisiológicas”.
¿Ellos se excitan antes?
La excitación depende directamente del deseo: es subsecuente a él. “Por tanto, nuevamente, tengo que decir que depende. Del sujeto, de su biografía y de su circunstancia concreta. Es cierto que los varones tienden a activar su deseo de manera más directa y visual, aunque en infinidad de casos no es así, mientras que las mujeres tendemos a potenciar otros sentidos más indirectos (como el oído) en la obtención del deseo”.
Pero Valérie Tasso explica que “es nuevamente una generalización con poca base real: hay mujeres que encienden su deseo como una antorcha viendo, por ejemplo, una escena erótica. Y eso que nos han vendido toda la vida que los hombres podían llegar al clímax en cuestión de segundos. Eso es un tópico. A poco que una mujer se lo proponga, puede ser más rápida en su respuesta sexual que un hombre”, dice rotunda.
¿Todos somos multiorgásmicos?
La respuesta de la experta de LELO es clara: “Es bien sabido que la mujer, especialmente una mujer que sepa interpretar ya su respuesta sexual, puede tener orgasmos consecutivos por lo que comentaba al principio de la diferencia que se produce en el periodo refractario de nuestra respuesta sexual: en la mujer, el periodo refractario puede ser apenas un segundo de tomar aire, pero, inmediatamente se mantiene en la fase de meseta que anticipa un nuevo orgasmo”.
Sobre si los hombres pueden tener orgasmos secuenciales “es posible, dependiendo del individuo y de qué interpreta por orgasmo. Si interpreta las contracciones prostáticas previas a la emisión de semen como orgasmo, puede serlo, si interpreta el orgasmo como la emisión eyaculatoria, entonces necesitará de ese tiempo posterior de reposo que, según sus niveles de excitación o de juventud, se pueden acortar en el tiempo pero que, en cualquier caso, va a tener que detenerse, descansar e iniciar de nuevo, si le apetece, su respuesta sexual desde una fase anterior a la meseta”.
Además nos explica que “los que consiguen disfrutar de las contracciones y ‘frenar’ la eyección de semen (lo que popularmente se llama tener ‘orgasmos secos’) sí pueden ser ‘multiorgásmicos’. Lo que suele ‘impedir’ el tener orgasmos secuenciales en los hombres es la eyaculación que, en el fondo, supone un esfuerzo y, luego, un descanso. Todo lo explicado no es, ni mucho menos, una apología por mi parte de los ‘orgasmos secos’. Solo una explicación. No es necesario lograrlos. Ni ningún hombre se tiene que sentir ‘menos’ ni frustrado si no lo consigue. El placer es el placer, venga de donde venga y cómo venga”.
¿De qué depende el placer femenino y de qué el masculino? “De lo mismo: de que su respuesta sexual sea la conveniente. De que el deseo sea sólido (para eso es importante un fértil imaginario erótico), de que induzca a una excitación sostenible de forma que induzca su respuesta sexual a entrar en una fase progresiva de meseta más o menos mantenida y de ella derive el orgasmo. Lo que sucede en la interacción sexual puede potenciar, hacer menguar o incluso detener (en forma de ‘gatillazo’) el placer que se produce a lo largo de esta interacción”.
¿Hay hombres que no llegan al orgasmo?
Valerie Tasso vuelve a ser contundente en su respuesta. “Sí, por supuesto. Hay dificultades sexuales, mucho más frecuentes de lo que se cree relacionadas con el orgasmo masculino. De ella la más frecuente es lo que llamamos la eyaculación retardada que prolonga la obtención del orgasmo más allá que lo que al sujeto le gustaría o que acaban, por su duración, haciendo que el sujeto masculino descarte el alcanzar el orgasmo. Nuevamente, aquí, la eyaculación retardada no es una cuestión de medida de tiempo (que si tarda 20 minutos, 30 o 40), sino de que el sujeto masculino no obtiene el orgasmo cuando quiere tenerlo, lo que le causa frustración”, concluye la sexóloga.